Capítulo dieciocho

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[JOEL]
—Wow, esta casa realmente es enorme. —susurró Erick mientras cerraba la puerta principal detrás nuestro.
—Lo es —acepté—. Pero ni siquiera usamos la mitad de la misma.

Mamá siempre habia sido una persona estravagante y no habia abocado este rasgo solamente a sus gustos en moda, sino tambien en arquitectura. Kaled y yo habiamos remodelado gran parte del lugar hacia un par de años pero el estilo victoriano aun predominaba en la estructura de la casa. Cerrando algunas puertas, decidimos que vivir en las habitaciones frontales de la casa era la mejor idea. La planta alta contaba con doce habitaciones, todas con baño contiguo, pero solo cuatro eran utilizadas por nosotros. El primer piso contaba con cinco habitaciones, Richard y Luis habian decidido quedarse con dos y utilizar una tercera como espacio para sus porquerias electronicas. Cocina, sala, gimnasio y despacho habian sido colocados tambien en la primer planta.

Erick dio un giro sobre la punta de sus pies, observando con atención cada detalle en el recibidor de paredes amarillas. Me quede mirando su delgada figura como un idiota. Su cabello castaño caia en flequillo sobre su ojo izquierdo y por más que lo alejaba, parecia siempre volver al mismo lugar. Sus labios rosas estan curvados en una suave sonrisa, dandole un efecto más aniñado a su rostro. Su cuerpo agil parecia moverse con una sutileza increible mientras giraba.
Deteniendose, bajo a sus pies y me miró—. ¿Por que me observas de esa forma?
—¿De que forma? —incliné la cabeza.
—No sé, esa forma —movio su mano frente a mi rostro—. Como si quisieras comerme.

—Quiero comerte —reí—. Pero primero voy a dejar que te cambies, tenemos todo el día para jugar a Caperucita Roja y el lobo.
—Acabas de arruinar un cuento que me gustaba.

—Lo siento, siempre podemos jugar a Erick en el pais de las maravillas —le guiñe un ojo—. Te puedo llevar allí cuando quieras.
—¿No puedes estar dos segundos sin hacer un comentario con doble sentido?

Lo pensé un minuto antes de negar con la cabeza—. No, lo siento —caminé a su lado y enganche mi brazo con el suyo—. Vamos Blanco Nieves, voy a presentarte a mi enano.
—Eres un cerdo. —murmuro.

—Eso ya me lo habias dicho. —reí, arrastrandolo por las escaleras hasta la planta alta.

Mi habitación era la que quedaba más alejada de las escaleras, al final del pasillo. Erick me siguió obedientemente por el lugar hasta que me detuve frente a mi puerta y la abri de un empujon, dejandolo pasar primero. Sus ojos se dispararon hacia todos lados cuando entro y por un momento me sentí nervioso mientras lo veía examinar mi habitación, preguntandome si esta seria de su agrado.

El lugar no era nada del otro mundo. La pared opuesta a la puerta era enteramente de ventanales de cristal con cortinas blancas. Mi cama estaba cubierta de edredones negros y blancos mientras que la pared detrás de la cabecera de la misma era de un gris oscuro y estaba decorada con varias fotografias que habia tomado con el correr de los años. A la izquierda estaba el closet y la puerta del baño, tambien un pequeño escritorio que habia usado durante la secundaria y en el que ahora se encontraba mi portatil.
—Este lugar es tan... tu —me sonrió sobre su hombro—. Me gusta.
Solté el aliento que no me habia dado cuenta de que habia estado sosteniendo—. Me alegra que lo apruebes.

—¿Pretendes enseñarme el baño en algun momento? —preguntó luego de unos segundos, la burla brillando en sus ojos miel.

—Pretendo enseñarte tantas cosas, piccolo —aseguré—. Pero si quieres conocer el baño supongo que podemos empezar con ahí.
—Ahí vas de nuevo. —rodó los ojos y no pude evitar reir.

Caminando hasta mi closet, saqué un par de pantalones y una camiseta y se las tendí. Erick los tomo rapidamente y le hice un gesto hacia la puerta a un lado.
—Si quiere me ofrezco como voluntario para ayudarte a limpiarte —me ofreci—. Usame como tu esclavo.
—Bien —asintió mientras se dirigia a la puerta—. Traeme algo de comer, tengo hambre.
—Esa no era mi idea.
—Seguro que no. —rió mientras entraba al baño y cerraba la puerta detrás de él.

Sacudiendo la cabeza, sonreí como estupido mientras salia de la habitación y bajaba las escaleras hasta la cocina. Luis, Richard y Kaled estaban allí. Los tres me miraban con expresiones guasonas en sus rostros, como si supiesen algo que yo no. Ignorando a los tres chiflados, me dirigi al refrigerador y abrí la puerta.
—¿Que haces? —preguntó Luis.
—Busco comida.
—¿Para quien? —presionó.

Lo miré sobre el borde de la puerta, estaba seguro de que nadie nos habia visto entrar a la casa así que Luis no tenia como saber que Erick estaba en mi habitación.

—Para mi.
—Oh. —asintió. Dandole una ultima mirada, volví a mi busqueda—. ¿Como esta Erick?
—Bien, cambiadose en mi... —me detuve, volviendo a mirarlo—. ¿Como rayos lo supieron?

Suri se encogio de hombros—. Tenemos buen oido —hizo un gesto hacia Richard—. Y Richard le puso un rastreador a tu celular, supimos cuando entraste a la instituto de Erick y supusimos que lo traerias.
—¿Por que Richard le puso un rastreador a mi telefono?

—Kaled me lo pidio —dijo el rubio con tranquilidad, dandole una mordida a su manzana—. Nos es más facil encontrarte cuando te emborrachas hasta perder el sentido.
—¿Así que, por que esta Erick cambiandose? —pregunto Luis intentando sonar casual—. ¿Acaso tu y él...?
—Cierra la boca, idiota —sisee—. Y no digas algo así frente a él, lo avergonzarias.
—Oh, pobrecito, lo avergonzaria. —se burlo.

Tomando un huevo del refrigerador se lo arroje, dandole de lleno en la cabeza y ensuciando todo su cabello. Luis me fulmino con la mirada cuando el espeso liquido se escurrio dentro del cuello de su camiseta. Le mostre la lengua, eso le enseñaria a no meterse con Erick.

Rebuscando dentro de la heladera, preparé un rapido sandwich y salí pitando de la cocina hacia las escaleras. Escuché a Luis gritar algo sobre una venganza pero no me detuve para averiguar que era exactamente lo que estaba diciendo.

Entrando a mi habitación, mi sonrisa volvio cuando vi a Erick acostado sobre mi cama con los ojos cerrados. Mi ropa holgada bailaba en diminuto cuerpo mientras se acurrucaba en el centro de los edredones. Dejando el sandwich sobre la mesa de luz, me senté en borde de la cama y lo miré por unos segundos. Sus ojos se abrieron y se volteo a mirarme, una sonrisa tirando de sus labios.
—¿Tomando una siesta, piccolo?
—Uh-uh —asintió, volteandose hacia mi—. Tengo sueño, Zy, ¿te acuestas conmigo?
—He estado intentando eso mismo desde que te conoci.

—Aggh —lanzo un manotazo en mi dirección—. ¿Puedes dejar eso? Quiero que te acuestes a mi lado, solo eso.

Riendo entre dientes, me desplace hasta quedar acostado a su lado y lo atraje hacia mi cuerpo. Acariciando su cabello suavemente, recordé una de sus frases cuando nos conocimos.

—Cuando te pregunte tu edad dijiste que faltaba un mes para tu cumpleaños —musité—. Cuando es exactamente.
Uno de sus ojos se abrio parcialmente—. En dos días.

—¿Estas diciendome que serás mayor de edad en dos días y no pensabas informarmelo?
—Temo lo que puedas hacer con esa información —rió.

—¿Sabes que voy a hacer? —pregunté. Negó con la cabeza—. Darte el mejor cumpleaños que has tenido jamás.
—¿Y como piensas hacer eso?

Lo pensé por unos segundos, intentando encontrar alguna buena idea en mi brillante cerebrito. Una luz se encendio cuandose me ocurrio.
—¿Alguna vez has estado en un club?

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mi regalo de navidad para todos vosotros, espero que hayan pasado un bonito día (estoy muy cansada así que máñana corrijo algún fallo si hay 🤪) 🖤🌿

𝖒𝖎 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 - joerick (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora