Bad Luck || Markhyuck

XIX

Jeno tocó la puerta del cuarto de huéspedes, el llanto se detuvo un momento, aunque escuchó un par de sollozos más débiles.

—¿Mark? ¿Puedo pasar? — preguntó Jeno con suavidad.

Pasaron unos segundos hasta que el rubio respondió:

—Déjame solo.

El otro se mordió un poco el labio, sintiéndose mal por hacer sufrir a Mark tanto.

Quizás sí se había pasado un poco.

Sin importarle la respuesta de su amigo, abrió la puerta, para asomar su cabeza hacia el interior de la habitación.

La cama estaba revuelta, con Mark de espaldas a él, en posición fetal mientras abrazaba un bulto de sábanas.

—Dije que me dejes solo— habló el rubio con la voz rasposa.

—Donghyuck está en la sala, Min— dijo Jeno con suavidad.

—No quiero ver el cadáver de un gato muerto, Jeno, ¿es que no piensas ni un poco que en serio duele? ¡No quiero verlo!

—Donghyuck está vivo, estúpido.

Mark dejó de llorar súbitamente, se detuvo completamente, hasta podía jurar que su corazón se había detenido con esas palabras.

—¿Qué? — dijo, se volteó un poco para ver a Jeno por sobre su hombro.

Jeno quiso reír, pero se obligó a mantener la compostura.

—Jeno, no me mientas, por favor— el tono de Mark era de pura súplica—. Me dijiste que lo habían atropellado, no es algo para bromear, en serio— el rubio negó, no quería creerle.

Había llorado a su gatito muerto por mucho tiempo, ya no él sabía cuánto había pasado, se sentía destruido por dentro.

No podían molestar con eso.

—Te mentí— dijo Jeno, Mark abrió sus ojos ampliamente—. Donghyuck no está muerto, está durmiendo en la sala.

Mark aún no le creía del todo.

—Ve a la sala está allí— dijo, abrió la puerta de par en par, haciendo un ademán para que saliera.

Mark tardó un segundo en decidir hacerlo, unos cuantos más en liberarse de las sábanas, enredadas en sus piernas, antes de correr de la habitación, deteniéndose un momento frente a su amigo:

—Te moleré a palos, Lee— amenazó, antes de correr hacia la sala.