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SOFÍA

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SOFÍA

En cuanto entró por la puerta, tuve que saltar sobre él.
Pensaba que no iba a volver y se iba a volver a ir la persona más importante que he tenido en este tiempo, no quería que pasara lo mismo que con Martín.

Dijo alguna tontería haciendo que me soltara y riera con él. Le golpeé levemente antes de caminar hacia el salón.

Nos sentamos en el sillón y empezé a pensar en él, la persona más importante que tuve en mucho tiempo huyó cuando mis padres murieron, mi primo favorito, Martín.

Me quedé pensando en él, Marcel paso una mano por mi cara haciendo que bajara la vista.

— ¿Estás bien?— negué con la cabeza—. ¿Te pasa algo?¿Te duele algo?— volví a negar con la cabeza.

— Pensaba que te habías ido— dije verbalizando mis pensamientos.

— Yo nunca, repito, nunca voy a dejarte, ¿entiendes?— yo asentí y volví a abrazarle, él me apretó más contra él haciendo que su agarre fuera más fuerte.

— Te quiero— susurró en mi oído.

¿Qué acaba de decir?

— ¿Qué?— pregunté apartándome de él.

— Nada. Que hay que ir a dormir, mañana hay clases— dijo y yo asentí confusa, se levantó del sillón y caminó hasta la habitación. Le seguí de cerca—. Voy a cambiarme— cogió su pijama y salió de la habitación antes de que me diera cuenta.

Cogí una de sus camisetas y me quité los pantalones.
Me tumbe en la cama y apague la luz.

A los minutos entró Marcel en la habitación, se tumbó en la cama, dándome la espalda. Los dos nos quedamos en silencio sintiendo la presencia del otro a su espalda.

Sentía su respiración tranquila y como intentaba mantenerse lo más quieto posible.

Me intenté dormir pero no podía, porque claro que había escuchado el te quiero.


Me intenté dormir pero no podía, porque claro que había escuchado el te quiero

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— Vamos Sofía — susurraron en mi oído.

Abrí los ojos y Marcel estaba de rodillas intentando despertarme.
Me di la vuelta intentando no mirarle.

— Te espero en la cocina— dijo y salió de la habitación sin intentar nada más.

Cuando salió de la habitación me quedé unos minutos más sin moverme aún pensado en lo dicho ayer. Me vestí y salí a la cocina.

Marcel ya estaba vestido y estaba sentado en la mesa comiendo unos gofres precalentados.

— Come algo— dijo Marcel señalando el plato de enfrente del suyo.

Me senté y comence a comerlo en silencio sin levantar la mirada de mi plato.

— ¿Dónde tienes los libros?— levanté la mirada y él ya estaba mirándome.

— Eran de Tomás, ahora no tengo.

— Ahora vuelvo— se levantó de la mesa y se metió en la habitación.

Pasaron unos minutos y no salía. Yo ya había terminado de desayunar y me preocupaba el tiempo que llevaba ahí dentro.

Me acerco a la puerta y llamé dándole unos toques.

— Marcel. ¿Estás bien?— abrió la puerta y salió casi placándome por sus prisas.

— Vamos— cogió su mochila y su chaqueta. Me dio una cazadora, pero no era la de siempre, está era de chica—. Sofía , vamos a llegar tarde— asentí y le seguí hasta la puerta de entrada y salimos de casa.

Me puse la chaqueta. Entramos al coche y empezó a conducir hasta el insti. 
Fueron unos minutos que se pasaron en silencio sin comentarios de ninguno de los dos.

— Bájate aquí— dijo viendo que estábamos en la entrada—. Ve y habla con Tomás.

Me quedé confundida, pero aún así asentí en su dirección.

Bajé del coche y caminé hacia la entrada.
Todos me miraban, y lo entiendo, Roxana me había pegado una paliza.

Llegué a clase después de unos minutos caminando soportando las miradas a mi alrededor y ahí estaba.

Antes de acercarme alguien saltó encima de mí y las dos caímos al suelo.

— ¡Sofía!— gritó Lucía.

— Yo también te habia hechado de menos— dije con una sonrisa.

— Déjala respirar Lu— dijo Tomás más cerca de lo que pensaba que estaría.

— Vaale— se levantó de encima de mí y Tomás me ayudó a levantarme.

— Hola— dijimos los dos a la vez—. Yo.

— Yo creo que me voy a mí clase— dijo Lucía saliendo por la puerta pasando desapercibida en la conversación.

— Lo siento— dije bajando la mirada.

— La culpa fue mía, no debería haberte hecho eso— dijo posando una de sus manos sobre su pecho.

— Lo siento — susurramos los dos a la vez.

La clase empezó y Tomás tubo que dejarme sus libros.
Todo volvía a ser como antes salvo por las miradas de Roxana, yo creo que me quería muerta.

Sonó la campana y salimos para ir a la cafetería, lo único que sabía era que no iría al baño.

Nos encontramos con Lucía en el pasillo y fuimos los tres a la cafetería.

Estaban Marco y Marcel hablando con dos chicas, Marcel me miró, pero apartó rápido la mirada y volvió a las chicas.

Estaban Marco y Marcel hablando con dos chicas, Marcel me miró, pero apartó rápido la mirada y volvió a las chicas

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Mi hermano me odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora