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Melissa

Por fin es viernes. La semana ha pasado demasiado lenta para mi gusto y creo que es por mis ganas tremendas de que llegara hoy por fin. Porque como me dijo Sara, hoy sería el día en el que ella me demostraría que lo que me dijo Stephen no tenía ningún sentido.

Salgo de clase buscando en mi bolso mi móvil, cuando de repente siento unas manos tapar mis ojos.
En mi cara se dibuja una sonrisa al pensar que puede ser Stephen, pero esta desaparece cuando escucho la voz de esta persona.

-¿Quien soy?.-dice la voz de Dylan.

Dylan es mi vecino de toda la vida. De pequeños éramos grandes amigos y siempre demostró un cierto interés por mí que por mi parte no era correspondido a diferencia de mi madre. Ella lo ve el chico ideal para mi, es guapo, alto, apuesto, educado, de familia importante y está estudiando arquitectura en una universidad privada. Desde que entro allí cambio radicalmente, su manera de hablar, de vestir y de ser. Se volvió el típico pijo repelente. Lo único que no cambió y maldigo, es su interés por mi.

Quito sus manos de mis ojos y me giro para mirarlo.

-¿Qué haces aquí?.-le pregunto con el ceño fruncido y este se quita las gafas.

-He venido a pasar el fin de semana contigo, para ver cómo te va en tu nueva vida como universitaria. Y porque tú madre estaba preocupada y me he comprometido con ella asegurarme de que estabas bien.-dice con una sonrisa y respiro hondo.

-Estoy perfectamente, hablo con ella y con mis hermanas todos los días. No hace falta que te quedes todo el fin de semana. Además de que yo vivo en una residencia de chicas.-empiezo andar y este hace lo mismo a mi lado.

-He reservado habitación en un hotel que hay cerca de aquí. Por eso no te preocupes y la verdad es que quiero pasar este finde contigo. Te echaba de menos Meli.-vuelvo los ojos y suspiro.

-Te he dicho mil veces que no me llames así. Mel o Melissa, nada de Meli.-digo parándome mientras lo miro y asiente. Este me sorprende cuando me abraza, deja un beso en mi mejilla y yo me separa mirando a los lados.

-No te enfades anda.-le sonrío de lado y asiento para no seguir discutiendo.



-Le he prometido a tu madre que te vendría a recoger el fin de semana que viene para llevarte con ella y tus hermanas para pasarlo allí.-abro los ojos sorprendida y niego con la cabeza.

-Eso es imposible. Tengo muchos exámenes y ya voy a perder mucho tiempo este finde contigo aquí.-este para en el semáforo y me mira.

-No puedo decirle a tu madre que no Meli, que diga Mel.-dice nervioso. Respiro hondo y le sonrío.

-No te preocupes, ya se lo digo yo.-este se sorprende a mi respuesta y en ese momento escuchamos el sonido de una moto, miramos por la ventanilla y el espejo retrovisor del coche de Dylan cae al suelo cuando la moto pasa y lo dobla hacia atrás. Abro mucho los ojos y me tapo la boca para no reírme. Dylan ama a este coche y se que eso le ha dolido demasiado.

Este abre la puerta furioso y coge el espejo del suelo. Lo mete dentro del coche y se va hacia el motorista.

-Eh, tú ¿que mierda te pasa?.-grita y cuando el motorista gira la cabeza para mirarlo Dylan se pone serio y veo como empieza a ponerse nervioso.-Es que... Es que tío me has roto el espejo retrovisor.-dice tocandose la nuca y no puedo evitar reír. No llego a escuchar lo que le dice el otro pero veo como Dylan asiente y vuelve al coche. El motorista vuelve la cabeza y sus ojos coinciden con los míos y no puedo evitar sentir una corriente eléctrica por todo mi cuerpo. Es Stephen. Veo como sus ojos pasan de Dylan a mi varias veces en cuestión de segundos y este empieza acelerar la moto haciendo que esta suene con fuerza. Niega con la cabeza mientras yo frunzo el ceño por su comportamiento, y acelera saliendo a una gran velocidad cuando el semáforo se pone en verde.



No puedo parar de pensar en la reacción de Stephen al verme con Dylan, mientras este me habla de algo que no presto mucha atención.

-¿Tú que piensas?.-pregunta sacándome de mis pensamiento y lo miro.

-Que está bien.-digo intentando salir del paso y este frunce el ceño.

-¿Ves bien que mis padre se separen después de veinte años casados?.-abro los ojos de la sorpresa y niego.

-Lo siento mucho Dylan. Estoy cansada de toda la semana y no he estado muy pendiente de lo que me has dicho.-este niega dándome a entender que no pasa nada y mi teléfono suena salvándome de esta situación tan vergonzosa.

"Mamá"

Pone en la pantalla y yo suspiro. Me levanto y le digo a Dylan que voy a salir para coger la llamada mientras me levanto.

-¿Si?.-digo respirando hondo.

-¿Te ha gustado la sorpresa de Dylan?.-pregunta emocionada al otro lado.

-No.-digo cortante.

-Mel, debería de ser más agradecida. El pobre ha conducido horas hasta la universidad para pasar el fin de semana contigo.-vuelvo los ojos y niego.

-Yo no se lo he pedido. Y otra cosa, el fin de semana que viene no voy a ir a visitaros. Tengo muchos exámenes y tengo que estudiar, no creo que baje un santo y me diga toda las respuestas.-está suspira y yo respiro hondo.

-Esta bien. No te preocupes, si es por ese motivo lo entiendo.-asiento con una sonrisa de triunfadora y miro hacia dentro de la cafetería. Dylan me mira con una sonrisa y yo se la devuelvo.

-Bueno, te dejo que voy a entrar de nuevo a la cafetería donde estoy con Dylan.

-Vale cariño, disfruta del fin de semana con él y se amable.-cuelgo volviendo los ojos y entro de nuevo a la cafetería.

DANGEROUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora