Capítulo 31

338 33 0
                                    

Eso nunca lo dejé de hacer, decía una y miles de veces que no la amaba, pero era todo lo contrario aún no sé admitir mi error acerca de mis sentimientos.
Nunca.

Era tiempo de cambiar las cosas.

-Sí, la sigo amando después de todo-. Confesé mirándola firmemente. Ella se alegró por ello y por fin puedo decir que me siento en paz por una vez en mi vida.

-¡Bien! Al parecer alguien cambio de perspectiva y eso es tan pero tan bueno-. Me felicitó como si fuese el mejor de los pasos, y claro que lo era.

-Lo sé, y estoy decidida a dar otro paso más si eso conlleva a que ambas estemos mejor-. Le sonreí.

-¿Sabes? A mí me haría feliz el verlas juntas Becks, pero lo que más me gustaría sería verte bien con alguien a quien amas a tu lado... Y esa es Ashley gruñona Fliehr-.

Extendió ambos brazos indicando que me acercara para darnos un abrazo enorme sintiendo la felicidad en su momento sin poder detener una risa suave al apodo que había nombrado.

Al separarnos habló.

-Oye y a todo esto, ¿Cómo va tu rostro? ¿Nada fuera de lo normal?-. Tomó asiento de nuevo en el sillón, imitando después yo su acto en el opuesto.

-Pues hoy en la mañana noté que la inflamación había bajado otro poco, además ya no siento dolor, creo que después de todo no es malo, bueno solo por el hecho de dejar unos días el ring-. Dije sin tomarle tanta importancia, pues sé que pronto estaré arriba de uno.

-Esa es la actitud que yo quería de nuevo en ti, Becks-. Me sonrió ampliamente.

Seguimos platicando entre más cosas y una no tan nueva, así fue hasta que miré el reloj dándome cuenta de que ya era de mediodía.

Me acompañó hasta la salida, estando fuera me despedío con un abrazo y un beso en la mejilla, diciendo en mi oído que pronto todo mejoraría para bien. Algo en lo que yo también esperaba.

Giré sobre mis talones y al ir avanzando gritó mi nombre.

-¡Rebecca!-. Me acerqué un poco al escucharla.

-¿Sí?-. Dije estando algo a distancia.

-¡Ve por tu chica! No la dejes ir-. Me dijo guiñando un ojo de manera coqueta.

-¡Claro, te lo aseguro!-. Le hice saber al girarme de nuevo yendo por dirección contraria. Claro que no la dejaré ir, no otra vez.
Volteé a ver si había cerrado la puerta y en efecto ésta ya estaba cerrándose.

Primero, después de salir de su casa no tenía planeado aún regresar a la mía pues ella quizá esté todavía allí esperándome o enojada conmigo por irme sin decirle nada, capaz y piensa que salí corriendo por lo sucedido anoche, sin embargo como toda una buena olvidadiza recordé que le dejé una nota que justificaba mi acto, eso espero.

Segundo, así que decidí ir a la farmacia a comprar los medicamentos recetados por el médico ya que ayer a cierta rubia tonta se le olvidó por completo.
Tercero y último, claro después de ir regresar a casa a tomar reposo como el médico lo propuso.

Sí, tal vez fue mala idea dejarla sola pero necesitaba desahogar el momento con alguien, y además un pequeño consejo de vez en cuando no está mal, el motivo de mi felicidad es ella y ahora que está aquí lo sabré aprovechar.

Éste parece ser mi día.

....

Revisé el reloj dándome cuenta de que era algo tarde y Rebecca aún no llegaba, hice algunos labores esperando a que el tiempo pasara rápido y vaya que así fue pero ella aún no se dignaba a venir, me puse a ver la televisión pero no encontraba nada entretenido así que estuve un momento en el celular.

Polos Opuestos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora