21. Mùchadh (Duelo)

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La encontró en la playa.

El día había empezado a morir hacía ya un buen rato y la temperatura había bajado.

A pesar de todo, Aitana estaba vestida exactamente como la había dejado, sin nada que la abrigase. La única diferencia era que las manchas verdes de pintura de su pantalón se habían secado hacía ya un buen rato.

Tuvo que oír sus pisadas en la arena al acercase, pero ni siquiera entonces se volvió hacia él. Cuando estuvo a su lado, se abrazó a si misma frotándose los antebrazos para obtener algo de calaor, pero no le miró.

Gonzal había llegado a la casa principal corriendo hacía diez minutos, buscándole, reclamándole, explicando que se había encontrado a Aitana, una vez más haciendo la maleta. Luis le había dejado con la palabra en la boca dispuesto a averiguar que coño podía haber pasado en las dos horas que llevaban separados.

Una vez más.

Por el camino se había preguntado con frustración, porque se había permitido ilusionarse.

Su especialidad, parecía ser, eran interludios fugaces, de seis meses o seis horas entre dramas, gritos y lágrimas.

- Aitana

Espero unos segundos a su lado y al ver que no obtenía reacción volvió a la casa de la playa y rescató una manta de una de las camas. La puso sobre sus hombros y se dejó caer a su lado dispuesto a esperar una explicación.

Aún en la luz menguante, podría haber jurado que Aitana no parecía enfadada y cuando por fin habló, varios minutos más tarde, su voz sonaba incluso calmada.

- Siempre me he visto a través de los ojos de los demás- empezó a hablar con voz suave pero firme- pero Vicente me convenció de que no era para tanto y que, en realidad, me hacía un favor estando conmigo.

Luis apenas se atrevía a mirarla, pero se concentró en prestar atención a cada una de sus palabras.

No tenía ni idea de lo que había sucedido desde que la había dejado en la puerta de la casa de la playa, ni de lo que pasaba por su cabeza, ni de como Vicente había vuelto a aparecer en una conversación entre ellos después de tantos años.

Antes de que tuviera la oportunidad de preguntar, escuchó el ruído de una botella al abrirse y se giró para encontrarsela ofreciéndole una cerveza. Había reservado otra para si misma pero estaba sin empezar, medio enterrada en la arena.

Por lo menos sabía que le había estado esperando.

- Verme a través de tus ojos fue extraordinario, yo, tan poca cosa, podía inspirar aquellas canciones...- suspiró con nostalgia y rescató la botella para llevársela a los labios y darle un largo trago- quise creer que tenía que haber algo de verdad.

Luis la observó en silencio.

En la figura triste en la orilla del mar no quedaba nada de la mujer que le había devuelto los besos con entusiasmo y ojos brillantes de hacía unas horas.

- Antes dijiste que al principio, cuando Silvana te amenazó llegaste a pensa que yo me lo creía, que eso era lo que más te había dolido.

Hablaba despacio escogiendo las palabras con cuidado. Era evidente que estaba buscando la mejor manera de explicarse.

- Al principio- repitió Aitana tragando saliva- Lo que quiere decir que después pensaste que yo estaba al tanto de todo y que estaba de acuerdo con Silvana para chantajearte y alejarte de mi.

Ese era.

El detalle molesto que había estado revoloteando en su cerebro y que no había llegado a entender hasta que Luis se fue y su piel dejó de cantar y pudo pensar con claridad.

La isla del faroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora