Penny procuraba luchar contra sus propias lágrimas, mientras caminaba entre la multitud que abarrotaba aquel bar. Todavía no sabía por qué estaba allí. Sus pies la habían llevado lo más lejos posible de su apartamento, sin pensar a dónde la conducirían. No le importaba en absoluto el lugar. Sólo le importaba estar lo más lejos posible de… Enjugó furiosa una maldita lágrima y avanzó a empujones, recibiendo las incrédulas e irritadas miradas de la gente. Consiguió llegar hasta la barra y se sentó.
- Un whisky doble.- dijo con voz áspera.
El camarero le dedicó una sonrisa obscena mientras llenaba su copa.
- ¿Qué pasa encanto? ¿Un mal día?
Penny le miró con muy mala cara.
- No creo que eso sea de tu incumbencia.- espetó secamente.
- Oye, cálmate, preciosa, yo no tengo la culpa.- se defendió él.- Eres una chica demasiado guapa para tener esa cara de funeral y beberte un whisky doble. A las preciosidades como tú eso no les sienta bien.
Penny le miró como si quisiera matarlo y, sin dejar de hacerlo, tomó la copa y vació todo su contenido de golpe, sin inmutarse. El camarero se quedó perplejo.
- Otro.- ordenó.
El hombre meneó la cabeza y siguió atendiendo a los demás clientes. Penny se quedó inmóvil, mirando su copa sin verla en realidad. El estómago le ardía, y también sintió un leve mareo. Pero aún no era suficiente. Quería beber hasta dejar de… sentir ese maldito dolor que surgía del centro de su pecho, atenazando su garganta, quemando sus ojos. Quería beber hasta… perder completamente el sentido. Esbozó una sonrisa llena de sarcasmo y tristeza. En el fondo, entendía que Sheldon no quisiera saber nada de ella. Él era brillante, y ella… patética. Allí estaba, sin poder hacer otra cosa más que emborracharse. Se odió a sí misma como hacía tiempo que no lo hacía. Ella no valía nada. Sólo era un hermoso cascarón vacío. Por eso no había funcionado lo suyo con Leonard… y muchísimo menos podría funcionar con Sheldon. Contempló a la gente que la rodeaba, mirándolos sin comprender por qué estaban allí. ¿Por qué se divertían tanto, si sólo estaban bailando como imbéciles, sin tener ni una conversación medianamente decente? Apretó los dientes y maldijo una vez más al causante de… esos inéditos pensamientos. Ahora ella también se sentía como un bicho raro. Uno de aquellos idiotas guaperas le dedicó una sonrisa que le revolvió el estómago de asco. Apartó la mirada y volvió a clavarla en el whisky.
-¡Hey, nena! ¿Qué haces aquí?
La chica creyó que esa voz eran alucinaciones debidas al alcohol. No podía ser… Se giró lentamente… No, por desgracia, no eran alucinaciones. Maldición, ¿qué más tenía que ocurrirle ese desgraciado día?
- ¿Kurt?
- Pues claro, nena, ¿quién si no?- su estúpida sonrisa autosuficiente.- ¿Qué haces tú por aquí?
La chica cerró los ojos con fuerza.
- Kurt, no tengo por qué responder a esa pregunta. Éste es un lugar público y se permite la libre circulación de personas.- dijo irónica.
Él la miró como si le hubiera hablado en arameo. La chica parpadeó. Por un momento, se sintió… sorprendentemente identificada con Sheldon. Agitó la cabeza, tratando de borrar esos ojos azules de su mente. El chimpancé sin evolucionar que tenía frente a ella volvió a obsequiarla con su deslumbrante sonrisa.
- Bueno, me alegro de verte, nena. ¿Qué tal si nos vamos por ahí y nos lo pasamos bien?
Penny sintió una náusea. No sabía si ese idiota estaba borracho. A decir verdad, siempre se comportaba… de la misma forma, estuviera o no con unas cuantas copas de más encima.
ESTÁS LEYENDO
La teoría es más sencilla que la realidad
RomancePenny se siente vacía, mientras que el resto de la pandilla vive su vida. Siente que su existencia se reduce a ir de la Cheescake Factory a su apartamento y volver de nuevo a su apática jornada laboral. Su soledad sólo puede aliviarla una persona qu...