«Capítulo 11»

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—Chan tampoco tiene ni idea de qué hacía en esa playa —Changbin mantenía la taza apoyada en su mentón, dándole un aire cómico demasiado extraño en él—. Pero sí, era uno de los desaparecidos. No sé si es bueno o malo saber eso.

—¿Y el hecho de que no tuviera alas? —Minho también se sirvió el desayuno mientras charlaba con el veterano.

Changbin negó con la cabeza. Minho notaba al otro mucho más preocupado desde que llegó, aunque no se atrevió a preguntar el porqué. Quizá las noticias eran mucho peores de lo que él imaginaba.

—Por cierto —Changbin se retiró la taza, lo que le devolvió su aire respetable siempre—. ¿Qué le dijiste?

Minho le miró con curiosidad, aunque era fácil intuir a qué se refería. Sin mostrarse molesto, le contó por encima lo ocurrido con Jisung, intentando ocultar los sentimientos que tenía hacia él. Changbin lo escuchaba con atención, asintiendo de forma leve.

—Veo que nunca dejarás a ese chico en paz —murmuró, sin moverse—. ¿Y vas a ir todos los días?

—Durante tres semanas —completó Minho, recordando lo que le había dicho a Jisung.

Tres semanas y todo podría acabar.

Changbin sonrió sarcásticamente, pero no hizo ningún comentario. Dejó la taza en el fregadero y se acercó a la puerta, dedicando a Minho una mirada de reproche con la ceja arqueada.

—¿Vas a ponerte la mochila en la espalda hoy o debo esperar hasta mañana? Tenemos que irnos.

Minho asintió, disculpándose por su despiste. Se acercó a su habitación y se la puso con rapidez, pued ya había aprendido y tenía bastante soltura. Changbin aguardaba en la entrada con la puerta abierta. Cuando llegó a su altura, el veterano salió y le esperó fuera. Desde que habían encontrado al demonio en la playa, Changbin había decidido emprender la búsqueda de los otros dos desaparecidos e ir todos los días a la costa, probablemente el lugar donde se escondían. Y Minho, al que nadie había pedido opinión al respecto, sería su ayudante. Era lo malo de ser novato.

—¿Y quién lo habrá hecho? —Minho le seguía con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, pensativo—. Cortarse las alas tiene que doler.

—Es un castigo —Changbin hablaba en voz baja y sin quitar ojo a la gente, por si había algún cotilla queriendo enterarse de su conversación. Aquella vez habían decidido coger el autobús—. Lo que no sabemos es quién lo ha hecho. Y eso es lo más alarmante, que puede volver a repetirlo cuando quiera.

Minho se estremeció solo de pensar en el dolor de aquel castigo. El veterano se dio cuenta de la reacción de su acompañante, y le sonrió.

—No te preocupes, no es un castigo normal.

Seguramente Changbin trataba de tranquilizarle, pero no fue así; al menos, no hasta que llegaron a su destino. Afortunadamente, la playa parecía estar de nuevo en calma. Caminaron por el paseo marítimo, contemplando el mar. La gente se les quedaba mirando con extrañeza cuando pasaban por su lado; y era normal, porque ambos parecían dos tipos peligrosos.

Su objetivo era localizar algo parecido al ser que los sorprendió en los acantilados. Recorrieron la playa arriba y abajo, y tras largas y agotadoras caminatas no consiguieron encontrar nada. Cuando la noche asomó por el horizonte, ellos aún continuaban en ese paseo marítimo, en las calles de la ciudad costera, buscando.

—Volvamos a casa —Changbin miró la hora. Normalmente el paseo quedaba vacío muy temprano por culpa del frío, pero incluso las tiendas ya estaban echando el cierre—. Ya es tarde. Además, hoy empieza tu «cuenta atrás», ¿no?

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora