- ¿Entonces ella se lió con su asistente personal?
Paula negó vigorosamente con la cabeza y miró por encima de su hombro para asegurarse de que no venía nadie.
Theo y ella intentaban desestrañar el misterio de la mujer que había llegado el día anterior a la isla y había puesto a los residentes veteranos tan nerviosos.
La profesora de yoga aportaba la información de primera mano como testigo de calidad, pero los cotilleos de las revistas españolas solo estaba al alcance de Paula.
Desde la mesa del comedor, Fergus fingía no prestarles atención mientras intentaba arreglar un metrónomo antiguo que había encontrado en un mercadillo de Edimburgo durante las vacaciones.
- Fue su marido el que se lió con su asistente personal- aseguró la cocinera ante el gesto sorprendido de la otra.
Theo pensó en el hombre serio y callado que había conocido en el aeropuerto y en como interactuaba con su acompañante. Le resultaba difícil verle implicado en un asunto así.
Tampoco acababa de comprender como el amante y la esposa traicionada habían acabando pasando las vacaciones juntos.
Y por supuesto lo que más le extrañaba era entender cuál era, exactamente, el papel que pintaba Luis Cepeda en toda aquella historia.
Fergus le había informado de que Garcés había salido de la isla de madrugada en dirección a tierra firme. Marina, la noche anterior, se había limitado a explicarles que el jefe estaba encerrado en el faro, pero nadie debía mencionarle delante de la nueva huesped.
La fisioterapeuta empezaba a pensar que quizás la isla les estuviera empezando a volver a todos locos. Pero locos de verdad.
Solo el sonido de pasos en el camino de gravilla frente a la puerta principal les hizo disolver el círculo de cotillos.
Las instrucciones de Marina habían sido muy claras.
Alfred fue el primero en atravesar la puerta y les saludó a todos, aparentemente de un excelente humor. Parecía ajeno a la tensión que su llegada y, sobre todo, la de sus acompañantes había causado.
- ¡Paula!- se acercó a la cocinera y le plantó un sonoro beso en la mejilla- Le he prometido a Aitana y a Gonzalo que tu bizcocho mármol es el mejor de la tierra, ¿cuando me lo vas a hacer?.
Mientras que Marina tenía sentimientos encontrados con aquella situación y Theo había decidido que lo más prudente era mantenerse neutral, Paula tenía muy claro dónde residían sus lealtades.
No le gustaba la mujer que acababa de llegar. Lo que conocía de ella por la prensa y lo que había odío de la familia de Luis la habían predispuesto en su contra.
Por supuesto quien se hubiese atrevido a hacerle daño a Luis, no merecía probar su bizcocho.
- Nos hemos quedado sin chocolate- rezongó con voz seca y se giró hacia la cocina dándoles la espalda.
Alfred disimuló una risa nerviosa y robó una mirada en dirección de Aitana.
Evidentemente él era consciente lo que provocaba el rechazo de Paula, pero su amiga no tenía forma de saberlo y miró a su alrededor intentando averiguar que había provocado aquella reacción de la cocinera.
Parecía tan desvalida que Theo se compadeció de ella y le señaló el asiento que tenía enfrente y se ofreció a servirle el desayuno.
- En realidad- explicó- aquí en Seòlta cada uno se sirve su propio desayuno, incluído la mayoría de los huéspedes, pero hoy es tu primer día así que ponte cómoda.
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La isla del faro
FanficEn una diminuta isla del mar de Escocia existe un refugio para artistas. Una pequeña burbuja para almas perdidas.