Capítulo 39: Diego

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Pronunciar el nombre de Amanda estaba prohibido en La Rosa

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Pronunciar el nombre de Amanda estaba prohibido en La Rosa. Solo en aquellos momentos en los que ni sus padres ni su tía lo escuchaban, Diego hablaba de ella ya fuera con su hermano o con Sofía. Las opiniones de ambos sobre lo sucedido eran muy diferentes.

Sofía había sido testigo del arrebato de locura que sumió a Amanda en la desgracia, pero pensaba que pronto regresaría a pedirle disculpas a su madre y que todo volvería a ser como antes. Esperaba que fuera pronto, antes de que Antony regresara de su viaje. No quería que las malas decisiones de su hermana perjudicaran su propia reputación.

Sebastián, por su parte, defendía la osadía de Amanda y parecía cargar con una enorme pena sobre los hombros. Las pesadillas lo acosaban y en más de una ocasión se despertaba gritando. Óscar continuaba muy enfadado. Le había quitado todos sus ahorros y en lo posible no le dirigía la palabra.

Catalina lloraba mucho y a Diego se le encogía el corazón cada vez que la veía. La mala suerte perseguía a su pobre tía. No solo había quedado viuda muy joven, sino que debía cargar con la vergüenza de no saber criar a su hija.

María Esther apoyaba la idea de Sofía de adelantar su boda con Antony si el inglés regresaba al pueblo antes que Amanda a la estancia. Todos menos Sebastián pensaban que la muchacha volvería. Lo que no sabían era cuándo lo haría. Diego especulaba que sería después de la boda de Julia Duarte, la hermana del padre Facundo.

Aquel domingo los Pérez Esnaola se dirigieron a la iglesia. Era su segunda visita allí desde la partida de Amanda. Óscar les había advertido en más de una ocasión que no podían hablar con la rebelde de su sobrina a menos, claro, que les pidiera perdón y aceptara vivir bajo sus normas. Sin embargo, lo que sucedió fue muy inesperado.

—Le cederé la palabra a Pablo Ferreira que tiene un anuncio muy importante —dijo el cura y se hizo a un lado para que Pablo se colocara frente al altar.

El criollo se aclaró la garganta antes de hablar.

—Gracias por regalarme algunos minutos de su tiempo. Tengo el agrado de informarles que están todos invitados a mi boda el próximo domingo —anunció y se detuvo esperando que los murmullos se disiparan.

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