Capitulo 35

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¿Donde empieza la boca?
¿En el beso?
¿En el insulto?
¿En el mordisco?
¿En el grito?
¿En el bostezo?
¿En la sonrisa?
¿En el silbo?
¿En la amenaza?
¿En el gemido?

Que te quede bien claro.
Donde acaba tu boca,
ahí empieza la mía.

-Mario Benedetti-.

Al principio es un beso tímido

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Al principio es un beso tímido.

Benjamín presiona sus labios sobre los míos por unos segundos y luego se detiene para observar mi reacción.

Yo estoy extasiada. Embriagada por la sensación. Me olvido qué dia es, porqué estoy acá y hasta de mi nombre.

Solo miro su boca. No sé que ve en mi expresión, pero sea lo que fuese lo anima a continuar. Se acerca aún mas y toma mi rostro entre sus manos. Paso mis brazos por encima de su cuello y nos enredamos a la perfección. Besa mi boca con aquella necesidad que solía encender todo mi ser y yo muerdo sus labios, recordando cuánto le gustaba que haga eso.

Él sonríe en  señal de aprobación.

Me pego mas a él, como si eso fuese posible, y paso mis manos por su nuca. Saboreo cada rincón de su boca deseando que este momento sea eterno. No quiero volver a la realidad si es que esto es un sueño.

Benjamín baja sus manos a mi cintura y acaricia la piel desnuda de mi espalda. Sus labios bajan hasta mi garganta y luego de deslizan por mi cuello, enviando escalofríos a través de todo mi cuerpo, brindándome una sensación  indescriptible.

Percibo que nuestra respiración comienza a entrecortarse y soy consiente que ni aún así me es suficiente.

No puedo saciar mi necesidad por él. Quiero tenerlo más cerca, quiero todo de él. Ese resto inalcanzable para que dos seres se fusionen en uno me parece más cruel que nunca.

Y lo amo.

Lo amo como nunca pude amar a nadie más. A pesar de que intenté arrancarlo de mi pecho, nunca lo dejé ir. Nunca quise.

Y el amor que volvió a despertar en mi comienza a unir mis piezas rotas.
Las siento fortalecerse, vibrar y ponerse en movimiento para buscar sus partes faltantes, como un puzzle particularmente complicado de armar, que te lleva horas encajar todas las piezas en su lugar. Y la satisfacción de al fin lograrlo es la misma. Me siento completa nuevamente. Pero no porque él me complemente, sé que ambos somos distintos tipos de rompecabezas, sino porque él me da la fuerza suficiente de quererme entera. De querer unir cada pieza.

Sonrío y él separa nuestros labios por un momento para observarme.

¿Cómo pude resignarme a vivir sin esos ojos tan hermosos? ¿Por qué no fui capaz de ir en su búsqueda cuando decidió dejarme ir?

𝗠𝘂𝗿𝗮𝗹𝗹𝗮 𝗮𝗹 𝗖𝗼𝗿𝗮𝘇ó𝗻 [Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora