«Capítulo 5»

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Llevaba una semana allí y cada minuto le parecía una hora.

El primer día exploró la pequeña isla. Era un pedazo de tierra rodeado de precipicios, y junto a la gran torre había un bosque, no muy extenso, pero relajante. Pasaba la mayor parte del tiempo allí, reflexionando sobre todo aquello, buscándole explicación, mentalizándose de su nueva vida. Empezaba a notar los cambios que se estaban produciendo en su cuerpo, casi todos interiores.

El primero y más relevante tuvo lugar el quinto día.

Estaba nevando. Al despertar, cuando abrió los ojos y vio los copos de nieve cayendo desde el cielo, se levantó para buscar un lugar donde resguardarse. Fue un acto reflejo. Ya cubierto, cayó en la cuenta de que no llevaba ninguna prenda de cintura para arriba, y que no había sentido el frío de la nieve al rozar su piel, ni tampoco ahora que el viento soplaba con fuerza. No notaba el frío. Era insensible a la temperatura. Al principio, todo le parecía tan insólito que se veía incapaz de acostumbrarse a ello; después, cuando vio que movía lo que serían sus futuras alas de manera inconsciente, cambió de parecer. Las palpó con curiosidad. Empezaba a crecerle una especie de membrana que recubría las ramificaciones y que le permitiría volar. Sorprendentemente, era muy suave al tacto, como si fuera de terciopelo. Había intentado mover las alas por sí mismo, esforzándose por enviar la señal de su cerebro a esa parte nueva de su cuerpo.

Todos los días practicaba varias horas, aburrido por no saber qué hacer y por fracasar cada vez que trataba de hacer algo con ellas. Tiempo después, cuando se convenció de que aún no era capaz de elevarse ni un palmo del suelo, decidió abandonar su propósito hasta que sus alas estuvieran formadas del todo. Desde aquel momento, tenía todo el día para pensar.

Se sentaba apoyado en un tronco cercano al precipicio y dejaba divagar a su mente, que le trajera antiguos pensamientos. Eran recuerdos del Minho muerto, el antiguo, el que ya no tenía cabida en ese nuevo mundo al que ahora pertenecía por obligación... pero no podía olvidarlo.

Pasaron otras dos semanas hasta que sus alas estuvieron completamente desarrolladas. Gracias a que había empezado a ejercitarlas desde que notó la mejoría, pudo contemplar, con cierto orgullo, sus alas extendidas. No eran tan grandes como las del rubio misterioso, y eran de color blanco. Lo prefería así, ya que ese color le resultaba más amable. Ahora sabía que debía probarlas... y volar. Después de tanto tiempo con aquello en la espalda, había asumido lo que era. Se había habituado a sentirlas, y a moverlas... después de todo, tenía su parte divertida.

Probó durante días, pero no lograba despegar los pies del suelo ni diez segundos seguidos, no tenía fuerzas para ello. Hasta que uno de esos días, por casualidad, lo entendió.

Pensó en un gorrión de apenas unas semanas de vida. El pobre pajarillo, un poco confundido y asustado, se tira del árbol, cayendo en picado. Los que lo ven quieren ir a recogerlo porque creen que se golpeará contra el suelo, pero no es así. El gorrión consigue volar.

Tras haberlo visualizado en su mente, se volvió hacia la torre y la observó algunos segundos con aprensión. Ahora empezaba a comprender cuál era su utilidad.

Mientras subía por las escaleras interiores, su parte racional intentaba advertirle del peligro, de que aquello era una locura... pero, para su sorpresa, algo dentro de él le decía que estaba preparado. Cuando estuvo en lo alto de la torre, y para asegurarse de su decisión, miró a su alrededor. Desde allí todo era más pequeño... y estaba más lejos. Con seguridad, se acercó a la barandilla de roca y se encaramó a ella. La cara de la torre daba al precipicio; la caída era espectacular. Sin pensarlo más, se preparó para saltar con decisión. Por alguna razón que no entendía, ya no le tenía pánico a las alturas y no tenía miedo por lo que iba a hacer... ni siquiera se dio tiempo para titubear. Colocándose en una posición que desconocía hasta ahora, desplegó las alas, clavó la mirada en el suelo, respiró hondo y se lanzó al vacío.

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora