Capítulo cuatro.

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[JOEL]

-Quédate ahí. -gruñó Kaled, mientras empujaba mis hombros hacia abajo para que me sentara en una de las sillas de la cocina.

-Pero...

-No lo digas o tendré que golpearte. -dejo caer un plato con lo que parecía una tortilla y se sentó frente a mi, con su taza de café en la mano-. Come.

-No tengo hambre.

-¿Ahora me vas a decir que no puedes dormir pensando en ese bambino? -se quejó, mirándome con el ceño fruncido-. Come el maldito desayuno que te preparé o haré que te lo tragues y sabes que eso no es algo bonito.

Rodando los ojos, tome el tenedor que había dejado a un lado del plato y corte un trozo de la tortilla, llevándola con miedo a mi boca. Mi hermano podía tener buenas intenciones pero era un real asco en la cocina y la cosa/tortilla/masacote sobre mi plato no parecía demasiado comestible que digamos. Oliendo el pequeño trozo en la punta del tenedor, miré nuevamente a Kaled quien me miraba expectante antes de abrir los labios e introducirlo como si fuese una cucaracha moviendo las patas.

-Oh joder, deja el show -Kaled dejo su taza en la mesa antes de ponerse de pie, quitarme el plato y tirar el contenido en el cubo de basura. Antes de que pudiera decir algo, tenia una taza de café en las manos-. Toma eso por ahora, pero quiero que pases por el café del centro y comas algo.

-No tengo cinco años.

-Pero te comportas como un niño malcriado. -tomando el diario, me dio una ultima mirada antes de poner su vista en él.

Solté un bufido pero una mirada dura de su parte logró que mantuviera mi boca cerrada. Sabia por experiencia propia que decir algo en ese momento era algo así como arrojar un desafío de fuerza que seguramente perdería, avergonzándome frente a los demás.

-Buenos días. -balbuceo Richard con voz somnolienta mientras entraba a la cocina, usando solo unos oscuros bóxer que no hacían nada por esconder su mercancía.

Hice una mueca-. Me sentará mal el café, maldición.

-Oh vamos, tu eres el que más disfruta del paisaje. -movió las caderas y la cosa dentro de la tela se movió.

Me cubrí la boca cuando las nauseas subieron. Me podían gustar los chicos, me encantaba tener sexo con ellos pero esto... era Richard, algo así como ver a Kaled desnudo. Simplemente asqueroso. Apartando la mirada, intenté borrar la traumante imagen de mi mente. Eso dejaría huella, seguro.

-Richard -advirtió Kaled-. Ponte unos malditos pantalones. Suri despertará pronto y no queremos que salga corriendo por verte en pelotas.

-Ustedes exageran, soy un maldito modelo -aseguró mientras se dirigía a la heladera y tomaba la caja de jugo bebiendo directamente de ella mientras se rascaba los huevos con la otra mano.

-Un modelo de un australopithecus -me burle antes de mirar a Kaled-. Hemos estado viviendo con el eslabón perdido y no nos habíamos dado cuenta.

Kaled rio-. No creo que nos den mucho si lo vendemos a alguna universidad para que experimenten con él, probablemente nos lo devolverían.

-Por el amor de Jesucristo, Richard ponte ropa -gruño Luis entrando a la cocina seguido de Dacel.

Richard aparto la caja de sus labios, miró hacia el castaño y soltó un eructo que probablemente se escuchó hasta en Argentina. Devolviendo la caja a la heladera, se volteo y procedió a hacer un extraño baile, que prometía ser algo sexy y termino siendo como ver al teletubi amarillo bailando hula-hula y se quito los boxer, dejando sus joyas al viento. Una ola de ahorcadas e insultos procedió al suceso pero la verdad ya todos estabamos acostumbrados a la vena exhibicionista de Richard.

𝖒𝖎 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 - joerick (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora