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Se balanceaba de un lado a otro en la esquina de la cama con su cabeza escondida entre sus manos y sus rodillas pegada a su pecho. Susurraba, musitaba, murmuraba palabras intangibles que resonaban entre las paredes de esa casi vacía habitación, llenándola de profundos lamentos y lloros propios de los muertos.
Tenía sus ojos cerrados, apretados con fuerza mientras sus uñas se clavaban en la pálida piel de su cráneo y su pecho estaba agrietado, dolorido, adormecido por el malestar de las oxidadas agujas de los recuerdos y los hechos ocurridos.

– ...Stopp, snälla, för att...–

No sentía nada, su cuerpo estaban adormecido por la sobrecarga de información y malestar en su superdotado cerebro. Los susurros salían uno tras otro tras otro de sus labios, de su garganta, de su pecho entumecido, no sabía cuanto tiempo llevaba así, en ese deplorable estado, susurrando ayudas e incoherencias, murmurando palabras y hechos, musitando dolores e intentos de disculpas cuando no debía de ser ella la que se disculpara.

– Jag vill inte ha den här... Jag vill inte ha den här... Jag vill inte lida längre.–

No, no quería nada más.

Sentía el escozor de sus muñecas, de sus brazos, el dolor en sus huesos, en sus músculos, en cada pequeña parte de ella que siempre dolía. Todo en ella dolía, ella era dolor. No tenía salida, no tenía un lugar al que ir, estaba tan destrozada que en lo único que pensaba era una única opción.

– Sluta, jag vill inte fortsätta så här, jag vill inte ha det här längre...–

Sus piernas dolían, la sangre seca estaba pegada a sus muslos, dejando un reguero carmín y un putrefacto olor allí donde se encontraba.

– Håll bara käften...jag vill att du håller käften...–

La sangre caía de sus maltratados y doloridos dedos hasta tocar el suelo. No sentía dolor, ni sentía pena, no sentía lástima, no sentía tristeza, no sentía ira... simplemente, no sentía.

La habían roto por completo, cacho a cacho, pedazo a pedazo, hasta que ya no hubo más de ella. Hasta que no tuvo ni razonamiento propio, ni pensamientos, ni ganas, ni deseos, ni control, ni sentimientos. Hasta que no fue nada más que un saco de frágiles huesos y pálida carne.

Y ahí, decidió dejar todo.

ѕ ι η η є я

Él era oscuridad, su corazón estaba sumergido en dolor y angustia, tintándolo de negro cada día que pasaba, se estaba ahogando en su propia oscuridad y aun así, sonreía de forma suave. Su cabello brillaba como el sol y sus ojos eran como la misma Madre Natura.

Tal vez no era el más educado, ni el más simple de palabras, pero no era bruto, era suave como el algodón y sus grandes manos estaban destinadas a magnificas cosas aunque él así no lo creyera.

Él aparentaba luz, pero era oscuridad.

Ella era luz, sus manos suaves y pequeñas tenían miedo de romper lo que tocaba, igual que su maltratado y congelado corazón, roto y manipulado tantas veces que no eran muchas las veces que salía a la superficie.
Su cabello era como la misma noche y sus ojos eran más hermosos que un cálido cielo de verano, pero estaban congelados, cubiertos por una fría y dura capa de hielo.

◖ 𝘚𝘐𝘕𝘕𝘌𝘙 ◗ - 𝙉𝙖𝙣𝙖𝙩𝙨𝙪 𝙉𝙤 𝙏𝙖𝙞𝙯𝙖𝙞 -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora