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Pureza 
デエ

❝ Tienes que entender que a quien maté es a mi,
cambiando quien era por lo que tu querías que sea.

Seguí tu dirección,
hice todo lo que me dijiste

Espero que eso te haya hecho feliz
porque no tengo vuelta atrás.❞

Némesis se despertó al notar poco movimiento, con pereza, abrió sus ojos, observando una profunda oscuridad pero un pequeño rayo de luz entraba entre las costuras de la gigante bolsa de Diane. Se refrego sus azulados ojos, levantándose levemente apoyándose en sus codos, hizo una pequeña mueca de molestia y arrugado el ceño, se acordó por que estaba ahí y con esas pintas.

Pero no recordaba que hubieran metido también a Elizabeth con ella, y mucho menos, que estuviera tan herida. La miro algunos segundos entre toda esa oscuridad...

No le extrañaba que a Meliodas le gustara.

Bonita, piel tersa de porcelana, un hermoso cabello lacio, un cuerpo de escándalo, cintura pequeña, largas piernas, bonitos pechos...

Todo aquello que ella no poseía.

En cambio, era todo lo contrario, tenía pequeñas pecas cafés en su rostro, alguna que otra cicatriz también, su cabello era una densa capa rizada de un aburrido color negro e imposible de peinar, además de que le daba pereza... Sin decir nada de su cuerpo.

Pero bueno, no es que eso sea algo que no la deje dormir por las noches.

De eso ya tiene bastante.

Suspiro, consiguiendo sentarse entre una parte de un gran trozo de tela medio roto de un oscuro color que no conseguía diferenciar entre todo ese color negro. Fruncio levemente el ceño, rascandose su mejilla, luego con sus manos, agarro parte de esa tela y la fue rompiendo en cachos que veía que le podían servir, y, juntando todos esos cachos y con algunas vendas de su cuerpo, consiguió formar una larga camisa que le llegaba un poco más arriba de sus rodillas.
Se puso de pie, tambaleándose un poco por un pequeño mareo, negó con la cabeza para luego apoyarse en las "paredes" De tela de la Bolsa de Diane. Paso por encima de Elizabeth, pero paro al observar su pequeño estuche de tela y un cinturón oscuro Unido al él. Recordaba haberlo visto caer al suelo, completamente roto... Lo recogió con cuidado, observandolo y dándole algunas vueltas en sus manos, luego, se lo puso rodeando su cadera, abriendo el pequeño estuche y sacando su preciosa Daga de un brillante metal. Le dio una última mirada a una tranquila Elizabeth antes de saltar y salirse por un pequeño agujero entre las telas de la gigante bolsa.

El aire chocó con fuerza en todo su cuerpo, miro hacia abajo, notando una altura considerable entre ella y el suelo. Se puso de pie observando a sus alrededores, había bastantes bosques, algunos lagos y montañas, el aire era fresco, limpio y el cielo estaba adornado de blancas nubes de verano.
Apartó algunos rebeldes mechones que se interponian en su visión por el viento y después, comenzó a escalar por las tiras de tela, escaló hasta llegar al hombro izquierdo de Diane, allí, se sentó tranquilamente, observando con sus ojerosos y azules ojos el paisaje.

Diane la noto por el rabillo del ojo, una gigante sonrisa estiro sus mejillas. Su ánimo subió completamente al verla ahí, más o menos bien– ¡CAPITANA! ¡Oh, mi capitana, que susto me diste, no lo vuelvas a hacer! ¡¿Me oíste?!– y entre esos alegres gritos, algunas lágrimas se escurrieron de los ojos de la gigante.

Meliodas, tan pronto escucho el apodo de su compañera, miro rápidamente hacia arriba, y, gracias a la mano de Diane, fue capaz de colocarse a su lado. Sonrió, fue una sonrisa sincera, hermosa, alegre, deja ver lo contento que estaba de verla despierta de nuevo. Colocó uno de sus brazos por los hombros de la pálida mujer, acercandola a él con cuidado, ella no se movió, pero Meliodas escondió su rostro entre el revoltoso cabello de la azabache.

– No me vuelvas a asustar así, Ésis... Estoy viejo ya para estas cosas.– Y con una alegre risa, se separó de ella, apartando un mechón y recogiendolo detrás de la oreja de ella.

Némesis asintió, volviendo a mirar hacia delante.

◖ ѕ ι η η є я ◗

Después de un tiempo de paseo en el hombro de Diane, Ésis se removió en su sitio, cruzando sus piernas y apoyando su mentón en una de sus palmas, Meliodas, quien seguía a su lado, le dirigió una mirada, girando su rostro, ambos conectaron miradas y el rubio le sonrió levemente.

– ¿Por que la Niña de Papa esta tan herida?– Meliodas dejó de sonreír al escuchar ese apodo salir de los labios de la azabache. Hizo una mueca con la boca, para luego mirar hacia delante, paso su lengua por su labio, pensando en como decirle todo lo que paso en una pequeña frase.

– Es bastante largo a decir verdad, pero intentaré resumirtelo.– La ojihielo asintió, cerrando sus ojos apoyando su mejilla en su rodilla– Uhm, cuando te desmayaste por tus heridas, el doctor que nos atendió estaba de parte de un tipo extraño y nos envenenó para que al grupo del tipo raro le fuera más fácil derrotarnos.– Némesis fruncio el ceño– Luego, el tipo raro quiso secuestrarte junto con Elizabeth y mi espada. Bueno, pasaron muchas cosas y luego supimos que el Doctor era bueno e hizo lo que hizo por que su hija estaba cautiva por ellos, blablabla...– Hizo una pausa, rascandose la nuca– Luchamos contra él, lo venci pero luego vino varios aún más raros que él y Elizabeth intento proteger a un niño, que no era un verdadero niño, y salió herida... Mira, para resumir, acabamos derrotándolos y ahora estamos de camino a la Prisión Baste para rescatar a Ban.

Y tan pronto como ese nombre salió de los labios del rubio, Némesis abrió sus hermosos ojos azul hielo. Meliodas observo algo atontado como las pupilas de la azabache se disminuyeron por el sol, los ojos de ella se hicieron aún más claros por este mismo y hasta casi parecían transparentes.

– Ban... Eso es... genial...–

Y después de eso, la azabache volvió a perderse en su mente, con su mirada fija en el ambiente.

◖ 𝘚𝘐𝘕𝘕𝘌𝘙 ◗ - 𝙉𝙖𝙣𝙖𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙏𝙖𝙞𝙯𝙖𝙞 -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora