14. Follaiseach (Transparente)

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No había dormido una mierda en toda la noche. 

Después de dejarla allí, tirada en el faro había vagado por toda la isla como alma en pena. 

Se sentía sucio por lo que acababa de hacerle.

Todavía más sucio por lo que acababa de hacerse a si mismo.

Había perdido el control. La calma, la paz que tanto había trabajo para obtener habían quedado tirados en el suelo del faro con ella. 

Había actuado por puro instinto movido por el odio y el rencor. 

Por otra parte Aitana siempre había conseguido que se olvidase de actuar de forma racional. Para bien o para mal. 

Para horriblemente mal en este caso. 

Era posible que jamás pudiese borrar de su memoria la imagen de Aitana encogida sobre el alfeizar de la ventana.

Llegó a su roca, la de todos los días y empezó a sacarse la ropa, que aún conservaba el olor del sexo y la dejó en la roca. Aquella mañana necesitaba el baño en las aguas heladas más que nunca. Ansiaba borrar cualquier resto de lo ocurrido. 

No se detuvo en preliminares, ni tan siquiera comprobó el estado del mar antes de saltar.  Simplemente cerró los ojos y se dejó caer, agradeciendo que la necesidad de respirar debajo del agua y el frío tomasen el control de sus sentidos. 

Oler mar. Saborear már. Sentir mar. 

Permaneció todo lo posible debajo del agua esperando, deseando incluso, que la falta de oxígeno borrase las imágenes impresas en su memoria. 

Cuando ya no fue posible aguantar más se arrastró como pudo hasta la roca desde la que había saltado y trepó a ella de nuevo. 

No le sorprendió demasiado encontrar a Fergus sentado en una roca no demasiado lejos. Sin el menor pudor, ni intentar taparse se dirigió a él. 

- ¿Te manda la jefa?

No sabía si Marina era consciente de que se referían a ella de esa forma a sus espaldas,  pero más que nunca le pareció apropiado el título. 

- Quería asegurarse de que todo estaba bien. 

El hombre tranquilo de la isla por antonomasia, apoyó los antebrazos en las rodillas y cruzó las manos frente a él. Luis envidió su calma. 

No había nada capaz de alterar a Fergus. 

Sacudió la cabeza para sacar el agua de los oídos y reformuló el pensamiento. 

No había nada capaz de alterar a Fergus exteriormente.

- ¿Cómo lo haces Fergus?

El otro se encogió de hombros y sonrió algo melancólico. Los dos sabían a qué se referia Luis y los dos sabían que no podía ser, aunque nunca hablasen de ello. 

Aún así Fergus seguía allí al pie del cañon, roca para todos, sin perder la calma. 

- Con menos ruído que tú ayer por la noche, eso seguro.

Luis tuvo la decencia de ruborizarse. En el calor del momento no había pensado en el ruido que habían hecho primero en la pelea y más adelante en lo que la siguió. 

La isla no era tan grande después de todo. 

-Marina está ocupada intentando evitar que la huesped- Fergus evitó a proposito utilizar el nombre de Aitana- asesine a Alfred...pero te envía esto. 

Le tendió el albornoz blanco que Luis solía usar después de sus baños y este se abrigó agradecido y ocupó un trozo de roca junto a Fergus. 

- ¿Te he contado alguna vez porque me  fui a Dublín?

La isla del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora