El tamaño de la fragilidad de una persona puede ser directamente proporcional al de su coraza.
Se dice que el tercer lunes de enero es el día más deprimente del año. Lo llaman el Blue Monday.
Fue precisamente ese día en el que Aitana Ocaña decidió que se metería en la cama y no volvería a salir nunca más de ella.
En realidad más que decidirlo de forma consciente, su cerebro decidió plantarse y dejar de colaborar, después de un par de días intentando aparentar normalidad con todas sus fuerzas.
"Hasta aquí te he traído" susurró una voz en su cabeza "ahora apáñatelas como puedas".
Aquella mañana se levantó como cualquier otra. A pesar de que hacía un par de semanas su vida se hubiera ido a la mierda.
La detención de sus suegros había sido el primer golpe. Directo a la mandíbula y la había hecho perder el equilibrio.
Las fotografías de su marido besando a su asistente personal la habían tirado al suelo.
Pero de alguna forma, pensó que aquel no era el primer desastre de relaciones públicas al que se enfrentaba en su vida. Para nada. Quizás fuese el peor, pero no el primero.
De modo que la primera medida debía ser aparentar normalidad como en otras ocasiones.
Todo lo normal que podía ser que ya no tuviese dinero, trabajo, familia o amigos.
Cuando su teléfono dejó de sonar a todas horas, pensó que los periodistas finalmente se habían cansado o habían encontrado otro escándalo con el que recrearse.
Quizá había llegado el momento de salir de casa.
Se arregló lo mejor que pudo, aunque llevaba dos semanas sin hacerse la manicura o arreglarse el pelo y se puso unas gafas de sol, a pesar de que el día había amanecido nublado y bajó a comprar el pan.
En realidad lo del pan no era otra cosa que una excusa para comprobar si había medios de comunicación acampados en su portal.
Los había.
Apenas le dio tiempo a abrir por completo la pesada puerta de cristal del edificio antes de que una ingente multitud de flashes de cámaras la deslumbraran. Irónicamente, agradeció llevar puestas las gafas de sol.
Junto con las fotografías empezaron a volar las preguntas.
Las que esperaba
<<¿Estabas al tanto de los negocios de tus suegros?>>
<<¿Conocías la relación de tu marido con tu asistente?>>
Le parecía hasta lógico que hiciesen esas preguntas. Después de todo, ella también habría tenido curiosidad por conocer las respuestas si no fuese la protagonista de aquel sórdido drama.
Después llegaron las que no se imaginaba.
<<¿Qué opinas de los que dicen que este es el fin de tu carrera?>>
<<¿Has oído los rumores de que Universal quiere rescindir su contrato contigo>>
Ante estas se quedó bloqueada. En realidad no tenía ni idea. Probablemente había pecado de ingenua al pensar que, como en otras ocasiones, todo pasaría y volvería a la normalidad.
O lo que más se pudiese asemejar a normalidad en medio de aquella locura.
Retrocedió como pudo y se dio un golpe con el portal cerrado.
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La isla del faro
FanfictionEn una diminuta isla del mar de Escocia existe un refugio para artistas. Una pequeña burbuja para almas perdidas.