Capítulo catorce.

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[ERICK]

—¡Erick Mal-amigo Colón! —la voz de Sebas me atravesó el oido, siendo seguido por el sonido de mi puerta azotándose contra la pared.

Girandome sobre mi mismo, jale mis sabanas en intenté cubrir mi cuerpo del abuso que veia venir. No pasaron ni dos segundos antes de que la almohada bajo mi cabeza fuese arrancada y comenzara a caer sobre mi cuerpo, como si realmente estuviese haciendome daño. Estan a punto de presenciar una escena de dramatismo a lo Sebas Aguirre, preparense.

Luego de unos minutos, los golpes se detuvieron. Mirando sobre el borde de las sabanas, me encontré con la mirada enojada de Sebas antes de volver a mi escondite. Esto aun no habia terminado. Quedándome lo más quieto que podia, escuché con atención hasta que distinguí el imperceptible sonido de las puertas de mi closet siendo abiertas. Volví a asomarme con cuidado, observando con los ojos abiertos de par en par como el rizado comenzaba a quitar mi, escrupulosamente ordenada, ropa del armario antes de arrojarla al suelo en una desordenada montaña. Mierda, me tardaría horas ordenando las prendas por color nuevamente.

Luego de que estuvo totalmente seguro de que la ropa estaba totalmente mezclada, se volteó y se dirigió a mi escritorio, abriendo los cajones. Gemi con horror cuando lo vi sacar mis libros y dirigirse a la ventana. ¡Iba a tirarlos! ¡El desgraciado iba a tirar mis libros!
Saliendo de la cama de un salto, cruce la habitación y me trepe a su espalda.

—¡No lo hagas, Seb, mis libros no! —pedi.
—¡Claro, son más importantes tus malditos libros que el hecho de haberle ocultado algo a tu mejor amigo!
—frunció el ceño hacia mi sobre su hombro antes de tomar el primer libro, grité cuando la última novela que mi hermano Gabe me había regalado voló por la ventana.
—¡Sebas!
—Pudrete. —tomó otro libro, esta vez una de mis tan preciadas novelas de Nora Roberts.
—¡No Fuego Irlandes, por favor!
—Comprobemos si vuela. —lo arrojó y pasó al siguiente.
—Sebas, no lo hagas —rogué—. Por favor, no arrojes a Romeo y Julieta, por el amor de dios.
—Dios, no puedo creer que guardes esta cosa —y voló.

—Romeo. —me lamenté.
—Oh mira esto —levantó el siguiente y mi corazón se detuvo—. Poesia, ¿eh? ¿Que pasa si arrojo esto, Er?

—No, Sebas, por favor, ese no —mi voz salió pequeña y senti las lagrimas acumularse en mis ojos—. Ese no, por favor.
—A ti ni siquiera te gusta la poesia, Erick —me miró con el ceño fruncido—. ¿Por qué tienes esta cosa?
—Era de mi mamá, Sebas, no lo arrojes, por favor.

La mano del rizado se detuvo a medio camino de arrojarlo y me miró. Sentí las lagrimas caer por mi rostro, si lo tiraba yo me tiraba detrás de él. Un suspiro de alivio se me escapó cuando se volteo y dejo el libro sobre mi escritorio antes de caminar hacia la cama y arrojarse boca abajo aun conmigo en su espalda. Lo escuché gritar siendo ahogado por las sabanas antes de golpear un par de veces el colchón con sus manos. Limpie mi rostro con camiseta.

—¿Te sientes mejor? —pregunté en un susurro, sentandome en su espalda y acariciando sus rizos—. Sabes que no lo hice a proposito, sabía que enloquecerias si te lo decia.
—¡Claro, porque el hecho de que dos de los Fire Spirit nos llevaran a tomar un helado no me afecto! Tape su boca con mi mano—. Shh —silencie—. Mi abuela puede escucharte. Me matara si lo sabe.
Se sacudió mi mano—.

Tendría que decirselo —siseo—. Tal vez si te encierran a lo Rapunzel dejarias de meterte en lios.

—Estas exagerando —rodee los ojos, antes de inclinarme hacia adelante y besar su mejilla—. ¿Me perdonas, Seb?
—No.
Le di otro beso—. ¿Me perdonas, Sebitas de mi vida?
—No.
—Te comprare un set completo de esmaltes si me perdonas. —ofrecí.
—¿En tonos pastel?
—Los que tu quieras. —acepté con una media sonrisa.

—Esta bien, estoy de acuerdo en que una amistad de tantos años como la nuestra no se puede tirar a la papelera solo porque eres un idiota —se volteo, arrojandome de costado sobre la cama—. Pero me debes los detalles, quiero saberlo todo.
—No hay mucho que decir.

Elevo una ceja—. Cariño, soy como un perro entrenado. Puedo sentir el olor de la atracción a kilometros — toco su nariz con el indice—. Y tú y Joel, apestan a ello.
—No sé de que hablas —sentí mis mejillas colorearse—. Nosotros solo somos amigos.
—Tienes las mejillas rojas —canturreó—. ¿Te gusta el chico malo?
—Claro que no.
—¡Ahí esta el tic! —grito, apuntando a mi mejilla—. ¡Te gusta!
—Baja la voz, maldición.
—¿Se besaron? —siguio sin hacerme caso. Mis mejillas estaban hirviendo—. No.
Sebas me examino por unos segundos, su boca se abrio en shock antes de que gritara—. ¡Oh por dios, tu primer beso! ¡Cuentame!
—¡Cierra la boca, pelmazo! —me arroje sobre él, tirandolo al suelo y colocando mi mano en su boca.

Me miró con diversión—. Si, nos besamos. Fue muy lindo y él fue muy dulce, es todo lo que sabras, no insistas.
—MMM-MMM.
—No, claro que no. —rodee los ojos—. ¿En serio crees que dejaria que me metiera mano?
—MMM-MMM-MMM.
—Eso dolio, ¿sabes? —fruncí el ceño—. La perra en celo aquí eres tu.
—MMM. —me miró mal.
—Tu tambien lo eres. —lo miré con la expresión más seria que encontré—. No puedes decirle esto a nadie.

Aparto mi mano—. ¿Entonces son novios o algo?
—Somos amigos.

—Oh claro, amigos —asintió con duda antes de abrir la boca y comenzar a cantar:— Y por eso los amigos deberían dormir en camas separadas y los amigos no deberían besarse como lo hace él...
—¡Sebas! —chille.

Dandome un empujón, el rizado me quito de encima y se puso de pie, corriendo hacia la puerta mientras seguia cantando. Sacudí la cabeza, escuchando sus pasos al bajar por las escaleras. Alcanzando mi celular, encendí la pantalla y sonreí.
"Buenos días, mio piccolo".

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La frase de Sebas es la canción de Ed Sheeran "Friends" que es lo más bonito que oiréis jamás. Además, define joerick 100%.

Capitulo cortito, mañana más ✨🖤

𝖒𝖎 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 - joerick (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora