Luis se detuvo un instante en la mitad del camino de tierra entre la casa principal y la playa.
El sol le daba de frente y tuvo que entornar los ojos para poder ver mejor la casa de la playa. A través de una de las ventanas abiertas se adivinaba a Aitana.
Estaba sentada ante uno de los lienzos que le había comprado que era casi más grande que ella.
Aun no había recuperado el peso que había perdido durante la enfermedad y el peto vaquero que le había cogido a Theo le sobraba por todas partes.
Ella y su manía de robar ropa.
Meneó la cabeza frustrado y sacó un pitillo arrugado del bolsillo. Lo deslizó entre sus labios pero no llegó a encenderlo.
Estuvo a punto de darse la vuelta.
No quería pensar en ella en los términos de la mujer que había querido un día. Aquella para la que coger una prenda de ropa prestada, era una declaración de amor y amistad.
Pero a la luz de lo que le había dicho Garcés, parecía que tampoco era justo seguir odiándola.
¿Había sido esteril su rabia de todo aquellos años?
¿Injustificada?
Parecía imposible.
Acortando la distancia pudo ver como se ponía el pincel entre los labios y ladeaba la cabeza para captar mejor la persectiva y tragó saliva.
Pensar que se había alimentado de un rencor producto de un malentendido era casi peor que seguir odiándola.
Garcés le había arrinconado aquella mañana después del desayuno y le había contado la loca historia de que Aitana creía que Silvana Durero le había extendido un cheque.
Claro que esa parte de la historia era cierta. Silvana había extendido un cheque, pero Luis jamás lo había aceptado.
Pero esa era, precisamente, la parte según Garcés era la que Aitana desconocía.
Tenía que ser mentira.
Una mentira más de una persona que había llegado a creerse sus propias fabulaciones para poder seguir adelante con su vida.
Después de todo, había protestado antes la defensa de su amigo, estaba el mensaje de apoyo en redes sociales a la joven que Silvana Durero había utilizado para chantajearle.
La idea se le había ocurrido después. Cuando ya había dado un portazo dejando a Garcés en mitad de una frase, acusándole de estar demasiado interesado en defender a Aitana.
Gonzalo le había contado el dia anterior que a él le habían contratado para llevar las redes de Aitana después de despedir a la persona que lo hacía antes.
La persona que lo hacía antes.
Qué no era Aitana.
La posibilidad, muchas veces comentada pero nunca confirmada de que Aitana en realidad, había dejado de tener el control sobre sus redes sociales muy al principio del juego.
La duda era exactamente en qué momento había sucedio.
¿Antes o después de preparar el terreno para que todo el mundo creyese a aquella mujer?
Era consciente de que solo podía resolverlo si se lo preguntaba a ella directamente.
Que era preciscamente por lo que había cambiado el rumbo a medio camino hacia el faro y se dirígía a la casa de la playa, decidido a resolver sus dudas pero hecho un manojo de nervios.
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La isla del faro
FanfictionEn una diminuta isla del mar de Escocia existe un refugio para artistas. Una pequeña burbuja para almas perdidas.