Capítulo 34

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Jericho se acomodo en la cama cuando escucharon gritos fuera. Ambos por curiosidad se asomaron y unos sujetos atacaban a otro.

-Ban...- le llamo con duda.

-No te metas y vamos a dormirnos-.

-Yo no...

-Jericho. No puedes ir ayudando a nadie en este lugar-. Para el era fácil decirlo, pero como futuro médico, el ayudar a alguien siempre era lo primero que pensaba.

-Pero...- Jericho volvió a observar por la ventana, al igual que Ban... la capucha que cubría el rostro del hombre se movió un poco, dejando los cabellos color zanahoria a la vista y muy poco de su rostro.

-Podría ser...- Fue lo único que Jericho escucho antes de ver a Ban brincar por la ventana. Y ayudar al hombre, de verdad que no entendía ni un poco a Ban.

Ban entraba con el hombre. Ante la atenta mirada de Jericho. Pasaron muy cerca de ella, mientras ella lo observaba detenidamente; y se preguntaba, porqué Ban lo había ayudado. -Yo la devolveré -. Ban sostenía la cartera de Jericho en alto.

-Pero qué...- Jericho reviso su mochila para  estaba colgada en la pared.

-Debes ser más cuidadosa con tus cosas-
Jericho solo pudo a sentir.

Ban dejo al hombre en la cama y retiro la capucha. Ambos se miraron fijamente por un largo rato.

Jericho iba a acercarse al hombre. Pero Ban lo impidió. Sujetándolo de la mano.

-Me encuentro bien-. Fue la dificultosa respuesta del hombre.

-Cual es tu nombre, muchacho- Jericho no supo que hacer. Ban estaba como paralizado y no decía nada.
Y Jericho no sabía porque. Tomo del hombro a Ban. Tratando de llamar su atención. Cuando el la miro Jericho le regaló una sonrisa. Sólo quería calmarlo.

-¿Necesitas que me vaya?-. Jericho sentía que ella volvía. Incomodo el ambiente 
Ban negó, no sabía que necesitaba, pero no era que Jericho se fuese.

-Te pareces a mi hijo-. El hombre rompió la burbuja que se empezaba a formar al rededor de ambos jóvenes.

-Tiene hijos-. Jericho intentaba hablar con el hombre, tal vez tuviese alguien a quien avisarle.

-Los tuve hace mucho tiempo. Ambos murieron cuando niños.

-Lo lamento...- Todas las esperanzas de avisarle a alguien, que tenía Jericho, se fueron.

-Fallecieron el mismo día-. Volvió a hablar el hombre, con nostalgia en su voz. - Durante años eh esperado la muerte. Sólo para reunirme con ellos. Aunque, se que mi hijo Ban no me ha perdonado.- Jericho miró a Ban con sorpresa. Podría ser que aquel hombre, hablara del mismo Ban que tenía enfrente.
- Fue mi culpa que ambos murieron. Sólo podía salvar a uno y no salve a ninguno-. Jericho distinguió verdadera tristeza en el hombre. Comprendía perfectamente el hecho de culparse por no poder salvar a quienes amas

-No siempre podemos salvar a quien queremos. Pero debemos confiar en que ellos no nos odian-. Banco miró a Jericho, parecía que ella hablaba por experiencia propia. Cuando la vio mirar fijamente a el hombre, fue que decidió intervenir. Pues los ojos de Jericho se aguaron

-Yo no te odio. Shivago-. Jericho se sorprendió ante tal afirmación. Ya lo sospechaba. Pero escucharlo de sus labios era distinto, y sólo podía preguntarse ¿Cómo?

-Pero cómo...-. Habló el hombre, tan o más sorprendido que Jericho.

Jericho se levantó antes de que Ban le viera llorar y se empezará a burlar. No era su culpa ser tan sensible, pues al lugar comenzaba a rodearlo un ambiente muy nostálgico y ella era demsiado voluble, aunque no lo aceptaría. 
A ella le encantaría encontrar a su padre Alexander, pero ella ya no podia hacerlo. No tenía ni la más mínima posibilidad. Y ese solo pensamiento, solo la puso peor.

El Camino Que Elegimos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora