Sheldon Cooper tragó saliva al entrar en el recinto en el que se celebraba aquella… estúpida reunión. Se preguntó por enésima vez por qué diablos estaba allí. Ah, sí, para demostrarse a sí mismo que había superado todos sus traumas con los abusones del colegio. El joven físico apretó los labios y se detuvo. Oh, por supuesto… Lo había superado igual que Raj había superado su patológica timidez para hablar con mujeres o Howard sus sucios y pervertidos pensamientos. De pronto sintió que una suave mano apretaba su tenso brazo. Bajó la mirada. Penny le estaba dirigiendo su deliciosa sonrisa y una mirada llena de ánimo, mientras seguía apretando su brazo. El joven trató de devolverle la sonrisa, pero a juzgar por la carcajada que estuvo a punto de soltar la chica, no debió salirle muy bien. Él empezó a decir algo, pero ella lo interrumpió.
- Vamos, Moonpie. Batman no le tiene miedo a nadie.- le susurró con un guiño divertido.
Él apretó los dientes. Eso era muy cierto. Miró fijamente a la multitud, respiró hondo y empezó a caminar, intentando mostrar todo su orgullo y ocultar ese maldito terror. Ella sonrió y le siguió, cogida de su brazo y mirando alrededor.
- Vaya… esto es precioso.- dijo la chica gratamente sorprendida.
Cierto, no estaba nada mal. Era una fiesta al aire libre y habían montado una carpa con multitud de luces y farolillos. Al fondo había un escenario con los instrumentos ya preparados, mientras los músicos parecían ir y venir. Aparecían numerosos carteles del instituto, conmemorando el duodécimo aniversario de la promoción, además de fotos de los antiguos alumnos. La música empezaba a sonar. Penny sonrió feliz, sin poder evitar seguir ya el ritmo con un pie. De pronto, un murmullo pareció elevarse entre los reunidos. Sheldon deseó en ese momento que el teletransporte existiera de verdad. Casi todo el mundo les estaba mirando, perplejo e incrédulo. Especialmente a Penny, quien parecía tener luz propia, con ese maravilloso vestido celeste y su melena cayendo como una catarata de oro por la espalda. Sheldon podía ver cómo sus antiguos compañeros le miraban asombrados, y después miraban a Penny de tal forma que por un instante, deseó asesinar a algunos de ellos. Afortunadamente, Missy los vio y enseguida salió a su encuentro.
- ¡Hey, chicos!- saludó con una alegre sonrisa.- Me alegro muchísimo de que al final el ogro de mi hermano te haya traído, Penny.- dijo, guiñándole un ojo a la chica rubia. Penny le devolvió la sonrisa, divertida.- Vamos, venid…. ¿Os apetece tomar algo?
Penny se soltó un momento del brazo de Sheldon para acercarse a la mesa donde Missy ya se estaba sirviendo una bebida. El joven físico las siguió, un tanto resignado. Por un momento, pensó que tal vez emborracharse no fuese una idea tan mala… pero al instante siguiente lo descartó. No deseaba empezar a contar chistes de física y correr el riesgo de perder sus pantalones. Además, sus neuronas eran demasiado valiosas como para asesinarlas en alcohol.
- Cielo, ¿qué te apetece?- preguntó Penny, volviéndose hacia él.
- Un cuba libre virgen estará bien.- dijo con una ceja alzada y una rara mezcla de broma y preocupación.
Penny soltó una risita, pero le sirvió lo que había pedido. Después se acercó a él, cogiéndolo por el brazo.
- Vamos, Sheldon, tranquilízate. No pasa nada. ¿Ves?
- Las catástrofes suelen estar precedidas por atroces calmas.- dijo, mirando con mal disimulada aprensión a su alrededor.
La chica meneó la cabeza.
- Mira, imagina que… no hay nadie más que tú, yo y Missy en la fiesta…- sugirió.
Él la miró con una ceja levantada. Antes de que pudiera contestar, una voz le interrumpió.
ESTÁS LEYENDO
La teoría es más sencilla que la realidad
RomantizmPenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...