La cena de despedida de año ha sido, por lejos, mucho mas tranquila y bellaque la cena navideña.
Y al día siguiente, Eleanor y yo debíamos partir nuevamente a Oregon.
Y ahora, han pasado quince días desde que volvimos.
Durante los primeros días que estuvimos de vuelta, decidimos descansar. Pero luego, comenzamos a trabajar duro en nuestro proyecto.
Al principio, queríamos que fuera un negocio pequeño, ya que se trataba de su propio departamento, y no habia mucho espacio disponible. Despues de una semana, y logramos terminar todo y solo faltaba comprar las cosas que Ellie iba a vender.
Pero yo habia presentado mi renuncia al trabajo con Fergus, porque no quería que Eleanor me pagará ni un solo centavo mas por entrenarlo. Y ahora, trabajaba paseando perros para la empresa y bañarlos al menos una vez al mes, pero era evidente que el pago no era el mismo.
Para cuando volvimos a Oregon, la señora Miller ya le había rentado la habitacion a alguien más. Sin decirle nada a Ellie, dormi dos días en un motel de mala muerte, pero cuando me preguntó sobre el tema, no quise mentirle y, basicamente, se quitó su zapato derecho y me pegó en la espalda, por no preguntarle a ella si podia quedarme en su departamento y evitar gastar dinero en un motel.
Y es que con tanta gente disertando y vacacionando de acá para allá, no habia espacio en ningun hotel económico, y simplemente no me quedó otra opción. Asi que fuí a parar al sofá de su casa.
-El otro día- Comento, reprehensible, mientras bebo un vaso de agua- Entré a ducharme... y adivina qué encontré en mi espalda- Noto como tuerce los labios y abre grandemente los ojos- Una marca de zapato de piso femenino, de talla 6.
-No te pegué tan fuerte- Balbucea, como si la estuviera sermoneando- Debiste decirme.
-Ahora tengo un tatuaje- Murmuro, pretendiendo sonar enojado.
-Debe verse bien- Insiste y bebe de su té.
Dejo el vaso, y seco el sudor de mi frente- Y hablando de baño... ¿Puedo usarlo?
Asiente, sin decir más, y deposito un beso en su mejilla.
-QUE ASCOOOOOO- Grita, limpiandose la mejilla con el puño, y estallo en carcajadas- ESTAS TODO SUDADO, VETE A BAÑAR, A-HO-RA.
-¡¿Para qué crees que te pedí el baño?!- Rio mientras corro a su habitación y noto como un quejido brota de su garganta. Cierro la puerta de su habitacion y luego, abro la puerta del baño.
Entro a la ducha y comienzo a bañarme, coloco un poco de shampoo para cabello en la palma de mi mano derecha, y restriego mi cabello. Me molesta un poco que la cortina de la ducha me llegue a la altura de los hombros, pero no creo que pueda hacer nada al respecto.
Salgo, y me visto con ropa limpia.
Estoy a punto de salir de la habitacion de Eleanor, cuando al otro lado escucho una voz. Una voz femenina, adulta y madura. Como de unos cuarenta o quizás un poco más.
Puedo oir como parlotea sobre lo mucho que extrañaba a Ellie, y cuanto ansiaba volverla a ver. Quiero salir a ver de qué se trata, y al mismo tiempo, quiero husmear detrás de la puerta.
Me armo de valor suficiente, y cuando abro la puerta de la habitacion, lo primero con lo que se topa es con una Eleanor de espaldas a mi, y una señora vestida con vaqueros, sueter y zapatos semialtos. Una mujer de piel trigueña, cabello pelirrojo y abundante joyeria.
-Madre mía- Balbucea, sin aliento, cuando sus ojos chocan conmigo, y no se exactamente que decir.
-¿Hansel, eres tú?- Pregunta Ellie, y voltea un poco. Camino hacia ella, y me quedo de pie justo detrás.
-Si si, soy yo- Murmuro y vuelvo a mirar a la mujer, quien no para de mirarme de reojo.
-¡Leonor!- Exclama ella- ¿Este es tu esposo? Por la virgencita de Guadalupe- Dramatiza, y me toma del brazo para tirar de mi y acercarme a ella. Hago un traspie y quedo a su lado. Ellie frota sus sienes cerrando los ojos.
-A ver, cariño, da una vuelta- Me pide, y frunzo las cejas, no entendiendo de qué demonios se trata esto. Pero, viendose una mujer feroz, prefiero obedecer, y giro sobre mi eje, no muy seguro de lo que estoy haciendo.
La cuarentona se persigna rapidamente sin quitarme la vista de encima ni por un instante.
-Leonor mía- Dice, con mucha seguridad- Tu esposo es ardiente. Todo un bombón norteamericano.
Trago saliva y abro los ojos de par en par. Esto no va a terminar bien.
-Basta- Pide la pobre muchacha, negando con la cabeza.
-¿Tienes hermanos?- Me pregunta a mi, y niego con la cabeza, confundido- ¿Tios, primos, sobrinos?
Temo por mi vida.
-N-no- Medio tartamudeo y me alejo un par de pasos.
-No entiendo cómo es que hiciste para encontrarme- Vuelve a quejarse Eleanor, y miro a la mujer por otro breve lapso de tiempo.
-Tengo mis maneras- Dice y guarda unos lentes de sol que llevaba en sus manos- Pero eso no importa- Y entonces, se abre paso y se adentra en el apartamento, y menea una mano en el aire de izquierda a derecha- ¡Cristo! ¡Cuanto olor a ser humano!
-Tía, ya para- Vuelve a regañarla Eleanor, volteandose en su dirección, y yo apoyo una de mis manos en su hombro derecho- Lo siento, Hansel. Mi tía tiene esa maldita forma de ser.
-¿Te llamas Hansel?- Interrumpe su labor de recorrer todo el lugar para mirarme y siento como mi ojo izquierdo sufre un tic nervioso- Hasta tu nombre es ardiente. El día que dejes a la amargada de mi sobrina, me llamas.
-¡Tia Cassey!
-¡Cassandra Lugones para ti, jovencita irrespetuosa!- Exclama entonces, y acomoda su estilizado cabello en un moño sobre su cabeza- Después de irte de mi lado, lo menos que puedes hacer es recibirme con... ¿té?
-¿Tia Cassey?- Pregunto, entonces, ya muerto de curiosidad. Y recuerdo esa mujer de la historia que Ellie me contó. Su tia, la que la acogió hasta qu cumplió sus dieciocho años.
-Asi es, guapo- Presume, mientras bate sus larguisimas pestañas
-Me llamo Cassandra Santana.

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Veo Veo ✓
RomanceUn accidente que lo cambió todo. Una joven que quedó huerfana a sus diecisiete años. Un alma rota, dolida, quebrantada y solitaria. Sus ojos sin vida, que se mecían por la habitación una y otra vez. Todo en su vida se había reducido a es...