Capitulo 5

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Han pasado casi dos semanas desde que llegué a este lugar. Dos semanas desde que trabajo para la señorita Gray, y dos semanas desde que no veo a mi familia ni a mi novia. Sin duda, dos semanas de lo mas duras para mí. 

Las clases de Fergus en casa de Eleanor Gray -si es que me puedo permitir llamarla de esa manera- han sido tranquilas y cotidianas. Sin embargo, no he podido evitar sentir que algo en mi le molesta a esta excéntrica muchacha de cabellos anaranjados. 

Durante los entrenamientos de Fergus donde no requiero de su participacion, se sienta en el sillon frente a nosotros, con la mirada ausente y absorta, y permanece quieta y sentada con las manos sobre su regazo y muy derecha. De pronto, me trae a la mente la imagen de una prolija muñeca de porcelana rusa. O quizas una muñeca Ucraniana, o mas bien alguna muñeca Escandinavia. Lo cierto, es que para nada se parece a una persona. 

Cuando terminamos la sesion, ella agradece mi ayuda y se despide con un simple "Buenas tardes" para volver a sentarse en su mecedora de madera crujiente y con Fergus sentandose frente a la mecedora, muy cerca, como si buscara hacerle compania a la ciega. 

-¿Comenzamos?- Le pregunto al perro como si este tuviera la oportunidad de responderme y el se sienta ansioso por nuestra rutina. 

Logro que el perro me guie por la habitacion sin hacerme chocar con los objetos a mi alrededor, y como segunda tarea, logro que me ayude a sentarme en cada una de las sillas, sillones y asientos de la casa, incluyendo la cama y el retrete. El perro hace su trabajo de maravilla esta vez, y le ofrezco un dulce para perros por su excelente tarea. 

Mientras le ordeno a Fergus descansar luego de media hora de entrenamiento ininterrumpido, me siento en el sillon individual, que se encuentra junto al sofa mas grande, donde Eleanor está sentada, con esa postura casi expectante con la que se sienta siempre. 

-Aprende rápido- Comento en un jadeo por el ejercicio que acabo de hacer, pero suena mas como a una risa- Es un perro muy listo. 

Ella no dice nada, permanece en silencio "mirando" al frente.

-¿Sabe, señorita Gray?- Digo de nuevo, intentando tirarle de la lengua.

-Puedes decirme Eleanor, si te resultas más comodo- Comenta, y trago saliva antes de agachar la vista- No me termino de acostumbrar a la formalidad que manejas- Y por primera vez en todo este tiempo, un atisbo de sonrisa tira de sus labios. El musculo dentro de mi pecho se estruja un poco, y trato de mantener la compostura.

-Lo siento, honestamente no sabia como dirigirme a ti- Rio yo, esta vez- ¿Sabes, Eleanor? No solo entreno lazarillos. 

-¿No?- Susurra suavemente, como si constantemente le pidiesen que guarde silencio- Es de suponerse, creo. Debe entrenar perros con otros objetivos. 

-En realidad mi especialidad son los casos de lazarillos- Comento y entrelaza sus dedos por encima de sus rodillas- Pero no me dedico solo a los perros, si no a las personas que guiarán.

Algo en ella la hace reclinar todo su cuerpo hacia atras, y su espalda choca suavemente contra el respaldo del sofa- Ya veo. Te contraté porque oí que eres bueno con los animales de guia- Vuelve a recargar todo su peso hacia adelante, inclinandose sobre sus rodillas mientras permanece sentada- Pero no sabia que asesorar a tus clientes invidentes era parte del combo. 

-Es mi trabajo- Sonrio, aunque no me pueda ver- Por eso el costo es un tanto alto. 

-Pero vale la pena- Susurra, y su voz cae tan bajo que pareciera perderse en el silencio. 

-Si me lo permites- Digo, tendiendole una mano- Ahora que dejaré a Fergus descansar unos minutos, podriamos enfocarnos en ti.

-¿En mi?- La propuesta parecerle tomarla por sorpresa.

-Dame la mano- Digo acercando mi mano a la suya pero apenas siente el contacto, la retira bruscamente, igual que la primera vez que nos vimos. Sin embargo, quizas aun desconfiando, se deja ayudar y la toma- ¿Puedes pararte?

-Si... pero dame un segundo- Pide en un susurro casi inaudible- Me cuesta un poco...

Todo el peso de su brazo recae en mi mano y se pone de pie en lo que se aferra  a otro objeto.

Me gustaria preguntarle porque le cuesta caminar o movilizarse por el reducido monoambiente, pero decido que quizas sea una pregunta que la incomode ahora.

-¿Puedes?- Vuelvo a preguntar, y esta vez sueno preocupado pero ella asiente con la cabeza. Decido tomar su otra mano con mi mano libre y asi guiarla lentamente caminando delante de ella- Mira... quiero que te pares aquí. ¿Que objeto es este? ¿Puedes identificarlo?

Con su caracteristica timidez, pasa sus dedos suavemente por el objeto, con delicadeza, como si acariciara los petalos de una rosa.

-Pues... es...- Sus manos recorren el objeto seleccionado de arriba a abajo- Creo que es mi mecedora... Se siente como mi mecedora...

-Estas en lo cierto- Digo en voz clara- Y si das un par de pasos por aqui- Con mis manos la guio lentamente un par de pasos mas lejos, donde se encuentra el refrigerador- ¿Y esto?

-Por el tamaño de la manija- Dice mientras desliza los dedos por ella... y luego por la parte superior, llena de calcomanias, stickers e imanes de distintos tamaños- Esto es el refrigerador... ¿Cierto?

-Ya enserio, ¿Estas mirando?- Me atrevo a bromear para luego arrepentirme; lo primero que se me viene a la cabeza es que volvera a introvertirse.

Pero su reaccion me deja atónito.

Su rostro se estira y sus labios se ensanchan hacia los costados, para luego dejar al descubierto una bonita hilera de dientes.

Eleanor esta sonriendo.

-Y si sigues por aquí- Digo con la misma voz que antes, intentando disimular mi emocion por haber logrado que sonría- Hay un angosto pasillo que te guía a tu habitación.

-Lo sé- Susurra aminorando un poco su amplia sonrisa de antes- Lo recorro todos los dias.

-¿Alguna vez te tropezaste con alguno de los objetos en la habitacion?

-Seguido- Susurra esta vez completamente seria.

-Fergus va a ayudarte con eso... ¿verdad amigo?- Me dirijo al can, quien ya terminó de saborear su premio- Ven.

El can se levanta del suelo y se dirige hacia nosotros. Vuelvo a enganchar en su collar el arnes especial y lo acerco a la mano derecha de Eleanor- ¿Recuerdas tus dias en el utero?

-¿Qué?- De pronto, vuelve a sonreir y esta vez aun mas ampliamente que antes.

-¿Recuerdas el cordón umbilical? Bueno, este arnés especial te lo recordará todo el tiempo- Afirmo- Dame tu mano, Eleanor.

Ella me tiende su mano y la tomo suavemente, colocando cada dedo en el lugar correspondiente del arnés. Una corriente electrica recorre mi brazo cuando la yema de mis dedos rozan con los suyos- E-esto... asi se sujeta- Balbuceo y agradezco que este lo suficientemente concentrada en lo que le digo como para notar mi nerviosismo- Cuando Fergus y tu caminen por la habitacion, tu le indicaras con un tiron del arnes que quieres ir mas despacio... ¿Esta bien? Y tiras dos veces cuando desees que detenga...

Y en ese momento, me permito observarla.

Su cabello desprolijamente atado en una cola de caballo ondea en unos suaves y enredados rizos color zanahoria. Su caracteristica ropa comoda y sencilla me habla de su humildad... pero algo llama mi total atencion.

Tanto su rostro palido y terso, como su cuello, manos y tobillos estan cubiertos de ligeras y pequeñas marcas irregulares, absolutamente extrañas.

-¿Puedo intentar?- Su voz me saca de mis cavilaciones y sacudo mi cabeza ligeramente.

-Adelante- Digo, tan convincente como puedo.

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