Capítulo 8

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Penny apoyó la cabeza en la puerta del portal de su edificio. Era la una de la mañana. No solía recogerse tan pronto después de una cita, a menos que hubiera sido desastrosa. Precisamente como lo había sido aquella. Le costó bastante deshacerse de aquel descerebrado que pretendía acompañarla a su casa, únicamente para acostarse con ella. Penny resopló. Tal vez eso la hubiera desahogado pero… Sólo pensar en ese imbécil sintió una náusea. ¿Por qué diablos había salido con él? Ah, sí, cierto. Para tener una excusa y no ir a la cena. Penny bajó la cabeza. Ese plan de evitar a Sheldon le estaba costando horrores. Echaba muchísimo de menos las cenas en casa de los chicos, con todos reunidos. Echaba de menos jugar a Halo 3, oír las tonterías de Howard y Raj y las asombrosas respuestas de Amy. Pero a quien más echaba de menos era a… Sheldon. Sus llamadas a su puerta, que cada vez eran menos frecuentes. Sus conversaciones y su condenada y científica forma de hablar de todo… Por dios, pero si hasta echaba de menos sus manías, su orgullo, sus… bromas que sólo él entendía.

Reprimió un suspiro mientras subía las escaleras. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? ¿Cómo se le había ocurrido fijarse precisamente en Sheldon? No podía existir hombre más opuesto a su "ideal" en todo el Universo. Pero claro, ella era una experta en relaciones complicadas, tóxicas e imposibles. Bufó con amargura. Recordó a Kirk y a Leonard. Bueno, ellos habían sido distintos, desde luego. Pero en el fondo, Leonard, a pesar de ser de otra especie distinta a Kirk, también la había tratado como a un precioso objeto. Tal vez fuese su destino. Que los hombres sólo la considerasen un hermoso adorno y punto. Sólo Sheldon… no la trataba así. El físico no la consideraba especialmente inteligente, desde luego. Pero tampoco se fijaba en absoluto en su belleza. –"Oh, genial, Penny. Eso suena mucho mejor" Aunque, a decir verdad, ¿cómo iba a considerarla inteligente alguien que podía recitar todos los elementos de la tabla periódica de menor a mayor masa atómica y viceversa?

Cerró los ojos abatida y sacó las llaves de su apartamento. Iba a abrir su puerta cuando una presencia a su espalda llamó su atención. Casi soltó un chillido.

- ¡Sheldon!

El físico teórico estaba inmóvil, con los brazos cruzados, apoyado en el marco de la puerta de su apartamento. Se estiró al verla, irguiéndose en toda su altura, cruzando más sus brazos y atravesándola con la mirada.

- Penny.- dijo, a modo de saludo.

La chica le miró perpleja.

- Me has dado un susto de muerte. ¿Qué diablos estás haciendo ahí… a estas horas?

- Estaba esperándote.- dijo él, sin rodeos.

Penny tragó saliva.

- ¿E..esperándome?

El joven asintió sin dejar de mirarla. Penny se llevó dos dedos hacia el comienzo de sus cejas, apretándolos en un gesto de desesperación.

- Sheldon, es la una de la madrugada. Deberías estar durmiendo, y no esperando a que volviera.

- Muy cierto. Pero al parecer, ésta es la única forma que tengo de encontrarte. Y eso en sí ya es bastante sorprendente, teniendo en cuenta que vivimos a cinco metros de distancia y que nuestra leche sigue desapareciendo sospechosamente de nuestro frigorífico.

Penny tragó saliva. Aquello iba a ser más costoso de lo que imaginaba.

- Cielo, sé que últimamente… no nos hemos visto demasiado…

- ¿Demasiado?- Sheldon alzó una ceja.- Hasta el cometa Halley se prodiga más que tú…

- He estado muy ocupada y…

Calló al ver aquellos ojos fijos en ella.

- Penny, tal vez sea algo extraño que yo diga esto, pero… mientes fatal.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora