A pesar de que Sebastián consideraba que lo mejor del virreinato eran los momentos en los que podía salir a cabalgar por la inmensidad de la campiña sintiéndose en libertad junto a Pablo Ferreira, aquello no era más que una pequeña muestra de lo que el nuevo continente tenía para ofrecerle. El criollo y él habían trabado una muy buena amistad y estaba maravillado por las aventuras que su amigo había vivido. A pesar de que era muy joven, demostró tener mucho valor defendiendo sus tierras de los malones e incluso había herido de gravedad a un grupo de indios salvajes. También, obtuvo una pequeña fortuna contrabandeando algunas mercaderías para un amigo inglés y se ganó el corazón de una docena de damas hermosas. Sin lugar a dudas, Sebastián lo admiraba gracias a sus proezas.
Después de la reunión de jóvenes, que había tenido lugar en la iglesia, conversaron con los hijos de las personas más influyentes del pueblo. Eso se lo debían a Sofía que tenía buen ojo para darse cuenta con quiénes convenía trabar amistad. De no haber sido por ella quizás los Pérez Esnaola no habrían sido incluidos en la selecta lista de invitados que solían asistir a las tertulias que tenían lugar en las casonas más lujosas.
Al igual que Sebastián, las familias poderosas del virreinato amaban las reuniones con música, baile y gente dispuesta a tener conversaciones interesantes. Por fortuna, Pablo Ferreira también solía asistir a las tertulias y aquella noche de domingo había llevado a escondidas una botella de un excelente vino especiado.
—Estoy seguro de que mi abuela no se dará cuenta. Solo tengo que procurar llenar luego la botella con vino de un tonel barato y volver a sellarla —dijo intentando convencerse a sí mismo.
—Seguro —dijo Sebastián para animarlo bebiendo un poco de vino directamente de la botella.
Tal vez, podría haber tomado cualquier copa de la mesa en donde estaban los invitados, pero eso hubiese implicado tener que volver a pasar por el salón en donde varias parejas se encontraban bailando. Era mejor permanecer en aquel sitio apartado del patio en compañía de Pablo y de dos hermosas damas que habían logrado escabullirse lejos de la mirada de las mujeres mayores.
A decir verdad, solo Magdalena era una joven soltera, puesto que también los acompañaba Ana, la nueva esposa de Juan Bustamante, el viejo dueño de la casona en la que estaban. La anfitriona que contaba con apenas quince años, luego de tomar varios tragos con ellos, les confesó que su vida era un calvario.
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Cinco espinas tiene La Rosa✔️
Historical FictionDISPONIBLE EN AMAZON EN E-BOOK Y EN PAPEL La novela «Cinco espinas tiene La Rosa», está ambientada en el antiguo Virreinato del Río de la Plata. Se narra la vida de cinco jóvenes españoles adinerados que se ven envueltos en una peligrosa trama llen...