«Capítulo 14»

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—Hoy acabará todo, ¿verdad?

Minho asintió, mirándose al espejo. No iba vestido demasiado formal; de hecho, salvo su corte de cabello y su rostro liso y suave, no había ningún otro cambio en su aspecto físico. Su rostro parecía sereno, aunque en su interior todo estaba demasiado alborotado.

Hoy se cumplía el ultimátum. Habían pasado veinte días y ya no confiaba en que fuera a salir bien, tan solo le quedaba una pequeña esperanza; desgraciadamente, era la que imperaba en él. La fuerza de voluntad que había empleado los primeros días para ir a casa de Jisung se había apagado hasta convertirse en un mero propósito, en una rutina que siempre le amargaba el día. Pero ya era el último. El último día para lo que tuviera que pasar.

—Me voy a ir ya, Changbin —Minho miró a su compañero desde el reflejo del espejo. Él lo hacía también, acompañando su seriedad con un rostro inexpresivo—. No sé a qué hora volveré.

Changbin agachó la cabeza. Aquel tema de Jisung era tabú entre ellos, pero trató de sonreír y le miró con complicidad.

—No sé en qué... —hizo una breve pausa—. Pero suerte.

Fue lo último que Minho escuchó antes de subir las escaleras y echar a volar. Quizá era la última vez que hacía ese trayecto en toda su vida, y no podía evitar sentir un vacío en el estómago. Aquello que le dijo a Jisung veintedías atrás, la mentira sobre olvidarlo, aún no era una realidad. Y, por lovisto, no lo iba a ser en mucho tiempo.

Se posó con sigilo en el tejado de siempre, con cuidado de no tirar ninguna de las tejas. Ya había encontrado un sitio discreto, lejos de miradas curiosas y algo cómodo para pasar las tres horas de martirio que se había impuesto.

Miró con desesperanza al patio; las cortinas estaban echadas, no se veía nada del interior. Se sentó en su sitio, acariciándose el pelo con las manos frías.

"Tres horas. Tan solo faltan tres horas para que llegue el final"

La campana de una iglesia cercana marcó las doce de la noche. Empezaba la cuenta atrás.

Minho permaneció como una estatua, sentado, con las piernas flexionadas y rodeadas por sus brazos, metiendo su cabeza entre el hueco que formaban sus brazos, mientras miraba a la ventana, acechándola. Sus ojos negros se humedecían, víctima del tiempo, que pasaba pesadamente para él. De pronto, una luz se encendió dentro de la habitación, la misma luz que se prendió en su interior, con la esperanza de que Jisung estuviera a punto de salir. Quería verlo de nuevo, quería ver su rostro tras tanto tiempo deespera... pero nadie apareció en la terraza.

La campana dio la una de la madrugada, y la campana dio las dos de la madrugada.

La luz de la habitación de Jisung se apagó hacia las tres, la misma hora en la que la esperanza de Minho también se apagó. Desde el campanario de la iglesia sonaron tres campanadas, tres golpes que pulverizaron lo poco que le quedaba de su entereza. Minho hundió la cara entre sus manos. Había llegado lahora.

Se levantó con torpeza, entumecido, y reunió el valor para mirar hacia la puerta, pero su ánimo se derrumbó, sin poder hacer nada para evitarlo. Sus piernas flaquearon y cayó, golpeándose con las tejas y provocándose varias contusiones. No le importaba. Él ya no era persona, o por lo menos, la persona que era antes, la persona que le hubiera gustado seguir siendo... La última columna que sustentaba su anterior vida acababa de venirse abajo.

Lloró en silencio durante unos minutos en aquel tejado. Dejó las lágrimas correr con libertad, preguntándose el porqué de muchas cosas. Cosas que no tenían respuesta, y que si la tenían, jamás las sabría, porque se hallaban detrás de esa ventana que ahora se tornaba tan inaccesible e infranqueable para él. Cuando se sintió con fuerzas suficientes, Minho se alzó en el aire, y miró la casa por última vez; no esperaba que le costase tanto romper un vínculo que tan solo él había querido mantener. Changbin se lo había advertido. Todo el mundo, incluso Jisung, se lo había advertido... pero no les hizo caso. Y todos ellos tenían razón.

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora