- Érase una vez, en medio del inmenso océano Atlántico, una pequeña isla mágica, coronada por un faro blaco como la espuma del mar. Érase una vez un príncipe valiente, y muy, pero que muy guapo, que conquistó la isla. Érase una vez una princesa que llegó a la isla huyendo de un malvado troll deformado y naranja....
- Mamaaaaaaaaaaa! papá lo está contando mal otra vez.
Aitana asoma la cabeza por la habitación y levanta una ceja en dirección a Luis que sentado entre las dos camas, levanta las manos para defenderse.
Dara e Icía, cada una a un lado de su padre, le miran acusadoras.
Como cada noche.
Equivocarse al contar la historia forma parte del ritual, aunque sus hijas, con cuatro años, son demasiado pequeñas para percibirlo.
Luis las provoca confundiendo detalles de una historia que las niñas se saben de memoria para que ellas reclamen a su madre.
La intención no es librarse de contar el cuento sino conseguir que Aitana abandone lo que esté haciendo y entre en la habitación a ocupar su sitio entre las piernas de Luis.
Cuando ven que su madre apoya la cabeza en el hombro de su padre, apagiguadas, Dara e Icía se acuestan de nuevo en la almohada.
Su madre si que sabe contar la historia como es debido.
Aitana carraspea para aclararse la garganta y cumple con su parte.
- ¿Qué es lo que contó mal papá está vez?
Dara, agita los rizos negros e indomables y se incorpora de nuevo. Normalmente de las dos hermanas suele actuar ella como portavoz.
A Icía, más tranquila, le quedan las labores de pacificación cuando se meten en algún lío.
Forman un equipo perfecto.
- No nos gusta cuando hay príncipes y princesas. Son estúpidos- afirma Dara convencida- además en esta casa somos puni..puli, publicanos.
- Republicanos, pero completamente de acuerdo- a Aitana le gusta que su hija tenga el concepto claro aún cuando confunda la palabra - empecemos otra vez pues. Érase una vez una isla mágica en medio del inmenso océano atlántico, coronada con un faro blanco como la espuma del mar.
A esa parte nadie pone trabas.
- En la isla vivía un hombre triste y enfadado porque había sido hechizado por una bruja que jamás envejecía.
- Hay que ver lo que consigue un buen cirujano plástico- murmura Luis por lo bajo antes de sentir el codo de Aitana en sus costillas- pero sí, el hombre estaba triste y enfadado, pero seguía siendo muy guapo.
Aitana ahoga una risa y se acomoda mejor contra el pecho de él.
- Muy guapo. A la isla, por el mar azul, viajando sobre la espuma, llegó una joven que estaba perdida.
Dara asomó la naricilla por encima del cobertor.
- ¿Y lo del troll naranja?
Aitana y Luis intercambian una mirada. El troll naranaja era un personaje estrella de los cuentos de todas las noches, del que podían hablar con humor agridulce porque ya estaba lejos, muy lejos de sus vidas.
Manuel había encontrado su lugar en el mundo, más o menos, como actor de reparto de series en Los Angeles. De vez en cuando, viendo alguna serie, le reconocían en segundo plano o con una frase suelta. Un conocido común le había contado a Aitana que era razonablemente feliz porque podía dedicar el resto de su tiempo al surf.
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La isla del faro
Fiksi PenggemarEn una diminuta isla del mar de Escocia existe un refugio para artistas. Una pequeña burbuja para almas perdidas.