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SOFÍA

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SOFÍA

La cafetería. Uno de los lugares que más odio.

Entramos los tres en la cafetería, ellos venían riendo y hablando de algo mientras que yo estaba muy asustada.

Tenía miedo de que alguien les dijeran algo sobre mí o que les acusaran por ser mis amigos.

— ¿Estás bien?— me preguntó Tomás, yo solo asentí pero él no se lo creyó ya que salimos de la cafetería seguidos de Lucía.

— ¡¿Porqué salimos?!— dijo Lucía, aunque Tomás pareció ignorarla.

— ¿Que pasa Sofi?— volvió a preguntar Tomás, pero lo único que hice fue tragar en seco.

— No me gusta la cafetería— dije en un susurro sin moverme, estaba tan rígida que podrían haberme confundido con una estatua.

— Vale, esto solo lo voy a hacer hoy, ¿sí? Lucía quédate con Sofi, yo voy por la comida.

— ¿Estás seguro?— dijo Lucía tomando mi mano y acariciándola.

— Sí— dijo Tomás y entró.

— Me cae bien— dijo Lucía riendo.

— A mí también— dije con una sonrisa.

— Mira no lo he dicho antes porque estaba Tomás pero, ¿te gustaría ser mi amiga? Se que suena muy de niña pequeña pero... Cambio mucho de colegio y se que tú eres una buena persona, se nota que no eres de las populares y eso es algo que aprecio mucho. No es que me tome la amistad a la ligera, pero se nota que tú también estás algo sola por aquí y pensaba que así uniríamos fuerzas.

— Me encantaría— dije con una sonrisa parando sus repentinos nervios.

— ¡¿Enserio?!— dijo a lo que me abrazó y empezamos a saltar y a reír a la vez como niñas chiquitas.

La puerta de la cafetería se volvió a abrir y salió Tomás con bastante comida.

— ¿Dónde vamos a comer?

— Yo sé un sitio— dije caminando por los pasillos.

Para los que lo estaban pensando. Sí, comeríamos en las gradas, donde siempre comía con María.

— ¿Estás bien?— volvió a preguntar Tomás, aunque su tono de preocupación ya había caído.

— Ya te he dicho que sí— dije con una sonrisa.

— Vale, pues a comer—  dijo repartiendo la comida.

Pero me sentía ¿Espiada?
No sé, notaba que alguien me estaba mirando y no era la primera vez que sentía esto, en el funeral, a veces en mi habitación, ahora, ...

— ¡Sofía!— dijo Lucía a lo que salté, los dos rieron y Tomás me puso su brazo por encima de mis hombros.

— ¿En qué piensas?

Mi hermano me odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora