«Capítulo 8»

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No se despertó él solo, ni lo hizo la luz del sol, sino varios golpes continuados en su puerta, fuertes y cortos. Confundido y aún adormilado, se puso la camiseta y salió de la habitación, cegándose con la luz que bañaba el patio. Se acercó a la barandilla y se asomó a la planta inferior. Una de las habitaciones tenía las puertas abiertas de par en par. Allí estaba Changbin, apoyado en la encimera de la cocina. Su compañero observó cómo bajaba planeando y dejó el café a su lado, a medio beber.

—Buenos días, novato —le saludó con energía—. ¿Preparado para saber de tu pasado, o esperarás algunos días más?

La voz del pelinegro había sonado sarcástica y burlona, sin embargo, su expresión mostraba todo lo contrario. Minho le miró con extrañeza durante un rato, tratando de averiguar cuál de las dos era su verdadera posición, pero al final, se rindió. Asintió con la cabeza mientras hurgaba por la cocina en busca de las tazas.

—¿A quién irás a ver primero? —preguntó el chico mientras abría el armario de su lado y le tendió una taza al castaño—. ¿A tus padres? ¿Tus amigos?... —hizo una pausa larga, hasta que Minho se acercó y se la quitó de la mano—. ¿A tu novia?

—Padres —cortó Minho, cerrando el mueble de golpe y alejándose—. No tengo novia.

—Vaya —Changbin volvió a llevarse el café a los labios—. Habría jurado que sí.

De nuevo sus miradas se cruzaron, cada uno intentando indagar algo nuevo en los ojos del otro. Esta vez fue Changbin quien rompió la conexión; dio el último sorbo a su taza y la lavó en el fregadero.

—Te he traído ropa limpia; la he dejado junto a la puerta de tu dormitorio. Aunque seamos insensibles a la temperatura, estamos a comienzos del invierno. Afuera hace frío, y debemos aparentar que nosotros también lo sentimos.

—¿Invierno? —Minho dejó de beber, sorprendido. Echó la vista atrás y recordó el día de su transformación.

"¡Ya ha pasado más de medio año desde entonces!"

Changbin sonrió levemente ante su reacción.

—Iré a informarme de los veteranos que están cerca de aquí. Así podremos recurrir a ellos en caso de que surjan problemas... ¡Ah! Por cierto, novato.

Minho, que ya iba camino a la ducha, se detuvo y se volvió hacia Changbin; este se había apoyado de nuevo en la encimera.

—Te observé el último día de entrenamiento. Me pareciste interesante —dijo. A veces, el flequillo le caía por delante de los ojos—. Luchas bastante bien para ser tan novato
—se acercó al castaño, guardando las distancias. Por lo poco que conocía a Changbin, le bastaba para saber que tenía una personalidad fría, pero amable—. Me gustaría entrenarte, aunque te advierto que será duro. ¿Qué opinas, novato?

La propuesta le cogió por sorpresa a Minho, pero aun así asintió con la cabeza, decidido. Changbin caminó hacia él, dispuesto a abandonar la habitación, y cuando pasó a su lado se detuvo.

—Cuidado con lo que haces —le aconsejó en un tono íntimo—. El que más perjudicado puede acabar eres tú. Recuerda eso cuando vayas a visitar tu pasado.

Minho meditó aquellas palabras y asintió de nuevo, con gesto solemne. Changbin le dio una palmada en el hombro y se marchó, dejándole en la cocina solo con sus emociones. Por alguna razón, pensar en aquello le asustó. Anhelaba mucho recuperar su pasado, aunque fuera momentáneamente,como para llevarse una desilusión.

Cuando logró dejar a un lado sus cavilaciones subió a su habitación y cogió la ropa, bien doblada y apilada, que Changbin le había dejado frente a la puerta. Junto a ella se encontraba la mochila que ayer le dio el pelinegro, para tapar las alas. Entró en su cuarto y, tras dejar la ropa encima de la cama, examinó la mochila con curiosidad. Nunca la había visto puesta ni sabía cómo se ponía. Probó varias veces, quedándose todas en intentos frustrados. Changbin, que pasaba por allí en aquel momento, le vio pegarse con la mochila a través de la puerta abierta y se asomó. Se acercó a él, la cogió, la miró, y miró a Minho con una de sus cejas arqueada.

Wings Flap ➳ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora