23. Es Tan Fácil de Decir

574 77 22
                                    

Lemon

¿Qué es el Amor?

Es tan Fácil de Decir

—Tal vez, lo primero que podemos hacer hoy es desayunar —sonrió.

—¿Desayunar?

—Sí. Tengo hambre —aún recostados, la rubia suspiro.

Ella fue sincera cuando dijo que llevaban como dos meses en celibato y por alguna razón que no podía controlar, necesitaba saciar esa sed o al menos, tener un trago que la calmara, aunque en el fondo creía que, ese trago bien podía enloquecerla y motivarla a exigir más y más y más, hasta que al fin estuviera satisfecha.

—¿No me prepararas nada?

Le miró desde su almohada, estaba recargado a medias, con un brazo tras la nuca, el cobertor se le había bajado hasta la altura del ombligo y parecía no tener frío aunque vestía una playera. De pronto sonrió, no tenía un cuerpo marcado, no era un Adonis o su Hércules personal, pero tampoco era el chico más escuálido del universo, después de todo, sabía que incluir un gimnasio a su rutina, sería como la muerte, pero aún así sus brazos eran fuertes, lo necesario como para que la abrazara sin lastimarla, y su abdomen era plano, aunque no lo tenía marcado, tampoco tenía pectorales de concurso o unas piernas trabajadas. De hecho, podría jurar que cada vez estaba más flaco y eso le preocupaba. Aún así, él simplemente tenía el cuerpo de un ser humano, tal como ella, y eso le hacía sentir que ambos tenían mucho más en común que lo que cualquiera pensaría.

¿Por qué?

Porque, aunque fuera el hijo de un duque y una actriz que nunca alcanzo la fama, aunque él hubiera nacido prácticamente en cuna de oro y aunque ella fuera hija de una mucama con un pasado tormentoso, de la cual un hombre generoso se compadeció, aunque ella hubiera nacido prácticamente en la calle; de alguna forma, el universo confabuló para mostrarles cuan perfecta podía ser la forma en que dos seres imperfectos, como ellos, podían coexistir.

Le gustaba que fuera así. Le gustaba que él fuera guapo, aunque todas sus amigas le envidiaban por ello, le gusta que aunque ella no se consideraba la chica más bella o con el mejor cuerpo o la más inteligente, le había elegido; pero más que sus gustos, su cara, su cuerpo o el dinero que pudo haber tenido; lo que ella veía era su buen corazón y  lo mucho que se esforzaba y que luchaba, por lograr sus metas personales.

Lo amaba aunque sabía, que aún a veces vestía su facha de altanero y orgulloso rebelde, e incluso así, podía percibir la caricia de sus sentimientos por ella.

—Tierra llamando a Candy...

—Tonto —rio.

—Tal vez necesitas tomarme una foto nueva, que puedas colgarla en la pared, así podrás seguir admirándome, aunque esté trabajando.

—Tal vez lo que quiero es que seas "tú", quien me prepare el desayuno.

—Entonces quédate esperando, porque planeo quedarme en cama hasta que me tenga que ir al teatro—la rubia volvió a suspirar y sin querer admitir que también tenía hambre, se incorporó.

—¿Cereal? —pregunto, pasando sobre él, pero siendo retenida, mientras ya tenía un pie tocando el suelo.

—Cereal es perfecto para empezar —musito, aligerando su tono de voz.

—¿Qué más te gustaría? —sonrió, contenta, sintiendo un vuelco en el estómago, porque justo con esa fuerza era como le gustaba que le abrazara, además la forma en que hablo le bastó para entender que clase de desayuno quería.

¿Qué es el Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora