Capítulo dieciséis.

2.3K 229 53
                                    

[JOEL]
—Erick —susurré, pasando mi indice por sus labios suavemente. El moreno chupó la punta de mi dedo dentro de su boca pero por lo demás no pareció inmutarse. Sonreí—. Hey, piccolo, abre esos ojitos para mi, vamos.
—Mmm... no fue mi culpa...mmm. —balbuceo, volteandose sobre si mismo y dandome la espalda.

Habia despertado hacia un par de minutos gracias a que el castaño me habia arrojado fuera de la cama de un rodillazo. El niño era un revoltoso cuando dormia. Supuse que al no poder abrir esa ingeniosa boca que poseia mientras estaba inconsciente, su cuerpo quemaba esa hiperactividad pateando todo lo que encontraba a su alcance. Sería tierno, si una de esas patadas no hubiese impactado en mis piernas antes de que se revolviera y me arrojara fuera, empujandome con sus rodillas.

Mirando sobre mi hombro, me di cuenta de que afuera aun estaba oscuro y segun el despertador de Erick eran apenas las 2:06am. Lo que me dejaba dos opciones, dormir en el suelo lo que restaba de la noche o encontrar la manera de subir nuevamente a la cama. Como contestando a mi pregunta interna, el moreno se revolvio nuevamente, quedando cruzado en la pequeña cama con las sabanas enredadas en sus muslos.

—¿Erick? —volví a intentarlo pero el niño parecia estar profundamente dormido.Soltando un suspiró, recurrí a mi ultima opción.

Tomando al niño, lo empuje suavemente a un lado antes de acostarme y atraerlo sobre mi cuerpo, dejándolo acostado sobre mi pecho. Erick se removió sobre mi pecho unos segundos antes de que su rostro cayera en el hueco de mi cuello y se quedara quieto.

Cerrando mis ojos, intenté volver a dormir pero la sensación de Erick moviendose nuevamente logró que volviera a abrirlo. Apartando el rostro del niño de mi cuello, recurri a lo que mi madre hacia cuando queria despertarnos de pequeños. Comencé a dejar besos humedos y sonoros por todo su rostro y no pude evitar reir cuando Erick se quejo bajito y sus ojos se movieron, abriendose.

—¿Que pasa? —murmuró con voz somnolienta antes de mirar a su alrededor y abrir más los ojos—. Oh mierda, ¿me trepe sobre ti mientras dormia?
—No, yo te coloque ahí.
Sus ojos se estrecharon—. ¿Por que hiciste eso?
—Porque si estoy debajo de ti, corró menos riesgos de que me patees fuera.
—Yo no me muevo cuando duermo. —aseguró.

—Parecia que las hormigas te estaban atacando, piccolo —reí—. Y no quiero ser malo pero alguien te tiene que advertir que tienes una extraña costumbre de chupar cosas mientras duermes.
—¿Que? —su voz salio aguda cuando chillo—. ¿De que rayos estas hablando?

Movi mis cejas hacia él—. No te preocupes, es algo util si me aburro en las noches.
—Tu no acercaste tu cosa a mi boca, ¿verdad? —gruño—. Eres un cerdo, Pimentel.

No pude contener la carcajada mientras lo rodeaba con mis brazos, evitando que se bajara de mi cuerpo. Se revolvió unos segundos, intentando escapar pero no lo deje ir. Una vez me calme, lo miré.

—No te preocupes, piccolo, solo chupaste mi dedo —me miró—. Aunque si me vuelves a patear, no respondo de mis actos.
—Estas a dos segundos de que te eche fuera.

—Solo estoy bromeando —aseguré. Y era cierto, jamás seria capaz de hacer una cosa tan sucia como abusar de alguien que estuviese inconsciente. Podía comportarme como una zorra pero no era un hijo de puta sin escrupulos—. Yo siempre te protegeré, te lo prometí y eso incluye no lastimarte. Jamás te haria daño.
—La gente lastima a otros sin darse cuenta —se encogio de hombros—. Esta bien.
—Para mi no. —negue—. Yo siempre cumplo con mis promesas.

Inclinó la cabeza a un lado, su cabello lacio cayó sobre sus ojos y no resistí el impulso de elevar la mano y alejarlo de su cara. Una sonrisa suave se hizo lugar en sus bonitos labios, su rostro iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana me hacia recordar a los cuentos de hadas que mi madre me contaba de pequeño. Su mano se apoyo en mi pecho y sabia que podia sentir el latido de mi corazón en su palma. Su mirada se concentro en ese punto un momento antes de que subiera.
—¿Por qué presiento que tu necesidad de cuidarme tiene que ver con algo que te sucedio antes?
Acaricie su mejilla con mis nudillos—. Eres muy perceptivo, ¿sabes?
—Supongo —susurró apoyandose en la caricia—. Tu eres un enigma para mi, solo quiero entenderte.
—¿Como es eso? —fruncí el ceño.

𝖒𝖎 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 - joerick (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora