«Capítulo 15»

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Felix les dio de comer y de beber esa tarde. Sentados los tres alrededor de la mesa, entre ellos circulaba un silencio que no tenía aspecto de que se fuera a ir. Minho miraba con el rabillo del ojo la puerta de la habitación donde ahora Seojun dormitaba sin hacer ningún ruido. El señor Lee llegó finalmente y se recostó en el respaldo de la única silla vacía, respirando hondo, emitiendo un sonido gutural bastante extraño. Él también miró la puerta de Seojun.

—Le he dado somníferos como para dormir a un caballo. Estará calmado hasta que llegue la noche; entonces volveré a darle otra dosis y ya podrán llevárselo.

Changbin asintió, con el ceño fruncido. Desde que habían descubierto al primero de aquellos... seres, su humor había empeorado, y ya no era tan activo como antes. Minho lo entendía hasta cierto punto. Debía resultar muy triste ver a gente conocida transformada en eso. Le había llenado de preguntas frecuentemente sobre ese tema, sobre cómo se sentía, pero el veterano siempre las esquivaba con facilidad.

—¿Por qué mataban a seres alados? —la pregunta de Changbin cogió por sorpresa al mayor—. Quiero decir, los miembros del Clan de las Alas se creían superiores a los humanos... pero no de los seres alados, y aún así, los mataban.

—Se creen —corrigió el señor Lee—. Casi todos los seres alados están en su contra, lógicamente. Solo un grupo muy pequeño comulgaba con esos ideales; el resto se burlaba de ellos —cerró los ojos, pasándose las yemas de los dedos por las cejas—. Por eso comprendo su rabia... pero todo lo demás se me escapa.

—Cada vez que habla de ellos se le revuelve el estómago, ¿eh?

La indiferencia en el tono de voz de Changbin indignó al mayor.

—¡Tú no has visto lo que yo vi, novato!

Minho levantó la cabeza cuando escuchó esa palabra en los labios del señor Lee. Era la primera vez que llamaban así a Changbin.

El mayor había alzado la voz y parecía muy enojado.

—¡Sacrificaban personas humanas! ¡Se bebían su sangre! ¡Colgaban sus cuerpos como las reses en el matadero! ¡Los torturaban y, por último, los mataban! Les prometían una libertad inexistente, que siempre terminaba en la muerte cuando ya no les interesaban al Clan. Observar todo aquello fingiendo que te gustaba era lo peor... —escupió al suelo, con asco—. ¡Lo peor!

—Discúlpeme, maestro Lee.

Changbin se levantó, abandonando la habitación y saliendo al exterior de la casa. El señor Lee también se retiró, pero por la puerta principal. Felix suspiró y Minho lo miró, sin tener ni idea de lo que ocurría. Tras varios minutos de incertidumbre, el castaño decidió ir en busca de su compañero. Lo encontró junto a la pared, a punto de caerse. Tenía la frente apoyada en los ladrillos, al igual que una de sus manos, mientras con la otra se rodeaba el estómago. Tenía las mejillas rojizas, acaloradas, y los ojos húmedos. Cuando Minho miró al suelo, se dio cuenta de que había vomitado.

—¡Changbin!... —exclamó—. ¿Estás bien?

Minho se acercó rápidamente a su amigo con la intención de ayudarle, aunque este le rechazó con un movimiento de mano.

—No tenías que haber salido, novato —Changbin consiguió incorporarse y recuperar la compostura.

—Pues yo creo que sí —dijo Minho, tajante—. ¿Qué te está pasando? Me refiero a últimamente. Estás débil. Triste. Apenas duermes. Incluso sé que algún día has llegado más tarde que yo de la playa...

Changbin cayó al suelo. Agachó la cabeza; el pelo de su cerquillo le tapaba los ojos. Notaba que le temblaban las piernas de debilidad, al igual que los brazos. Apenas podía con su cuerpo.

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora