Capítulo 52

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Eleanor Brown retiró suavemente la bandeja situada sobre la colcha, con el plato vacío. Una tierna sonrisa apareció en su rostro. Al fin Sheldon había caído rendido en brazos de Morfeo. Lo contempló. Sintió una terrible pena al ver su rostro cansado, con el rastro de las lágrimas en sus mejillas y las huellas del sufrimiento acumulado esos fatídicos días. No pudo resistirse y se inclinó en un esfuerzo para depositar un beso en su frente, a la vez que lo arropaba. Mary apareció en el umbral de la puerta y se acercó silenciosa hasta su madre.

- ¿Se ha dormido por fin?- preguntó en un susurro.

- Sí. Pobrecillo, me rompe el corazón verlo así.

Mary asintió, reprimiendo un suspiro de pena.

- Espero que Penny se recupere. No sólo porque es una chica encantadora y sería horrible su pérdida, sino también porque creo que Shelly no podría soportarlo.

- Yo también lo espero. La quiere de verdad.- emitió una triste sonrisa.

Mary meneó la cabeza.

- Jamás hubiera imaginado que Shelly terminaría enamorándose en serio… y de Penny. Todavía recuerdo aquella absurda "no relación" que mantuvo con esa chica, Amy. En el fondo, yo siempre supe que no le convenía. No tengo absolutamente nada en contra de Amy, desde luego, pero Shelly no necesitaba a otra versión de sí mismo. Con él es más que suficiente.

Eleanor dedicó una sonrisa a su hija. Mary se la devolvió. Miró a su hijo, que ahora parecía dormir tranquilo. Acarició con mucho cuidado su frente. Después se volvió hacia su madre.

- Madre, deberías acostarte. Has hecho un viaje demasiado largo y han sido demasiadas emociones para hoy.

- Estoy bien, Mary.

Su hija la miró tozuda. Eleanor suspiró.

- Está bien. Espero que a Leonard no le importe que utilice su cama esta noche. No quiero alejarme de Moonpie.

- No creo que haya ningún problema. Yo dormiré en el sofá.

Las dos mujeres salieron de la habitación de Sheldon, cerrando suavemente la puerta.

Sheldon despertó confuso a la mañana siguiente. Se removió y, por un momento, creyó que todo había sido una horrible pesadilla. Buscó inconscientemente el embriagador aroma de Penny, pero no lo sentía. Tampoco su cuerpo junto al suyo ni su cabeza apoyada en su pecho. Abrió los ojos. Estaba solo, en su cama. No, no había sido una pesadilla. Otra vez el dolor atenazaba su garganta al recordar todo con aterradora precisión. Se levantó y abrió la puerta. El delicioso aroma de las tortitas recién hechas de su madre llegó hasta él. Avanzó hasta la cocina y dos sonrientes y cariñosas caras le saludaron.

- Buenos días, cielo, ¿cómo te sientes? ¿Has podido dormir bien?- Mary se acercó y le dio un cariñoso beso, obligándolo a inclinarse para alcanzar su mejilla.

- Supongo que sí.- Sheldon bajó los ojos, triste. Pero su mirada se encontró con su abuela.

- Buenos días, Moonpie.- le sonrió.

Sheldon forzó la primera sonrisa desde hacía varios días.

- Buenos días, Meemaw.- miró a su madre antes de volverse hacia Eleanor.- ¿Cómo os habéis enterado...?

- Leonard me llamó ayer.- explicó Mary.

- Es un viaje demasiado largo.- Sheldon miró a su abuela.- No deberías haber venido, Meemaw.

- ¿Crees que iba a dejar a mi Moonpie solo en tan terribles circunstancias? Estás muy equivocado.

Sheldon tragó saliva. Eleanor le sonrió cariñosa.

- Tengo que volver al hospital ahora mismo.

- No vas a moverte de aquí hasta que no desayunes como Dios manda.- advirtió Mary, amenazándolo con una cuchara, mientras le servía una taza de leche y dos tortitas.

Sheldon se sentó derrotado y empezó a comer a toda velocidad. Eleanor reprimió una sonrisa. De pronto, el teléfono empezó a sonar. Sheldon intentó cogerlo, pero Mary fue más rápida.

- ¿Diga? Oh, hola, Leonard, cielo.

Sheldon tragó angustiado, intentando no ahogarse con la tortita. Mary guardó silencio y después, sus ojos se iluminaron.

- ¿En serio? Oh, Dios mío, eso es maravilloso. Sabía que mis plegarias funcionarían. Enseguida estaremos allí.

Mary colgó el teléfono y miró radiante a su hijo y su madre. Sheldon sentía que le iba a dar un infarto.

- Al parecer Penny ha experimentado una leve mejoría. Han podido retirarle el respirador.

El joven físico miró a su madre, creyendo que había oído mal. Eleanor se levantó.

- ¿A qué estamos esperando? ¡Vamos!

Tras una eterna media hora llegaron de nuevo al hospital y a la sala de la UCI. Leonard sonrió en cuanto vio a su compañero de piso.

- Sheldon, Penny está mejor. Puede respirar por sí misma. Y el médico ha dicho que si sigue así, podrán subirla a planta. ¡Va a salir de esta!

El joven físico sentía que de nuevo las lágrimas volvían a él. ¿Qué demonios le pasaba últimamente? Parecía un grifo mal cerrado. Leonard apoyó una mano en su hombro.

- Todavía quedan diez minutos para que termine la hora de visitas. ¿A qué esperas?

Sheldon asintió y se dirigió al pasillo. De nuevo sentía que el corazón se le desbocaba cuando atravesó otra vez la puerta de la habitación. Reprimió un sollozo. Penny parecía dormir suavemente, respirando muy despacio, pero ya sin el soporte vital. Seguía muy pálida, y podía ver cómo luchaba en cada inspiración. Sheldon tragó saliva, sintiéndose casi pequeño e insignificante al ver el valor de aquella chica. Se acercó hasta acariciar suavemente la pequeña mano que reposaba sobre la colcha.

- Hola Penny…- susurró con un hilo de voz.- Lamento ser el último en visitarte hoy… pero, bueno, me obligaron a ir a casa.

Contempló el delicado rostro. Ardía en deseos de acariciarlo, de sentir la suavidad de su piel, pero no se atrevía. Temía que ella pudiera romperse como un finísimo cristal si la tocaba.

- ¿A que no sabes quién ha venido a verte?- el joven físico la miró a sus ojos cerrados.- Meemaw. Y también mi madre. Estaban tan preocupadas que han venido desde Galveston. Y el doctor Miller ha llamado también desde el Caltech. Dice que te va a enviar el ramo de flores más grande que pueda encontrar en Pasadena. El doctor Gablehauser también ha llamado. Hasta la madre de Howard se ha acercado a verte, y eso es algo extraordinario, teniendo en cuenta que le cuesta bastante bajar los tres escalones de su casa.

El físico guardó silencio un momento, como si no supiera qué más decir. Siguió contemplando sus ojos cerrados.

- ¿Sabes? Es la primera vez que no me interrumpes cuando hablo.- tragó saliva.- Y por vez primera, y sin que sirva de precedente, me encantaría que lo hicieras. Necesito que… abras los ojos, Penny. Te necesito…

Sheldon volvió a arrodillarse frente al lecho, mientras sostenía su mano. Reposó la cabeza en el borde de la cama y permaneció inmóvil, agotando los últimos minutos de aquellas breves visitas, deseando que Penny estuviera al menos en una habitación normal para no separarse nunca más de ella. Pero el tiempo pasó inexorable. Una enfermera le advirtió que debía despedirse ya. El físico se levantó pesaroso.

- Hasta mañana, Penny…- susurró.

La miró. Su corazón no hacía más que derretirse al verla. Se inclinó muy despacio hasta rozar sus labios con los suyos en un beso infinitamente delicado que no hizo sino desbocar más aún su corazón. Apretó los ojos con fuerza y con un esfuerzo susurró un inaudible "te quiero". Después soltó su mano y salió forzándose a no mirarla mientras se iba. Si lo hubiera hecho, hubiera podido ver un levísimo rastro de sonrisa en el hermoso rostro de Penny.

La teoría es más sencilla que la realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora