Capitulo 3

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Cuando tenia 8 años recuerdo haber ansiado entrar en el mundo de la televisión y saborear todo lo que él conllevaba o, al menos, lo que mi corto entendimiento me permitía ver en aquel entonces

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Cuando tenia 8 años recuerdo haber ansiado entrar en el mundo de la televisión y saborear todo lo que él conllevaba o, al menos, lo que mi corto entendimiento me permitía ver en aquel entonces.

Iba a cada casting al que mis papás podían llevarme, frustrándome ante cada negativa. Por eso, cuando comencé las grabaciones de Chiquititas, disfrutaba cada día, sabiendo que el éxito se podía acabar en cualquier momento. Nunca me imaginé que yo misma iba a decidir bajarme de aquella ola que, al momento de hacerlo, no paraba de crecer.

Aún recuerdo la incredulidad de muchos. Colegas, amigos del ambiente y mi propia familia, que nunca lo entendieron. Creían que su hija cambiaba desventajosamente una vida de comodidad, fama y sueños cumplidos por una vida de “hippie”, incierta e infeliz. Pero mi vida actual ya no me llenaba. Me traicionaba a mi misma al convencerme de lo contrario. ¿Acaso no me había prometido siempre actuar de acuerdo a mis ideales?

Así que no dude en dejar todo atrás y volcarme de lleno a proyectos sobre los cuales ya venía trabajando y que si me hacían feliz. Aunque una parte de mi sentía que perdía la mitad de mi vida al irme, ¿Pero no se trata de eso crecer?

Miro al hombre que alguna vez amé al borde de la muerte, e intento ignorar las punzadas que siento invadir la boca de mi estómago. De algún modo es caprichosa la vida, pienso, al recordar haber oído el  nombre de Luisana apenas ayer y hoy mismo encontrar a Benjamín.

Tal vez todo sea circular, encontrándose uno una y otra vez al comienzo mismo del cual partió. O quizá las cuentas pendientes regresen incansablemente hasta ser saldadas. Escapar no es la solución.

A lo lejos escucho las sirenas de la ambulancia y regreso al presente. Controlo nuevamente su pulso, solo para tranquilizarme. Benjamín sigue inconsciente, perdido seguramente en un mundo imposible de acceder. Me ofrezco ir en la ambulancia con él mientras Pedro nos sigue con su auto hacia el hospital.

Sostengo fuertemente su mano, como si eso significase aferrarlo a la vida mecánicamente, como ahora lo está haciendo el respirador que le colocaron. Los pitidos que anotician a extranjeros de su cuerpo los latidos de su corazón me tranquilizan, sin embargo no puedo evitar derramar un par de lágrimas. Los paramédicos cortan su remera y dejan al descubierto su pecho, mientras la sangre de la herida borbotea sin parar. Contengo el impulso de poner mis manos sobre ella y así evitar que siga desangrándose.

Cuando tomé la decisión de abandonar definitivamente el medio, allá por el año 2011, ya no me hablaba seguido con Luisana. Nuestro vinculo se mantuvo fuerte mientras nuestros caminos apuntaban hacia el mismo objetivo. Una vez tomé la decisión de cambiar el rumbo, no la volví a ver. Lo mismo en gran medida sucedió con Benjamín, aunque fue mucho más doloroso. El distanciamiento fue progresivo, hasta que de un día para el otro ninguno de los dos llamó más. Me enteraba de su vida solo gracias a Felipe, quien aún era muy amigo de él, casi de la misma manera que en la época de Rebelde Way.

Para ese entonces, Benjamín estaba seriamente de novio y todo apuntaba al casamiento. Aunque nunca sucedió. Creo que algo que si tuvimos en común fue que ninguno de los dos pudo mantener relaciones a largo plazo. Sin embargo en 2013 sentó finalmente cabeza con Martina, con quien actualmente son padres de Rita.

Su hija, pienso. Tan pequeña para entender el riesgo que corre la vida de su padre, el fino el hilo que lo ata a la vida. ¿Martina ya se habrá enterado? ¿Irá corriendo al hospital a ocupar su lugar, el cual estoy usurpando ahora yo?

Mi mano aún sostiene la él y no la piensa soltar. Agradezco que eso no les importe a los paramédicos todavía, quienes continúan trabajando sobre su cuerpo tratando de parar la hemorragia. Acaricio por acto reflejo el extremo superior de su cabeza, visualizando energías positivas ingresando en su interior, dándole las fuerzas que va perdiendo gota a gota.

Al entrar al hospital, lo hago junto a su camilla, hasta que una enfermera me detiene dejando que se lo lleven. No me había percatado de mi estado hasta que veo preocupación en sus ojos.

—Cariño, ¿vos también estás herida? ¿Necesitas que llame a un médico?

—No, no. Estoy bien.

—Estas pálida. Dejame que te tomo la presión.

No me quedan fuerzas para negarme, así que dejo que me conduzca a una habitación contigua, y me ponga el tensiómetro manual. Como está medio baja, me da un vaso de agua con azúcar.

-—Quedate recostada — Me indica dilcemente — El muchacho va a estar bien…no te preocupes. Está en buenas manos.

Abandona la habitación y me desplomo sobre la camilla, con los músculos del cuerpo agarrotados.

—¡Por fin te encuentro! ¡Me preocupe! — Dice Pedro luego de un rato.

—Estoy bien — Murmuro mecánicamente.

—Ya veo... — Me responde con sarcasmo.

Se inclina al lado de la camilla y me acaricia la mejilla, la cual aprieto contra su mano cálida. Eso me reconforta. Yo soy un cubito de hielo.

—Estoy bien… ya me tomaron la presión — Lo tranquilizo.

Me mira con curiosidad por unos instantes. Luego dice con un hilo de voz, casi inaudible:

—De enserio me preocupé por vos… no podes seguir haciendo eso que siempre hacés.

—¿Qué cosa?

—Eso… de mandarte así nomas… no pensar las cosas... hoy te pudieron haber lastimado.

—Perdón, no podía dejarlo morir — Me limito a decir.

—¿Quién es? ¿Lo conoces? – Pregunta luego de un rato. Su pregunta me toma desprevenida, ya que me estaba adormilando.

Respiro hondo y no abro los ojos.

—Algo así… — Murmuro con voz apenas audible.

A cada segundo que pasa voy perdiendo el control de mi propio cuerpo, yendo directo hacia la oscuridad. Pero no le temo. Ansío poder olvidarme de este día. ¿Me estoy por desmayar? ¿Qué me dio la señora junto con el agua? Intento enojarme, pero esa emoción no me está permitida. En cambio, siento un profundo bienestar.

—Me pareció que si lo conocías — Me responde Pedro, pero su voz ya parece provenir de lejos.

No contesto. Solo vuelvo a cerrar los ojos, dejándome ir.

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𝗠𝘂𝗿𝗮𝗹𝗹𝗮 𝗮𝗹 𝗖𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora