Capítulo Dieciocho: El regalo de Amber

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Steven

Diciembre 22, 2016

Brooklyn, New York.




Si hay algo que odio, más que nada en el mundo, son las mentiras. Desde que era un niño, mis padres siempre me inculcaron a ser los más honesto posible, aun cuando eso podía dañara a otras personas.

Así que conforme crecí, traté siempre de seguir ese ejemplo. No mentiré y diré que siempre he dicho la verdad, porque no es así.

Como cualquier adolescente le he mentido a mis padres, a mis amigos y a muchas personas, pero nunca haberles mentido a ellos se siento tan mal como habérselo hecho a Amber.

Golpeo la pelota más fuerte de lo normal haciéndola rebotar contra la pared y casi golpeándome en el proceso. El golf no está funcionando en estos momentos, no cuando no he podido ver a Amber desde la vez que le dije que Kay y yo no participaríamos en la campaña con Apple.

Solo me basto ver la cara pálida de mi otra mitad, seguido del vómito, para saber lo que pensaba de eso. No hubo palabras, eso fue lo único que necesite.

No puedo evitar las náuseas cada vez que pienso en esa maldita noche, así como tampoco puedo cambiar lo que paso. Fue mi culpa el que a Kayden también le haya sucedido. Si tan solo hubiese sido menos molesto y dejado descansar en el hotel, el no estuviera teniendo pesadillas aún.

Él puede decirme que no, pero aun veo las ojeras debajo de sus ojos cada vez que un mes se cumple.

Escucho el pestillo de puerta de la habitación del hotel en el que estamos quedándonos, abrirse, para después ver como ésta se abre. Por ella, Kayden entra, trayendo unas cuantas bolsas en mano y sus audífonos puestos. Me mira breves segundos antes de volver a cerrar la puerta y caminar hacia la mesa de vidrio que hay en la habitación.

—¿Que es todo esto? — dejo el control en la cama y camino hacia él quien está vaciando las cosas —. ¿Helado? ¿Snickers? ¿Dónde conseguiste esto?


—No sé si los conozcas, pero se llaman supermercados — entrecierro mis ojos hacia él soltando una risa completamente carente de gracia —. Hay una tienda a dos cuadras del hotel, fui y compre todo esto para ti y para mí — enarco una ceja revisando lo demás que ha traído.


—Hacemos esto siempre que uno de los dos está pasando por un mal momento — a mi mente vienen todos aquellos recuerdos, del sin fin de veces que Kayden o yo comprábamos mucha comida chatarra cada vez que uno de los dos cruzaba un mal momento.

Como la vez que su perro Rocky murió. Kay estaba por cumplir su primer año en el equipo, yo estuve ahí cuando su madre le llamo y se lo conto. Al parecer un carro lo había atropellado. Sucedió después de un juego contra Utah y lo recuerdo derramar más lágrimas de las que derramo cuando Jack se desprendió de la tabla en la que Rose estaba.

Muy pocas personas lo saben, pero mi otra mitad es fan de las novelas románticas, en especial en las que alguno de los principales personajes muere.


No sabía cómo animarlo, no llevábamos mucho tiempo de conocernos porque en ese entonces aun no éramos "los splash brothers" ni mejores amigos. Kay era tan cerrado en cuanto a sentimientos y conversar con otras personas que no sabía que tenía que hacer.

Así que llame a uno de los chicos y le pedí que lo cuidara en lo que yo regresaba. Entre a una tienda y compre lo primero que mis ojos vieron: comida chatarra. Trate de hacer memoria de lo que lo había visto comer y lo compré. Después regrese al hotel y lo obligue a desahogarse mientras comíamos todo lo que había traído.

Dentro del Juego (Completa) (#1 Golden State)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora