07. Es no Saber que Hacer

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Este capítulo contiene lemon

¿Qué es el amor?

Es no Saber que Hacer

Unos días después de la graduación fue al departamento de la Hermana Margaret. Había prometido volver a acomodar las sábanas sobre los mueble y también a cerrar las llaves del gas y del agua. A ella le habían enviado a otra ciudad, para que fuera parte del grupo que atendía los cursos de verano.

Pero luego de una tonta discusión con una de sus hermanastras, prefirió tomar algunas cosas y salir de la casa de su padre. No tenía otro sitio en donde quedarse, más que ese pequeño apartamento que solo podía recordarle los momentos vividos junto a su rubia pecosa.

Uno de aquellos días, durante el atardecer y mientras intentaba tomar una siesta luego de ducharse, escucho a alguien entrando. Inhaló, pensando que quizá la hermana había regresado por alguna urgencia y con flojera, pensó en hacerse el dormido, sin embargo se levantó, se puso su playera y descalzo, fue a ver qué sucedía. Entonces, tan solo salió de la recamara, la vio.

—Pecosa... —por alguna razón que no comprendía, sintió que se quedaba sin aliento.

—Terry... —se sorprendió y alegro de encontrarle ahí.

Sin perder el tiempo, al no saber que decir, se le acercó y le abrazo tan pronto pudo.

—¿Qué haces aquí?

—¿Yo? No; Candy. Yo estoy aquí con permiso de la Hermana, pero; ¿Qué haces tú aquí?

—No tengo ganas de hablar sobre eso...

Sin soltarla, le besó en la coronilla, contento con aquel encuentro.

—Vamos a sentarnos y entonces me contarás eso que no tienes ganas de contar.

Finalmente la libero y tomándola de la mano, la llevo hasta el pequeño sofá, donde en un gesto inocente, tomo agua del mismo vaso que él, prefiriendo eso que ir a buscar otro vaso e interrumpir el momento.

—La Abuela volvió y está en la residencia, cuando todos pensamos que se iría junto con los Leegan, porque estaba hospedandose con ellos, ella fue a quedarse allá y ya que mi hermano sigue en Cambridge, no tenía otro lugar a donde ir —suspiro—. Y quedarme en esa casa, teniendo que esconderme de ella, no es algo que desee hacer.

—Ya veo... —por la forma en que se habían acomodado, podía parecer como si estuviesen abrazados, y el que él jugará con los rizos de la rubia, le provocaba un cosquilleo extraño.

—Espero que no te moleste tenerme aquí unos cuantos días.

—Para nada. Es mejor que estar solo.

—¿Por qué estás aquí?

—Nada importante —hizo un guiño extraño, denotando su falta de interés en el tema—. Hubo un problema con una de mis hermanas, en realidad el asunto fue entre ellas, pero me metieron en sus líos y preferí alejarme.

—Entiendo —en un loco impulso, le abrazó y beso en la mejilla—. Pero me alegra, porque así tienes un pretexto para quedarte conmigo durante estos días —le vio sonreír, mientras una chispa que le pareció interesante relampagueo en la mirada de su compañero, provocando un revuelco en su estómago y en su corazón—. ¿Crees que aún haya agua caliente?

—Ahora mismo encenderé el calentador para ti.

Tan solo la rubia se levantó, él hizo lo mismo, pues se había percatado de la forma desconcertante en que ella le miro.

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