Extra

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Lo primero que Ban recordaba de su infancia, no era como todos los niños. No era un recuerdo muy feliz, aunque tampoco era del todo horrible.

Lo primero que recordaba era el grito de una niña pequeña. Quien lloraba abrazando a su oso de peluche, mientras apretaba su mano. En su mano había una herida, Killia, su hermana  menor se había quemado al acercarse a la estufa de aquella deplorable casa.

Una casa con una sola habitación y un asqueroso baño. La casa era dividida por cortinas. La única cortina separaba el cuarto de aquellos hombres que se hacían llamar padres.  De aquellos hombres que los explotaban haciéndoles pedir dinero para que ellos pudieran  embriagarse

También podía recordar las palizas que   le daban cuando no recaudaba suficiente dinero o cuando escuchaban a su hermana llorar. No era culpa de Killian, ella había sido una niña muy enfermiza desde el día que nació. Era muy torpe, pero siempre estaba alegre.
Era la única luz que había en su vida.

La mayoría de sus recuerdos, eran una mierda.  Sin embargo aun recordaba un día en particular, un día que para el no tenia mucho sentido. Su hermana, de tan solo cuatro años y medio no estaba  en casa. El estaba muy preocupado y desesperado. ¿Acaso aquellos hombres habrían cumplido su amenaza de vender a Killia? hacia unos días le habían dicho que si regresaba con miserias no volvería a verla, pues ellos harían lo que fuera para conseguir alcohol.

Finalmente killia apareció a unas cuadras de su casa. Con una radiante sonrisa hablando del ángel al que había conocido, una mujer que le había dado dinero, le había dado comida y había cosido el brazo de su oso que días atrás se había desprendido. También le había dado medicamento para la enfermedad que en esos momentos Killia tenia.  Jamás había visto a su hermana tan feliz. Sin embargo, a él no le gustaba que hablara con desconocidos y la reprendió por salir de casa. Aun así,  ella no borro su sonrisa en mucho tiempo. 

Lamentablemente su hermana no estuvo con el por mucho tiempo,  pues una terrible enfermedad se la había arrebatado meses después. Y sin su hermana en casa, el ya no tenía razones para volver por ahí.  Prefería dormir en la calle, que volver a aquel lugar.

Pero el conseguir dinero, pronto fue más difícil. Pues al salir con Killia las personas se ablandaban.  El necesitaba comer, así que tuvo que adaptarse, tenía que conseguir dinero o alimentos de una u otra forma. E intento robar, aunque no había resultado nada bien su primer intento, pero ese primer intento trajo algo mejor. 
Trajo a su padre,el único que el había tenido y a quien le hubiese gustado conociera a Killia

Shivago, era un conocido ladrón en el pueblo en el que vivía.  Pero nadie sabía en sí quien era, pues nadie había visto su rostro.  Shivago fue quien le enseñó a conseguir lo que necesitaba, quien le enseñó a luchar por lo que quiera hasta obtenerlo sin importar la forma. Quien le enseñó que debía quitarle solamente a quienes tenían de sobra

Shivago le enseñó tantas cosas, le enseñó lo básico para sobrevivir en ese asqueroso mundo. Shivago le contó sobre un lugar que el había visitado, Liones. Un gran lugar para vivir, también le habló acerca de que cerca de ahí había un bosque, pero en ese bosque había una zona que nadie se atrevía a visitar.  Por diversas cuestiones. 
Pero como su hermana, Shivago le abandonó, en un día muy importante, en el mayor golpe que ellos darían para conseguir lo que querían,   el lo abandonó.  Jamás llegó.

Él en su estupidez,  intentó hacerlo por su cuenta, pero todo salió mal y fue descubierto. En ese lugar un hombre le dio una lección pero fue intervenido por una mujer, una mujer evito que terminara con su miserable vida, pues sabia que no podría hacer nada después de esa paliza. La mujer le dijo que le llevaría a otro sitio, uno dónde se hicieran cargo de él.

El Camino Que Elegimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora