LXXIII

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Estaba oscuro y tenía frío.

Sus mejillas estaban empapadas en lágrimas, y temblaba apretujado contra un rincón de aquella diminuta sala, cubriéndose con la única sabana que tenía.

No sabía en qué parte había desobedecido a Mark para que terminara todo tan mal.

Si cerraba los ojos aún podía verlo, gritándole que se quedara allí con Doyoung antes de entrar de nuevo a aquel lugar donde surgía humo negro.

Cada vez más y más gente salió de aquel lugar, llevándolos cada vez más y más lejos de donde estaba Mark, y no supo en qué momento estaba solo, lejos de Doyoung, antes de que su vista fuera completamente negra.

Había despertado en aquel cuarto. No sabía hacía cuanto estaba allí, pero podía jurar que eran días.

No había visto a nadie. La habitación no tenía ventanas, y cada tanto se encendía una luz cerca de la puerta, la cual nunca había visto abrirse.

Aquel cuarto se parecía tanto al de su niñez que tuvo miedo de que todo lo vivido fuera un simple sueño, y que en realidad, nunca había escapado.

—Mark...— murmuró el nombre de su humano. Ya no sabía cuántas millones de veces lo había hecho desde que había llegado.

Su cabeza dolía de llorar, tenía hambre y sed, por no decir que sentía todo su cuerpo cansado y golpeado, aunque no podía ver si tenía alguna lastimadura.

Escuchó el ruido de pasos en el exterior. Se detuvieron frente a la puerta. Escuchó la llave en la cerradura girar y seguido de eso la puerta se abrió. La luz del exterior lo cegó por varios segundos y parpadeó con confusión mientras una figura se acercaba a él, sosteniéndolo por los brazos, manteniéndolos unidos detrás de su espalda.

—Esto es así, pequeña basura— El hombre habló cerca de su oreja, su voz grave hizo que su cola se erizara—. Cambias al asqueroso animalito que eres, intentas huir, intentas pelear contra nosotros, y siempre va a haber alguien con una pistola para meterte un tiro.

Donghyuck tembló, intentando ahorrarse el llanto.

—Y el mini-jefe quiere verte, así que te vas a portar muy bien. ¿Entendiste?

Donghyuck tardó un momento en asentir, recordando sus tiempos de juventud en que respondía todo con gestos. A esa gente no le gustaba que hablara.

—Perfecto— el hombre lo soltó, pero rápidamente junto sus manos en la espalda y las ató. Tomó su brazo y casi lo arrastró fuera de la habitación.

El pasillo era largo. Donghyuck sabía que del otro lado de cada puerta debía de haber algún híbrido, y le dolía pensar en aquello.

Fue llevado a una habitación amplia, iluminada, con muebles modernos y en su mayoría de un aburrido tono gris. El peliazul estaba apoyado sobre el escritorio. Le hizo una seña para que lo dejaran en la silla frente a él y se retiraron sin más.

—Hola, Donghyuck— Taemin sonrió.

Donghyuck ni siquiera lo miró.

En parte quería llorar.

Ese tipo estaba haciendo todo esto porque Mark lo amaba a él. Era todo en contra de su amor y por un segundo se preguntó si aquel amor que compartían era malo, si estaba mal y era la causa para que todo eso hubiera pasado.

—Ow, ya vas a llorar.

Taemin se acercó a él, alzó su mentón y le dedicó una sonrisa ladeada.

—Dicen que las penas son mejores con alcohol. ¿Quieres algo?

Donghyuck negó débilmente.

—Es de mala educación rechazar mis ofertas— dijo. Se acercó al escritorio, abrió uno de los cajones y sacó una botella de agua mineral—. Pero para que veas que soy muy bueno, no voy a obligarte a nada— habló con una sonrisa. Destapó la botella y fue hacia él, dejando el pico de esta en sus labios y dejándolo beber con lentitud—. Dime, ¿tienes hambre?— preguntó después de dejarlo beber.

Donghyuck no supo si contestar con honestidad o no.

—¿Qué te gustaría? Lo ordenaré de inmediato para ti.

El híbrido lo miró como si estuviera hablando en serio.

—¿Sushi?— aventuró.

—Sushi será— respondió el peliazul. Tomó su celular y marcó en él—. Sushi, ya— dijo simplemente, y cortó sin más, guardando el aparato—. Ya viene, gatito.

Donghyuck frunció el ceño ligeramente.

—Disfruta tu comida, porque no tendrás este beneficio muchas veces, Hyuckie— dijo el peliazul—. Esta es sólo una pequeña reunión conmigo para decirte: Te lo dije.

Taemin rió, y Donghyuck quiso gruñirle, pero se mordió el labio para contenerse, porque sólo sería peor.

—¿Sabes quién irá a consolar a Mark con esto? Yo— habló con una sonrisa enorme—. Ahhh... Es tan lindo tenerlo sólo para mí ahora, sin que molestes, como antes...

Donghyuck quería decirle demasiadas cosas, pero probablemente terminaría aún peor. No podía comenzar a portarse mal, no tan pronto.

A mitad de su discurso de lo maravilloso que sería Mark Lee a su lado, tocaron la puerta y Taemin sólo gritó un "pase", antes de que una joven con uniforme entrara, cargando una bandeja de color plateado.

—Ya tienes tu cena, Hyuckie— dijo el peliazul. La chica dejó lo que cargaba sobre el escritorio y se marchó con una pequeña reverencia.

Taemin desató sus manos para dejarlo comer, advirtiéndole que cualquier cosa que intentara, tenía un arma en el bolsillo.

Donghyuck intentó comer lo más rápido posible, así no soportaría ni un segundo de más a ese loco.

Prefería su cárcel antes que estar con ese.

En cuanto terminó la tabla de sushi, Taemin le extendió la botella de agua y le dijo que se la llevara.

—No tomaré agua de un animal— añadió—. Y alégrate, Donghyuck, que pronto vas a trabajar para la casa también.

Sonrió de forma sádica.

—A los clientes no les gustan las putas tristes.

Bad Luck || MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora