Capitulo 26: Sospechas de mis gustos

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Había tenido domingos mejores en mi vida, pero también peores, pensaba mientras salía con Chopper de la estación de metro de Odéon a la clara luz de una soleada tarde de primavera en París.

Había que ser justo: la operación Train Bleu había fracasado, pero ahora tenía la tranquilizadora certeza de que Jane no era la Queen (algo que yo antes jamás había tenido en consideración, pero que podría haber ocurrido). Y me resultaba interesante el hecho de que hubiera dos mujeres junto al tren con destino a Niza, una de las cuales tenía el aspecto que podría tener Michelle hoy, lo que ampliaba un poco más el círculo de sospechosas. Y Chopper corría sano y alegre a mi lado, lo que podría considerarse un pequeño milagro a la vista del tráfico que hay siempre frente a la Gare de Lyon.

Decidí ser agradecido, a pesar de lo cual sentí un cierto cansancio cuando avanzaba por el Boulevard Saint-Germain y entré luego en la Cour du Commerce Saint-André. En el pasaje lleno de pequeñas tiendas y cafés reinaba un gran bullicio, y me dejé arrastrar por él. Pasé por delante de una tienda de regalos muy especiales, donde había globos antiguos, barcos piratas y relojes de música, por delante de Le Procope, uno de los restaurantes más antiguos de París, y frente a una bonita tienda de bisutería que tenía el seductor nombre de Harem y reunía todos los tesoros de Oriente. Los adornos brillaban con colores brillantes a través del escaparate, hacia el cual miraba, como hechizada, una joven con el pelo recogido y una túnica verde esmeralda.

Una pareja de enamorados se detuvo también delante del escaparate, y la chica de la túnica se apartó un poco y se volvió hacía mí.

— Bonjour, monsieur Bale!

Hizo un leve movimiento de cabeza y sonrió con timidez. Debo admitir que después de los acontecimientos de ese domingo ya no me sorprendía nada. Ni siquiera que por la calle una desconocida se dirigiera a mí por mi nombre. Me sentía como el príncipe encantado de un cuento en el que me encontraba con preciosas mujeres que me planteaban enigmas y luego desaparecían, cuando y como querían. Miré a la chica de la túnica verde...

Me resultaba familiar, aunque no sabía quién era. ¿No les ha pasado nunca que, por ejemplo, durante las vacaciones, digamos en alguna playa, ven de pronto a la profesora de primaria de su hijo o de sus hermanos? En vez de estar en su clase, como siempre, aparece en un escenario completamente diferente, compuesto de cielo y mar, y ustedes se quedan mirándola fijamente, sienten que conocen su cara de algo, pero al sacarla de su entorno habitual su cerebro ya no puede ordenar la imagen. El mejor ejemplo de nuestro pensamiento en red.

La joven se sujetó un mechón de pelo detrás de la oreja y se sonrojó.

— Hola, Odile —dije.

Mientras intercambiaba algunas palabras amables con la tímida vendedora de la boulangerie de mi barrio pensé, por primera vez en esos días, que el ojo humano, con todo lo increíble que es, solo puede ver la superficie de las cosas. Se desliza por encima de ellas guiado por una percepción subjetiva que nos permite ver los objetos solo en una realidad muy pero muy limitada, la propia, que se compone de nuestras expectativas y nuestras experiencias. Pero a veces la luz incide desde otro ángulo y niega nuestra realidad... Y entonces la rolliza hija del panadero se convierte de pronto en la mujer que (¿por qué no?) podría ser una reina, una encantadora chica de nuestro pasado o alguien en quien en ese momento ni siquiera pensamos. «Me ve y no me ve», había escrito mi majestad. La sabiduría de sus palabras tenía algo universal.

¿Acaso no vemos a la mayoría de las personas sin verlas? ¿Y no es cierto que es fácil pasar algo por alto, por ejemplo, a la persona que todos buscamos?

— Esa túnica le sienta muy bien —dije al despedirme de Odile. Ella sonrió y bajó la mirada—. Sí, sí... parece una princesa oriental.

— ¿De verdad... monsieur Bale...? —Odile sacudió la cabeza, pero sus ojos brillaban—. ¡Qué cosas dice! Bueno... pues... gracias. Vous êtes très gentil. ¡Que tenga un buen domingo! ¡Hasta mañana!

El Amor De Mi Vida Es Una DesconocidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora