SOFÍA
El médico nos saco de ahí por la tarde y gracias a Dios nos pudimos ir. La mañana fue algo tensa para los dos, pero por lo menos no tuvimos muchos más inconvenientes.
Marcel no se separó de mi ni un segundo, y eso a mí sí me molestaba.Cuando me enfado con alguien me gusta estar sola, no que no se separe de mí. Entiendo su preocupación, pero no lo necesitaba.
Llegamos a casa y me fui a la habitación, Marcel no me siguió.
Llevaba una hora en la habitación y ya me había leído todas las dedicatorias de los libros de María, decidí salir al salón por lo menos. Las cuatro paredes en las que estaba ya se me estaban quedando pequeñas.
Todo estaba muy silencioso cuando salí. Y no había rastro.
— ¿Marcel?— dije saliendo hacia el salón, no había nadie, busqué en la cocina, el en baño... No estaba por ningúna parte.
Me acordé de que me había dejado un móvil con su número y corrí a la habitación a por él, marqué y espere a que me cogiera.
— ¿Sofía? ¿Eres tú?— dijo Marcel al otro lado de la línea telefónica.
— Marcel— dije intentando tranquilizar mi repentina ansiedad.
— ¿Estás bien?— preguntó.
— ¿Donde estás?— dije esperando rápido una respuesta. Sabía que estaba soñando como una loca controladora, pero ahora mismo mi ansiedad estaba controlando mis acciones.
— Estoy - con Marco, voy ahora para casa, no te muevas de ahí— se notaba movimiento al otro lado de la línea.
— Vale— dije y colgó antes de que pudiera decir nada más.
MARCEL
Sabía que Sofía estaba enfadada por lo que había dicho, así que cuando entre en casa con ella y se encerró en la habitación decidí irme a dar una vuelta.
Salí de la casa y me decidí a ir a casa de Marco para decirle que ya habíamos salido del hospital. Sabía que Marco querría saber la situación de Sofía, por lo que no iba a negárselo y menos algo tan importante como la salud de su hermana menor.
Llegué unos minutos después y llamé a la puerta. Salió a recibirme más rápido de lo que pensé que lo haría.
— ¿Que haces aquí?— dijo mirándome seriamente. Su mirada estaba destinada a amenazarme o incluso intimidarme, pero yo solo rodé los ojos en respuesta.
— Ya hemos salido del hospital— dije y él cambió su actitud ante la situación. Abrió la puerta para que pudiera entrar—. Gracias— susurré.
— Siento todo lo de Sofía — dijo sin mirarme mientras caminábamos hacia el salón.
— Creo que ya te has disculpado con lo del hospital— dije poniendo mi mano en su hombro. Tanto restándole importancia al asunto como consolándole.
— He hecho lo mismo que con María— dijo restándole importancia—. Son mis hermanas pequeñas.
— Eres un buen hermano— dije con una sonrisa, aunque él negó en respuesta.
— Tú también— se me fue la sonrisa de la cara. Nos quedamos unos minutos mirándonos serios hasta que mi móvil sonó.
Miré la pantalla para ver quien me estaba llamando. Fruncí el ceño al ver quien era.— Es Sofía— informé. Marco se levantó para enterarse.
— ¿Sofía? ¿Eres tú?— pregunté por la línea.
— Marcel— sabía que no estaba bien por su tono desesperado.
— ¿Estás bien?— Marco se acerco más a mí ahora preocupado.
— ¿Donde estás?— alcé las cejas por su repentina pregunta.
— Estoy...— Marco me hizo un gesto para que no dijera que estaba con él— con Marco— me pegó una colleja de la cual me quejé en silencio—. Voy para casa, no te muevas de ahí.
— Vale— y colgué para mirar a mi mejor amigo.
— Me voy a casa— Marco asintió decidido—. Ah, y Sofía tiene tu número.
— No creo que lo use, pero bueno.
— Yo creo que lo usará más pronto que tarde— le guiñé un ojo y salí por la puerta.
Medio corrí hasta casa. Sabía que estaba preocupada, así que no perdí el tiempo.
Fui a abrir la puerta pero antes de que diera un paso, alguien saltó sobre mí.
— Sabía que caerias en mis encantos— dije en tono coqueto haciendo que me soltara y me pegara ligeramente con su puño en mi pecho. Caminé hacia dentro de mi piso y ella me siguió de cerca.
Me senté en el sillon y ella se sentó a mi lado, aún sin decir palabra ninguno de los dos.
Estaba mirando a la nada, así que pasé una mano delante de su cara haciendo que ella bajara la vista hacia sus manos.
— ¿Estás bien?— ella negó lentamente—. ¿Que te pasa? ¿Te duele algo?— ella volvió a negar.
— Pensaba que te habías ido— dijo mientras sus hombros se hundían.
Eso me dolió.
Y mucho.— Eh, mírame— levantó la vista, sus ojos estaban cristalizados y eso había que se vieran más bonitos—. Yo nunca, repito nunca voy a alejarme de ti. A parte esta es mi casa— bromeé haciendo que ella riera.
La apreté contra mi, de una manera que nunca lo había hecho, ni con ella ni con nadie.
— Te quiero— dije en un susurro sin pensarlo.
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Mi hermano me odia
Teen FictionNo hate. Si no te gusta no leas. Soy Sofi, tengo 15 años y vivo con mis dos hermanos, María de 17 años y Marco de 19, nuestros padres murieron hace cuatro años en un accidente de avión, María y yo nos ayudamos en todo lo posible, pero Marco se dista...