¡Quién sabe dónde podría clavar la bella sacerdotisa las agujas si el elegido la rechazaba! Así, pensé con agrado en ella, enferma de amor y algo trastornada, sin imaginar que las redes plateadas de Circe también se estrechaban cada vez más alrededor de mi corazón.
No había noticias de la Queen. En realidad, no me esperaba otra cosa, a pesar de lo cual me sentí algo decepcionado. En cambio, había en el contestador un mensaje de Eleonore Geraldi, que me invitaba el jueves a una «pequeña cena entre amigos». No me sorprendió que también hubiera preguntado a Lauren y Thierry si querían ir. Los jeudis fixes de Eleonore Geraldi eran siempre muy divertidos y desenfadados, con invitados de todo tipo. Cuando uno llegaba, en principio nunca había nada preparado, pero todos los invitados recibían una copa de vino y un cuchillo y se sentaban a la enorme mesa de la cocina. Hablaban, discutían, gastaban bromas sobre monsieur «Bling Bling» , como se llamaba a un tipo llamado Fred, por su gusto por los accesorios caros, mientras pelaban espárragos, patatas o lo que hubiera de cena.
Todos cocinaban juntos, comían juntos, y Eleonore siempre hacía alguna breve crítica de los libros recién publicados (esta vez vi que estaba esperando la publicación de un libro llamado Tannen) mientras preparaba su legendaria tarte tatin por la vía rápida, es decir, rehogando las manzanas en una sartén con mantequilla y azúcar en lugar de dejar que se caramelizasen lentamente en el horno. Luego echaba la masa dulce y dorada sobre el hojaldre precocinado en un molde blanco.
Al final de tales veladas uno salía con la agradable sensación de que no solo había comido bien, sino que además era un poco más sabio. Abrí el frigorífico, unté un trozo de baguette con algo de foie gras que encontré y me serví una copa de vino tinto. Parecía que poco a poco mi vida se iba normalizando. Cuando me senté delante del ordenador, por un momento me pregunté cómo sería volver a estar con June. Una idea tentadora, aunque... Vi los ojos de gata de June soltando chispas mientras me preguntaba: «¿Quién es esa LAU? ¿Y qué hacías por la noche en su dormitorio? Tienes algo con ella, lo sé...». Sonreí.
Los celos son la sal de una relación, pero en exceso pueden llegar a convertirse en un suplicio.
Pero antes de pensar en la hipotética reanudación de viejas relaciones debía tener la certeza de que era realmente June la que quería volver a entrar en mi vida y utilizaba para ello métodos tan poco convencionales. Pensé que debía escribir. Luego elegí un asunto que casi tenía todas las cualidades de una contraseña.
Asunto: Te extraño.
Bellísima Queen:
Después de un día lleno de giros sorprendentes (Y sobre todo lleno de recuerdos) su caballero se dirige a usted para desearle una noche placentera. En realidad, no he podido resolver su pequeña adivinanza, aunque me he acercado a la solución por otros caminos, según mi parecer. Y me temo que va a tener que quitarse la máscara, porque la he desenmascarado gracias a una casualidad. Me escribe que tendría muchas preguntas que hacerme.
Yo por mi parte solo tengo tres preguntas que plantearle, pero estoy seguro de que contestará a todas con un sí.
1. ¿Es posible que el «desafortunado encuentro» que menciona en su primera carta tuviera lugar en un viejo hotel de París que hace honor a mi nombre?
2. ¿Puedo suponer que usted tiene un temperamento más bien propio de un país del sur y en ocasiones tiende a sentir grandes celos (admito que está usted bellísima cuando se pone furiosa, sea con o sin motivo)?
3. ¿Es posible que en su cómoda haya lencería que yo le regalé tiempo atrás, cuando cometí un estúpido error, por el que querría disculparme de nuevo desde aquí? En otras palabras: mañana es domingo, yo no tengo que trabajar.
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El Amor De Mi Vida Es Una Desconocida
RomanceGary Bale es el propietario de una galería de arte en París, la cual no solo exhibe pinturas de otros artistas, sino que también sus obras maestras están en toda su galería, es conocido como el nuevo Cupido para los medios de comunicación debido a q...