«Capítulo 30»

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Pasaban los días y el estado de Baekjun era cada vez peor. Ni Changbin ni Felix conseguían sacarle nada, salvo las palabras groseras e insultos que les profería. Minho no se inmiscuía en nada de eso, y solo se veía mezclado cuando sus dos compañeros se encontraban en el salón.

—Al final tendremos que utilizarlo —dijo Felix con dejadez.

Changbin chasqueó la lengua.

—Si lo usamos ahora, quizá nos perdamos información importante —dijo él, con los brazos cruzados—. Déjamelo varios días más.

—¿Van a matarlo?

Ambos le miraron con sorpresa. No era habitual que Minho hablara de ese tema. Fue Changbin quien le dio respuesta.

—Digamos que tenemos algo que puede cargárselo causándole mucho dolor, sí —Changbin lo dijo con naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo—. Pero yo quiero averiguar algunas cosas antes de que eso ocurra.

—¡No pueden matarlo así! —Minho estaba asqueado, pero lo disimuló—. Es cruel.

—¡Si tú colaboraras, no necesitaríamos a Baekjun y moriría en paz!

Minho suspiró, cansado de lo que vendría a continuación. Se acomodóen la silla y se cruzó de brazos, intentando imponer su opinión.

—Partes de la idea de que ella es del Clan...

—¡Es que es del Clan! —Changbin se mostraba convencido de ello.

—¡No tienes pruebas! —Minho alzó aún más la voz.

Changbin, sorprendentemente, se relajó.

—Entonces seguiremos con el plan de Baekjun.

Sabía perfectamente que ese hombre era un asesino, y que si estuviera libre, no tendrían ningún reparo en matarle a sangre fría. Pero Minho no era así, ni se dejaría llevar por ello. Agachó la cabeza, enfadado por tener que dar la razón a Changbin.

—De acuerdo, lo haré —miró a ambos—. Con una condición. Prométeme que no le harán daño.

—¿Y si es del Clan? —preguntó Felix con la ceja arqueada.

Minho estaba listo para marcharse, y ese era el momento idóneo para hacerlo. Se levantó, colocándose la mochila, y dedicó una última mirada a ambos.

—Si es del Clan de las Alas, entonces hagan con ella lo que quieran.

Minho salió de allí con malestar en el cuerpo y se encaminó a casa de Jisung. Chan y él estuvieron hablando hasta bien entrada la noche, por lo que no pudo despedirse como a él le hubiera gustado. Las pocas palabras que cruzó con Chan después trataban sobre Jisung. El mayor le había aconsejado a ir al médico, y convenció a Minho de que su pareja necesitaba unos días de descanso.

Llamó al portal y esperó a escuchar su voz por el portero. Después de casi un minuto volvió a llamar, ya más impaciente. Nadie respondió. Rápidamente, se metió en el callejón de siempre, y se quitó la mochila. Fue trepando por las paredes con ayuda de las alas, y, cuando estuvo sobre el tejado, se las volvió a poner. Era de día y no quería correr peligros innecesarios. Hubiera preferido ir con las alas destapadas, ya que tropezaba y se escurría por las tejas constantemente y avanzaba torpe y lentamente por ellas.

Tardó una eternidad, pero al fin llegó; ya solo faltaba descolgarse los dos metros que había hasta la terraza. Se agarró con las dos manos al tejado más cercano y se dejó caer, con tan mala suerte que la pierna le falló al posar y acabó en el suelo. No pudo evitar maldecir en alto mientras se levantaba y se acercaba cojeando a la puerta. Hubiera llamado de no haberse encontrado con la puerta abierta; estaba pegada al marco, sin encajar; bastaba un leve empujón para abrirla.

Extrañado, posó su mano sobre el cristal y la abrió. Metió la cabeza y miró la habitación. Vacía. Cerró con cuidado de no hacer ruido y caminó sigilosamente hacia la habitación de Jisung. La puerta del dormitorio también estaba entreabierta.

—¿Jisung? —susurró desde el pasillo.

—¿Minho? —se escuchó decir a una voz cansada.

El mayor pasó, bastante preocupado. Jisung estaba metido en la cama, medio acostado, con la espalda apoyada en un cojín. Se volvió hacia la puerta y le dedicó a Minho una débil sonrisa. Lo veía pálido y parecía más débil que el día anterior.

—¿Cómo te encuentras, amor? —preguntó el mayor, sentándose en el borde de la cama, acariciando su rostro.

Jisung cogió su mano.

—Tengo fiebre y... bueno... —mantuvo la sonrisa—. Me sigo encontrando mal.

Minho se acercó a besarlo, pero el menor le paró con cariño, apartando su rostro unos centímetros. Minho lo miró confuso.

—Tengo mononucleosis... O eso me ha dicho el médico —Jisung miraba sus ojos—. Se contagia sobretodo besando. ¿Crees que aguantarás unas semanas sin hacerlo?

Le sorprendió la noticia. Minho se apenó por no poder besarlo, pero asintió con una sonrisa, tumbándose a su lado.

—Bueno, pero puedo hacerte compañía, ¿no? —Jisung asintió con la cabeza, apoyando la cabeza en su pecho—. Entonces con eso me basta.

Minho se quedó con Jisung hasta que se hizo de noche; preparó la comida y ayudó en todo lo que pudo. El menor no le dijo nada ni intentó disuadirle de que lo hiciera, ya que se sentía demasiado débil para ello.

—Tengo que irme ya —miró la hora en el reloj de la pared y besó a Jisung en la mejilla, sonriendo. Lo notaba raro; demasiado raro pese a estar enfermo, pero prefirió no sacar el tema—. Mañana vendré a verte otra vez, ¿si?

—Si... Te amo, Minho.

El mayor sonrió y volvió a darle un beso en la mejilla, acariciando su cabello.

—Yo también te amo, Jisung.

Se fue de la casa con paso tranquilo, andando, dándole vueltas al comportamiento de Jisung. ¿Le estaba ocultando algo, o solo era una sensación suya? Pensó en ello durante todo su camino.

Llegó a la casa de los Lee una hora después. Se extrañó de ver a sus compañeros en el salón, y no metidos en la habitación de Baekjun. El señor Lee no se encontraba en casa. Minho saludó con desgana, y, de pronto, algo le llamó la atención.

—¿Qué es eso? —lo señaló, para que ellos supieran a qué se refería.

Era un objeto bastante grande que había aparcado en un rincón de la sala.

—¿Eso? Es un respirador artificial. Para la gente que no puede hacerlo por sí misma —contestó Changbin, despreocupado.

—¿Y qué hace aquí?

—Ya tenemos el plan para Jisoo —Felix cambió de tema, dejando sin respuesta a Minho, que lo miró asustado por lo que hubieran planeado.

—¿Y cuándo lo llevaremos a cabo?

Changbin sonrió, cogiendo una manzana de la mesa y jugueteando con ella entre los dedos.

—Cuando tú puedas. Acércate y escucha.

¡Gracias por leer!

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora