Capítulo 19

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Missy Cooper despertó algo aturdida y con un terrible dolor de cuello. Gimió un instante y se incorporó en el asiento. Le sorprendió no ver a su madre al lado. Miró alrededor. Apenas había gente en la sala de espera. Se estiró un poco y, finalmente, se puso en pie. Empezó a buscar a su madre, aunque suponía que tal vez hubiera ido al aseo. De pronto, se quedó paralizada. Justo en el sofá de la pared opuesta estaban durmiendo Penny y Sheldon. Aunque la escena era… mucho más que eso. La chica parpadeó, sin poder creer lo que veían sus ojos. Penny estaba acurrucada sobre Sheldon, durmiendo con la cabeza en su pecho y descansando el brazo derecho en su abdomen. Su hermano estaba recostado en el sofá, con la cabeza apoyada en el respaldo y también en la cabeza rubia de la chica, a la que rodeaba por la cintura con su brazo. Por un momento, la joven morena maldijo por no tener una cámara de fotos. Se frotó los ojos y se acercó más, como si no pudiera creer que la imagen fuese real. Pero lo era, indudablemente. Los dos ofrecían una estampa de lo más… tierna y romántica, hasta tal punto que ella misma se dio cuenta de que estaba sonriendo embobada. Sacudió la cabeza, increíblemente sorprendida, aunque sin dejar de sonreír. Ni en sus más locos sueños hubiera imaginado… algo así. Conocía a su hermano desde que tenía memoria, evidentemente, y jamás lo había visto en semejante posición con nadie. Shelly odiaba cualquier contacto físico. Hasta los besos y abrazos hacia ella y su madre le resultaban incómodos, evitándolos siempre que podía. Sólo con su abuela no sentía esa incomodidad. Y, al parecer, tampoco con Penny. Aunque, evidentemente, la joven camarera no tenía nada que ver con su abuela. Intentó reprimir una risita. En el fondo, siempre había sabido que entre ellos dos había algo más que amistad, discusiones, charlas interminables y más discusiones. Cuando conoció a Penny, enseguida supo que esa chica alteraba a su hermano como ninguna lo había hecho hasta entonces. Aunque claro, él no tenía ni idea de otra cosa que no fuesen sus teorías y trabajos científicos. Bueno… tal vez sólo fuese cuestión de tiempo. Soltó una risita, sintiendo la irrefrenable tentación de mortificar a su hermano. Había encontrado un motivo magnífico para hacerlo y no pudo resistirlo. Sería extremadamente divertido torturarlo con esa idea. Así que, simplemente, soltó un carraspeo lo suficientemente intenso como para que el fino oído del físico lo oyera.

Sheldon se removió ante el extraño sonido que acababa de oír. Apenas frunció el ceño, con los ojos aún cerrados, y después, la consciencia volvió de nuevo a él. Le dolía el cuello y la espalda. Tenía la sensación de que despertarse medio derrengado se estaba convirtiendo en una costumbre últimamente. De pronto, su cerebro empezó a reproducir imágenes fotográficas. Penny besándolo, Penny haciendo sus ejercicios de matemáticas, la llamada telefónica, el hospital, el encuentro con su madre y su hermana, Penny obligándolo a tomarse el café, Penny durmiendo a su lado… Tragó saliva. Sentía el delicioso aroma a vainilla muy cerca de él, además del ya familiar contacto en su pecho. Abrió los ojos y, una vez más, vio a Penny dormida sobre él, abrazada por él. Apretó los dientes e intentó moverse, cuando una presencia más llamó su atención. Alzó la mirada, confuso, hasta ver a su hermana, en pie delante de ellos, con los brazos cruzados y mirándolo con una ceja alzada y un inconfundible brillo de diversión en los ojos. El pobre físico dejó de respirar.

- Buenos días, Shelly.- dijo risueña.- Celebro comprobar que has dormido bien.

Sheldon se sobresaltó, incorporándose tan bruscamente que la pobre muchacha rubia casi terminó en el suelo. Sin embargo, Penny tenía un sueño tan profundo que ni se despertó y, simplemente se movió para abrazarse de nuevo a él. Missy ahogó una carcajada al ver la escena, mientras todos los colores subían a las mejillas del joven físico.

- ¿Q…qué estás haciendo ahí?- logró preguntar. Miró alrededor.- ¿Dónde está mamá?

- Imagino que habrá ido al servicio, o a comprar algo. En cuanto a qué estoy haciendo aquí… pues nada… sólo disfrutar de la romántica estampa. Te lo tenías muy callado, hermanito.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora