Capítulo seis.

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[JOEL]

—¿Que se supone que estás haciendo?


La voz de Dacel logró que saltara sobre mi trasero, cayendo del sofá y golpeando mi cabeza contra la punta de la mesa ratona. Sentándome, froté el punto de dolor y miré mal al castaño. Si el chico seguía apareciéndose de ese modo seguro iba a morir joven. Siempre había tenido la mala costumbre de sorprenderme, un día iba a lograr su cometido y me iba a dar un sincope por su culpa.


—Voy a ponerte una campana de iglesia en el cuello, a ver si así haces algún jodido sonido cuando entras a una habitación. —me quejé.


Saltando sobre el respaldo del sofá, movió su gran cuerpo hasta que estuvo sentado y me miró—. ¿Qué estabas haciendo?


—Rascándome las naranjas —respondí mientras metía la mano bajo el sofá, buscando mi celular que había volado de mi mano cuando había tocado el suelo—. ¿Porque estas fastidiandome?


—¿Te moleste? —hizo un gesto falsamente sorprendido—. Lo siento, jamás fue mi intención molestar a su majestad.


—Ese es el respeto que he estado pidiendo —señale—. Sigue diciéndome "su majestad" y tal vez no te golpee.


Se rió, colocando los codos en sus rodillas antes de descansar su barbilla en la palma de sus manos. Era extraño ver a un hombre tan grande como él en esa posición, daba una imagen de montaña sonriente que estaba a punto de golpearte, si eso tenia algún sentido. Su sonrisa se hizo más grande cuanto más tiempo me miraba, hasta que finalmente logró incomodarme.

—¿Por qué me miras así?

—Estoy pensando.


—Aleluya, ha ocurrido un milagro —coloque la tapa de mi celular y lo encendí, rezando para que el chat con Erick no se hubiese perdido—. ¿Qué ha traído a nosotros tremendo suceso?

—Un día vas a morderte la lengua, Joel, y tu propio veneno será el que te mate. —aseguró.

Lo miré alzando una ceja—. ¿Me estas tratando de víbora, plebeyo?

—Siempre has sido venenoso, enano. —se burló, logrando que me arrojara sobre él y comenzará a golpearlo.


—¿Ustedes siempre tienes que estar golpeándose? —la voz tímida y dulce de Suri logró que me detuviera para mirarlo.


El chico era físicamente de la misma complexión que Erick, delgado y pequeño de estatura. Aunque tenia la impresión de que la apareciencia de Suri no se debia a genética, si no a años de malos tratos. Su cabello había sido recortado recientemente y ahora se acomodaba en un peinado al viento dejando su rostro descubierto. Sus ojos castaños tenían forma de almendras y era demasiado jodidamente pálido para su bienestar. El chico podía participar en una película de vampiros sin maquillaje.

—Hey, Sus, ¿que te ha traído a... la sala? —pregunté.

—No me digas Sus —se quejó suavemente—. Pensé que había sucedido algo, te escuché gritar y...


—Pensaste que uno de estos malditos desconsiderados al fin había obtenido su venganza —terminé por él mientras me ponía de pie—. No te preocupes, cuñadito, soy demasiado bonito como para que me maten.

—No me digas... —rodó los ojos—. Contigo no se puede hablar, eres un idiota.


—Hey, eres la segunda persona que me dice eso en el día —sonreí—. Tal vez tu y Erick deberían hacerse amigos —lo pensé un segundo—. Pensándolo bien, esa seria una buena idea.  Si tu fueras su amigo, hablarías cosas buenas de mi y Erick dejaría de pensar que soy un gigolo, cosa que soy pero no tiene porque restregarmelo en la cara.

𝖒𝖎 𝖕𝖊𝖖𝖚𝖊ñ𝖔 - joerick (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora