SOFÍA
Las clases terminaron y como habíamos dicho, esperamos a Lucía en la puerta de su clase.
Cuando salió fuimos los tres hacia el aparcamiento.
— Subid— dijo Tomás sacando las llaves.
— ¡¡Solo tenemos 15 años!!— dije yo viendo un precioso coche rojo.
— Yo tengo 16 y dónde vivía el carnet se sacaba con esta edad— dijo entrando en el coche restándole importancia.
— Sigue pareciendo algo ilegal para hacer en España — dije subiéndome por igual.
— ¡¿A dónde vamos?!— dijo/gritó Lucía sentándose en la parte de atrás del coche.
— Al hospital, tienen que mirarle la nariz a Sofi— yo solo resoplé y me tumbé en el asiento.
— ¿Que le pasa en la nariz?
— Posiblemente está rota— dijo Tomás mirándome acusadora mente.
Cuando llegamos Tomás se bajó del coche dando un portazo y nosotras bajamos después siguiéndole por los pasillos.
No entraba aquí desde que me dijeron.... Bueno, eso.
— Hola, ¿hay alguien que pueda mirarle la nariz?— pregunto Tomás a la recepcionista.
— Piso uno, pasillo C, puerta 66— dijo la chica sin prestarle atención.
— Vale— se dio la vuelta y sin mirarnos camino hasta la sala 66.
No me gustaba que no hablara, me recordaba a Marco cuando estaba realmente enfadado.
Llamo a la puerta y cuando escuchamos el pase abrimos la puerta.
— Hola, es para que le miren la nariz.
— Sí pasen, siéntese ahí.
Caminé hasta entrar al fondo de la sala y me senté en la camilla.
— ¿Usted no es la señorita Reyes?— dijo él doctor, yo solo asentí—. Me enteré de lo de su hermana lo siento, ¿ya está mejor después de su estancia aquí ?
— ¿Después de qué ?— preguntó Tomás como si no le creyera.
— Estuvo en estado de shock, su hermano-
— No hables de él— advertí a lo que él doctor dejo de hablar, me llevé una mirada confusa por parte de los tres—. Lo siento— susurré.
— Está bien, vamos a mirar esa nariz.
Al final la nariz solo estaba algo tocada, por lo que pude irme pronto.
— ¿Todo bien?— susurró Lucía y yo asentí, me abrazó y caminamos con Tomás hacia el coche.
Tomás no había hablado desde que le dije al doctor que se callara.
Supongo que se habrá enfadado conmigo.
Nos montamos en el coche y Tomás arrancó en silencio. Solo intercambió unas rápidas palabras con Lucía para preguntarle dónde vivía y dirigirse hacia ahí.
Condujo hasta la casa de Lucía y paró justo en la entrada.
— Primera parada— dijo mirando a Lucía por el espejo.
— Adiós — me dijo Lucía y yo dije un casi insonoro adiós.
Suponía que Tomás conduciría hasta mi casa pero el coche no arrancó, Tomás miraba al frente y yo le miraba a él esperando que hiciera algo.
— ¿Porqué me mentiste?
— Sobre qué
— Sobre lo de tu hermano, no me dijiste que tenías uno.
— Porque no lo es, él no es mi hermano— a la vez que decía eso, intentaba deshacer el nudo que se había formado en mi garganta.
— ¿Que te ha hecho?— no hubo respuesta, estaba intentando mantenerme calmada—. ¿Te hace algo?— tampoco hubo respuesta para eso—. ¿Te ha hecho él lo de la nariz?— solo asentí—. ¿Lo conozco?— me costó más responder a eso, pero también asentí— ¿Quien es?
— Marco Reyes— dije en un susurro aguantando las lágrimas.
Tomás me cogió la mano fuertemente haciendo que le mirara.
Mis ojos ya estaban vidriosos y se que si seguíamos hablando sobre este tema acabaría llorando.— No quiero volver ahí— dije en un susurro.
Y lo sabía, Marco ya habría llegado a casa y no había hecho nada para comer.
Eso hacia que las ganas de llorar aumentaran, pero no lloraría.
— ¿Quieres venir conmigo?— y sin saber lo que hacía dije que sí—. Vale— sacó el teléfono y mandó un mensaje antes de empezar a conducir.
— ¿Estás mejor?— yo asentí y sonreí con una débil sonrisa—. Así me gusta más.
Y así empezó a conducir hacia su casa, puso música mientras para amenizar el tenso ambiente que habíamos creado.
En la radio sonaba nuestras canciones favoritas.
No sabía si estábamos cantando o gritando pero lo pasamos bien.
Lo pasamos bien hasta que Tomás entro en la misma calle en la que estaba mi casa.
— ¿A dónde vamos?— dije asustada.
— Te dije que vamos a mi casa, tranquilízate— el coche paró en frente de una casa y ahí entendí todo.
Era la casa de la mudanza, la casa que vi cuando Marco estaba con Roxana en la cocina y me envió a comer a mi habitación.
— ¿Esta es tu casa?
— Sí, desde antes de ayer todos nuestros muebles están por fin, aunque la tenemos desde principios de verano.
Eso ya lo sabia, por lo menos lo de que habían traído un montón de muebles.
— ¿Vamos dentro?— yo asentí ahora más confiada.
En cuanto abrió la puerta, alguien gritó desde el interior.
— ¡¿Tomás donde estabas?! ¡Estaba preocupada!— una señora entro en la sala, era rubia, no muy alta, pero bien conservada para su edad— Ah hola querida— me dijo con una preciosa sonrisa.
— Hola— dije algo tímida.
— Ella es Sofi mamá, una amiga del insti.
— Pasa por favor, mi nombre es Sara.
— Encantada.
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Mi hermano me odia
Teen FictionNo hate. Si no te gusta no leas. Soy Sofi, tengo 15 años y vivo con mis dos hermanos, María de 17 años y Marco de 19, nuestros padres murieron hace cuatro años en un accidente de avión, María y yo nos ayudamos en todo lo posible, pero Marco se dista...