Toc, toc toc… Penny.
La chica se sobresaltó ante la inconfundible llamada. Su corazón empezó a latir a toda velocidad. ¡Por Dios! Se sentía como si tuviera quince años y el chico que le gustaba estuviera llamando a su puerta para invitarla a salir. ¿Cómo era posible que a esas alturas le ocurriera eso… después de todos los hombres que habían pasado por su vida? No tenía sentido. Aunque era normal que se sintiera nerviosa como una jovencita ante su primer amor. Ella tenía mucha experiencia con los hombres normales, con relaciones normales… la mayoría carentes de amor verdadero. Sheldon era… de otra especie, y por desgracia, estaba enamorada hasta los huesos de él. Por tanto, era una situación inédita.
- Toc, toc, toc… Penny.
Inspiró profundamente. No sabía cómo reaccionar. Nunca sabía cómo reaccionar con él. Deseaba abrir la puerta, sorprenderlo colgándose de su cuello y besarlo hasta enloquecer. Pero por otro lado tenía muchísimo miedo. Miedo de que la rechazara. Sabía que era ridículo pensar eso, después de lo que había ocurrido esa noche y en la ducha. Pero no podía evitarlo. Le conocía muy bien. Sheldon estaba desaparecido desde la mañana, cuando ocurrió el pequeño "incidente" en la ducha. Ella había huido a su apartamento y desde entonces, no se habían vuelto a ver. En realidad, sólo habían pasado diez horas, aunque a ella le parecieran años. Y cuanto más tiempo pasaba, más terror sentía, pues tenía la sensación de que el hiperdesarrollado cerebro racional de Sheldon había logrado vencer a su parte irracional y decidido alejarse de ella.
- Toc, toc, toc… Penny.
La chica cerró un momento los ojos, reuniendo valor, y abrió la puerta. Su corazón dio un vuelco al verle. Sheldon parecía serio… y también tímido. Había un leve rubor en sus mejillas.
- Buenas noches… Penny.
Ella luchó con el impulso de abalanzarse sobre él. Tragó saliva.
- Buenas… noches, Sheldon.
Se miraron, como si no supieran qué más decir. Sheldon sostenía en una mano unos papeles, y en la otra el pequeño bote que contenía la pomada contra las contusiones. Penny alzó una ceja, interrogante.
- Yo… - Sheldon tragó saliva.- Bueno, necesito que alguien… me ayude a… ponerme esto. Leonard… no está por la labor.
Penny no pudo evitar sonreír, con cierta tristeza.
- ¿Alguna vez vendrás a verme sin que necesites algo de mí… por el simple hecho de verme?
Él clavó la mirada en sus ojos verdes.
- No siempre vengo porque necesite algo…- se defendió.- Es más, me atrevería a decir que eres tú la que más veces acude a mi apartamento por esa razón.
Ella le fulminó con la mirada, pero cogió el bote. Sheldon se la sostuvo.
- Además, tú eres la principal responsable de que necesite aplicarme esa crema.- concluyó.
- Oh, ¡por todos los…!- ella meneó la cabeza, exasperada.- Yo no he tenido la culpa de…
Se quedó sin aliento. Sheldon acababa de quitarse las dos camisetas. ¿Cómo podía ser tan… condenadamente atractivo? La ropa no le hacía ninguna justicia. Pero también se quedó sin aire al ver el terrible cardenal que tenía justo en el centro de la espalda, y que era casi tan grande como su mano. De pronto, se sintió horriblemente mal. Sheldon se había llevado un buen golpe por su culpa. Sí, tenía toda la razón. Por su maldita culpa. Él había evitado que ella pudiera caer en la bañera, la había cogido sin importarle recibir el golpe y ahí estaba el resultado. Le miró a los ojos, con un nudo en la garganta.
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La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...