Capitulo 7

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Mis obligaciones con Fergus comprenden desde llevarle el alimento una vez por semana a casa de Eleanor y asegurarme de que ella lo alimente con regularidad, hasta encargarme de de asearlo, entrenarlo y ejercitarlo, y... porsupuesto, tambien pasearlo.

Pero ultimamente, y despues de los progresos del talentoso can y su noble dueña, Eleanor, me pareció una buena idea sugerirle que era hora de salir de las cuatro paredes de su apartamento y pusieramos en practica un mes de entrenamiento... afuera, en las calles de Oregon.

Me encuentro en la peluqueria canina, esperando mi turno para que bañen y aseen a Fergus, cuando una llamada entrante me alerta y tomo el movil de mi bolsillo para contestar.

-¡Hansel!- La voz chillona de Kelly Weebers, mi prometida, llena mi oido  izquierdo y separo el telefono de mi oreja por un instante.

-¡Buenos dias, prometido y amado futuro esposo!- La regaño y oigo un resoplido- dios, Kelly, ¿Quién te crió, un primate?

-No cambies el tema- Argumenta- Adivina lo que compre.

-No exprimas mi tarjeta- Vuelvo a regañarla, pero esta vez, una risa macabra proviene del otro lado de la linea y una señora a dos sillas de distancia me mira de reojo- Recuerda que todavia no he cobrado el primer mes de trabajo aquí. 

-¿Te puedo contar lo que compre o seguiras sermoneandome?- Espeta con indignacion y masajeo el punto que conecta mis cejas, mi frente y el puente de mi nariz. 

-Me muero por saber en que has gastado mi dinero- rezongo una vez mas. 

-Nuestro dinero- Aclara- Y lo he gastado en...- Hace un silencio suspencial, como si intentara generarme tension o algo similar- ¡Las alianzas!

-¡¿Compraste las alianzas?!- Exclamo de pronto, tan fuerte, que todos los ojos de casi toda la peluqueria se me quedan viendo fijamente... respiro hondo y siento como el fastidio y la verguenza publica arden en mi pecho- Señora- le digo a la mujer cuyo perro ya están atendiendo- ¿Podría vigilar a mi perro, solo un segundo? Debo hacer una llamada...

Salgo fuera del local, y me llevo el teléfono a la oreja nuevamente... a pesar del silencio penetrante, se que ella sigue allí.

-Cuánto, Kelly... sólo dime... cuánto- Suspiro hondo, como cada vez que logra satisfactoriamente sacarme de mis casillas.

-Pues... me hicieron un descuento...

-Kelly Weebers- gruño impaciente y permito que note mi insistencia, pues se el motivo por el cual no va al grano

-No me salieron mas de ciento cincuenta...

-¡¿CIENTO CINCUENTA?! ¡¿CIENTO CINCUENTA DOLARES?!

-¡CIENTO VEINTISIETE! ¡CIENTO VEINTISIETE MALDITOS DOLARES QUE INVIERTES EN EL AMOR DE TU VIDA Y HACES UN ESCÁNDALO!

Casi puedo asegurar que el enojo no me permite respirar con tranquilidad y estoy al borde de las lagrimas- Nena, ¡No puedes gastar tanto en dos anillos!- Esta vez, sueno irritado hasta el carajo, pero sé bien que ahora ella también lo está- No somos Kim Kardashian y Kanye West ¡¿Lo sabes?!

-¡Lo unico que sé es que no nos casaremos dos veces!- Ahora no se quien de los dos esta mas alterado.

-Kelly Kelly Kelly- Espeto enojadisimo- Estoy trabajando duro para pagar nuestra boda, pero tienes que reconocer que hay una ligera diferencia entre una boda de ensueño y una boda de lujo... y cariño, sabes que jamas podría costear la segunda... ¿Entiendes?

-¿Trabajando duro?- Ahora suena como si me reprochara y trago saliva... esto se ha transformado en una de nuestras tantisimas discusiones- ¿Es tan duro entrenar a un perro tres veces por semana?

-No te metas con mi trabajo, Kelly. 

-Vete a la mierda, Hansel- Y con la voz quebrada, cuelga. 

Trago saliva, y miro la pantalla de mi telefono apagada... toda la conversacion da vueltas en mi cabeza y vuelvo a restregar mis sienes con los dedos, intentando calmarme... Intento convencerme a mi mismo de que fue mi culpa, yo la provoqué y no debí haber hecho una escena melodramatica por un par de dolares malgastados. 

Le marco con ansiedad pero suena cinco o seis veces antes de mandarme al buzon de voz. 

Kelly Weebers es, con frecuencia, la razon de mi locura. 




~






Me coloco los audifonos y comienzo a caminar lentamente a casa de Eleanor, a pesar de lo lejos que esta de la casa de los Miller. Antes de estar lo suficientemente lejos como para poder volver, me percato de que llevo conmigo llaves, telefono, dinero para el pasaje de vuelta y todo lo necesario. 

Camino por un rato y el aire caliente del dia me golpea con tal impetu que por momentos me ahoga y me sofoca, pero eso no me detiene. Llevo ropa ligera y comoda, el sol brill con fuerza e intensidad a pesar de la epoca otoñal, y las calles atestadas de gente parecieran indicar que hoy puede ser un buen día.

Pero para mí, no lo será.

No puedo quitarme de la cabeza, mi discusion del dia de ayer con Kelly, y a pesar de que intento autoconvencerme de que es solo una simple discusion, no puedo. He intentado llamarla todo el resto del dia, pero no atendio el telefono ni una sola vez. Algo me dice que esta vez se enojó mas de la cuenta.

Para cuando llego a casa de Eleanor, una fina capa de sudor corre por mi frente, y me reprendo a mi mismo por mi condicion fisica. Entro en el edificio y toco tres veces en la puerta de Eleanor. Escucho su voz suave, que me concede permiso para entrar y así lo hago.

Como siempre que entro a su apartamento, Eleanor me espera sentada en su mecedora de cara a la ventana, como si pudiese mirar a traves de ella. En sus pies, Fergus permanece recostado en el piso, tomando una siesta matutina.

-¿Eleanor?- Intento llamar su atencion pero no parece notarme si no hasta unos segundos despues.

-¡Hansel!- Exclama y se pone de pie ayudandose de la silla, y cuando voltea, me sonríe tan ampliamente que pareciera que vió un angel- No pensé que eras tú. ¿Hoy es Martes?

-Asi es- Afirmo no muy seguro de lo que voy a decir a continuacion- Sabes, estuve pensando...

-¿En qué?- Curiosea y da un par de pasos en mi direccion. Su pelo enmarañado, de ese caracteristico color ladrillo, se encuentra suelto a pesar del intenso calor.

-En que... quizás, es una buena idea que paseemos a Fergus- Comento. Su cuerpo entero se tensa en respuesta, y su semblante pasa de tranquilo a serio en cuestion de dos segundos- ¿Qué? ¿Mala idea?

-No, no es eso...- Susurra de nuevo con su voz dulce y fragil- Es que... hace muchisimo tiempo que no salgo de estas cuatro paredes... nisiquiera recuerdo que se siente estar afuera- Sus ojos se llenan de lagrimas y suspira- A veces... creo que me quedare aquí para siempre...

Un silencio se prolonga entre los dos... un silencio tajante, que me hace sentir como si ella intentara ordenar sus pensamientos.

-Hansel- Me llama y me acerco un par de pasos hacia ella, hasta tenerla a menos de medio metro- ¿Cuanto tiempo es para siempre?

Y entonces, se quiebra. En mil pedazos diminutos.

Su rostro se torna rojo y las lagrimas apenas lo rozan anres de caer violentamente contra el suelo. Sin pensarlo dos veces, la envuelvo entre mis brazos.

-A veces, solo un segundo.

Acuno su cabeza en mi pecho y mis manos se enriedan entre sus rojizos cabellos. Su sollozo golpetea casi al ritmo de mi corazon acelerado, y entonces, lo entiendo.

A veces, vemos nuestros problemas como gigantes, y no nos damos cuenta que, en realidad, los gigantes somos nosotros.

Y Eleanor... ella sin duda es mucho mas gigante que lo que sea que la aterra.

Solo necesita aprender a ver las cosas de otro modo.

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