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MARCO

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MARCO

— ¡Joder!— grité pegando a una pared.

Marcel había dicho que se la había encontrado en la calle. ¿Hace cuanto?¿Y qué hacia mi pequeña en la calle? ¿Había estado ahí desde que se fue de casa?

La verdad es que no sabía cómo... Pero recuperaría a mi pequeña.


 Pero recuperaría a mi pequeña

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MARCEL

— ¡Sofía!— dije apagando la tele.

Llevaba en el baño media hora. Había dicho que volvía en un rato, que iba a prepararse para dormir.
Pero hacía ya unos minutos que no escuchaba nada.

— Sofi— dije llamando a la puerta, no escuché respuesta, así que decidí abrirla.

— Voy a entrar— abrí la puerta y ahí estaba Sofía—. Mierda— dije, corriendo hacia ella.

Estaba en el suelo, al lado de la bañera, no se movía y no había ninguna señal de autolesión por ninguna parte.
La cogí como peincesa y la llevé fuera del baño.

— Mierda— la tumbe en el sillón y le acaricié la cabeza—. Sofía, por favor. Despierta.

Cogí el móvil y llamé a una ambulancia.

Pensé en llamar a Marco... y lo hice.

— ¿Quién es?— dijeron al otro lado de la línea.

— Marco, me llevo a Sofía al hospital— dije asustado. No sabía exactamente qué hacer.

— ¿Qué le has hecho?— dijo, se le notaba enfadado.

— Me la he encontrado desmayada en el baño, no sé qué le pasa— dije acariciando su cabeza lentamente.

— Voy para allá— se escuchaba ruido al otro lado de la línea.

— La ambulancia viene de camino.

— Vale— y colgó el teléfono. Supongo que habrá captado el mensaje e irá directamente al hospital.

Tras unos horribles minutos, la ambulancia vino, cogieron a Sofía y la revisaron las constantes antes de montarla en la ambulancia para dirigirnos al hospital.

— Vamos pequeña— dije sujetando mi cabeza con las manos mientras miraba la escena de los uniformados administrándole lo que necesitaba a Sofía.

Llegamos al hospital y le mandé un mensaje a Marco para advertirle de nuestra presencia.

Sofía iba en una camilla, un doctor me guiaba y me contaba sobre las pruebas que querían hacerle.
Nos pusieron en una planta diferente a la de la última vez.

— Ahora tiene que esperar fuera— dijo el médico, asentí y me senté en las sillas de enfrente de la sala.

— ¡Eh tú!— me di la vuelta y ahí estaba Marco viniendo hacia mi dirección con una firmeza impresionante. Si no lo conociera incluso pensaría que podría intimidarme—. ¿Dónde está MI hermana?
Señalé la sala y me volví a sentar.

— Quiero entrar— dijo seriamente.

— No puedes— dije mirando la puerta sin atreverme a mirarle aún.

— Si entré cuando estaban operando a María podré entrar ahora— fue directo a la puerta y la abrió.
Nadie le dijo nada, dejó la puerta un poco abierta y pude ver a Sofía, Marco se estaba sentando a su lado y cogía su mano mientras acariciaba su frente.

Nadie sabía lo que Marco sentía, eso no es culpa nuestra, ni suya.

Un médico salió de la sala unos minutos después y me dejó pasar.

— Está bien— dijo Marco sin mirarme—. Dicen que ha tenido un desmayo pos traumático, así que dime, ¿qué le has hecho?

— ¿Y aún me lo preguntas?— dije plantándole cara—. Fuimos a tu casa, te comportarse como un idiota, ella estaba temblando tío. Te tiene miedo, ¡joder Marco!

Marco se levantó y salió de la sala sin mirarme ni una vez, y a Sofía menos.

Me senté donde había estado sentado Marco y cogí la mano de Sofía.

— Lo siento pequeña. Te dije que te protegería y-y ni eso hago bien— la miré, era la persona más bonita que había visto en mi vida.

Ese dia, cuando volvía a casa iba a ir a pelear, pero no fui, por ella, fui a mi casa y durmió en mi cama mientras que yo dormía en el sillón. Nunca habría hecho eso por alguna otra persona, pero lo hice por ella.

Me apretó la mano y miré hacia ella, estaba abriendo los ojos, cuando vio donde estábamos se alteró bastante.

— Quiero irme— dije decidida.

— No podemos aún princesa— respondí mirando la puerta para haber si había algún rastro de Marco.

— Por favor— dijo rogándome—. Quiero irme.

— Lo sé— besé su frente—. Yo también quiero irme.

Me lanzó una mirada dolida mientras apartaba su vista de mí.

— ¿Qué te pasa pequeña?— dije quitando el pelo de su frente.

— Vete. Si quieres irte, vete— y ahí entendí lo que había dicho.

— No te voy a dejar aquí sola.

— Buenas noches, ¿es un buen momento?— dijo el doctor.

— Sí, díganos— dije yo aparentando la mano de Sofi.

— Sofía se podrá ir a casa esta misma tarde, y podrá hacer vida normal, aunque con precaución, en cuanto a su desmayo... Fue por un sentimiento demasiado fuerte, intenta evitarlos por un periodo largo de tiempo, sobretodo para mejorar tu salud— y se fue por la puerta tras dedicarnos una sonrisa de cortesía.

— ¿Lo ves pequeña? Nos vamos está tarde— dije besando su frente, pero ella no respondió.

— ¿Lo ves pequeña? Nos vamos está tarde— dije besando su frente, pero ella no respondió

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Mi hermano me odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora