Capítulo 35: Sofía

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Diego se mostraba más frío y distante que nunca

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Diego se mostraba más frío y distante que nunca. Sofía había intentado acercarse a él en más de una oñcasión, pero estaba claro que el muchacho seguía dolido porque ella no había correspondido a su beso. A partir de aquella noche, Diego ya no era el mismo e incluso se había visto envuelto en una pelea de la que no quiso dar ningún detalle. Su ojo morado, su labio partido y sus nudillos raspados lo delataban.

María Esther y Sofía estaban muy preocupadas, mientras que Óscar parecía orgulloso de Diego. Según decía el padre del muchacho, todo hombre tenía que tener una pelea seria, por lo menos una vez en la vida. Su esposa no lo veía de la misma manera, pero el señor Pérez Esnaola había dado por terminado el asunto alegando que era algo que las mujeres no podían entender.

Sofía comenzaba a extrañar a Antony Van Ewen. No lo veía desde hacía semanas. El inglés había ido a despedirse antes de partir hacia uno de sus viajes. La joven esperaba que no tardara demasiado en regresar. Sus mejillas ardían solo de recordar aquel último y osado beso con el que su enamorado se había despedido.

—¡Con cuidado! —se quejó Sofía, al sentir un tirón mientras su madre le cepillaba su largo cabello dorado.

Ellas eran las únicas de la familia en la sala y en la vivienda. Amanda estaba en la iglesia, sus tíos habían ido al mercado y sus primos estaban en la estancia de Pablo Ferreira.

—Escuché que la hermana del cura va a casarse con el doctor —comentó su madre.

—¿Julia Duarte? —preguntó extrañada la muchacha.

Era una buena noticia. La joven viuda se había convertido en un dolor de cabeza para Sofía. Era demasiado hermosa, humilde y amable como para no acaparar la atención de todos los solteros de los alrededores. Bajo la promesa del cura de que el hombre que lograra ganarse el corazón de su hermana podría tomarla como esposa, los muchachos del pueblo se esforzaban en ganarse su favor. Entre sus ridículos pretendientes se destacaba Pablo Ferreira.

No es que Sofía sintiera celos de la joven. Ella tenía el amor de Antony que era mucho mejor que cualquier estanciero o comerciante que hubiese conocido. Julia y Amanda estaban siempre juntas y aunque su hermana era bastante atractiva, la hermana del cura la opacaba. Sofía temía que si Amanda no se casaba primero, su matrimonio se pospondría para siempre. Su mayor miedo era que Van Ewen dejara de estar interesado en ella o que conociese a otra mujer en alguno de sus viajes.

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