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SOFÍA

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SOFÍA

Llegamos a la cafetería y pedimos la comida, nos sentamos en una mesa por la zona en la que no había nadie sobretodo para poder hablar sin tener que levantar la voz.

Estábamos comiendo y riendo cuando en la mesa de en frente se sentaron Marco y Marcel con las chicas de antes. Simplemente levantando la mirada podía ver a los dos hombres.

Intentaba ignorarlos, pero no podía. La chica rubia estaba más con Marcel y la morena con Marco.
La morena solo hablaba con Marco, se reía de lo que decía, le respondía a lo que le preguntaba. Pero la rubia se estaba pasando; su mano estaba en su pierna y su cara cada vez se acercaba más a la suya.

— ¿Sofía?— dijo Tomás, pero yo no le presté atención. La rubia se inclinó y unió sus labios con los de Marcel en un beso tentativo acompañado de las risas tontas de ambos.

Mi boca se abrió, pero no salió ninguna palabra.

Marco se levantó e hizo tanto ruido que toda la cafetería se giró para verlo.

— Fuera— les dijo a las chicas.

— Tío, ¿qué pasa?— preguntó Marcel.

— ¿Lo estás diciendo enserio?— noté como Marco me miró por lo que me sobresalté levemente—. Fuera— volvió a decirles a las chicas, ellas se levantaron y se fueron indignadas.
Marcel pareció haberse enterado de a lo que se refería Marco y me miró.

No dije nada, solo aparté la mirada y seguí comiendo, pero no podía, no tenía hambre después de eso.

La campana sonó y todos se levantaron. Marco y Marcel caminaron hacia los baños, Marco tenía una sonrisa graciosa en la cara.

Lo único que quería hacer era insultarle a la cara, pensaba que le importaba. Pero ya veo que no.

 Pero ya veo que no

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MARCO

Vi como esa puta rubia besaba a Marcel y vi como el idiota de Marcel le seguía el beso.
Vi a mi pequeña, estaba en la mesa de al lado, los estaba viendo.

Me levanté y todos en la cafetería se giraron para mirarme.

Era normal, acababa de tirar la silla haciendo un ruido estruendoso.

— Fuera— dije serio y por lo menos sirvió para que la rubia se separará de Marcel.

— Tío, ¿qué pasa?— ¿como no tengo amigos inteligentes?

— ¿Lo estás diciendo enserio?— miré a mi pequeña que nos miraba como todo el mundo y me cabreé más —. Fuera— volví a decir y las chicas se fueron, Marcel la miró, pero ella ya no miraba en nuestra dirección.

El timbre sonó y con la sonrisa más falsa que has visto en tu vida saqué a Marcel de ahí y entramos a los baños.
Tiré su mochila al suelo y lo acorralé contra la pared.
Le di el primer golpe.

— ¿Tienes algún problema mental o algo así?— pregunté, pero no contestó.
Le volví a dar—. ¡Responde!

— Pégame, sé que me lo merezco— dijo levantando los brazos a modo de derrota—. Sé lo que he hecho.

— No voy a volver a pegarte— lo solté—. Pero olvídate de volver a verla.

Iba a irme, pero me volví a acercar a él.

— ¿Te acuerdas que te dije el primer día?— él asintió.
Le pegué un puñetazo desde la parte de abajo de la mandíbula haciendo que sus dientes de abajo chocaron con los de arriba y salí del baño.

Sabía que estaría sangrando así que me fui de ahí, las clases habían empezado así que fui al campo de fútbol.
Sabía que Sofi estaría ahí y solo quería verla.

Estaba en las gradas, lloraba de rabia y sabía que tenía frío.

Quería acercarme a ella, decirle que Marcel no la merecía y que éramos solo nosotros dos. Pero no podía.

No podía por culpa del gilipollas de mi tío.

Sofí no dejó de llorar en un buen rato, me alegraba de haber pegado Marcel.

Ella se levantó así que yo me escondí para que no me viera.

Fue hacia el edificio, caminó por los pasillos hasta llegar a los baños.
Pero justo en ese momento tuvo que salir Marcel del baño de chicos.

— Sofía — ella intentó entrar al baño de chicas, pero él la sujetó del brazo.

— Suéltame— ella intentaba soltarse, pero Marcel no le dejaba—. He dicho que me sueltes— dijo seriamente.

Quería ir y volver a golpear a Marcel , aunque estaba orgulloso de ella.

La abrazó y la apretó en su pecho, ella solo intentaba soltarse del agarre.

— Lo siento, ¿has escuchado? Lo siento— ella no quería escucharle. Lo había sacado de mí, yo tampoco escuchaba.

— Suéltame— dijo pero él la arrastró hasta el baño de los chicos.

Hasta ahí no llego.

Hasta ahí no llego

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Mi hermano me odiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora